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El cuerpo humano para Isabella siempre fue algo interesante, el crecimiento de los músculos y huesos desde la infancia hasta la adultez. Del como pasamos a ser seres tan pequeños a enormes, altos y fuertes, la fuerza en la que los corazones laten, la fuerza que toman las piernas al correr o caminar y el cómo sostienen nuestros cuerpos para estar en equilibrio. O el como las manos tocan y sienten a través de las yemas de los dedos.
Ahora, acostada en la cama en posición fetal mirando su mano izquierda no puede evitar preguntarse el por qué los titanes son capaces de poder regenerarse de alguna amputación y ellos no, ¿de alguna forma su ADN está alterado como un camaleón?
Simplemente la castaña aún no reconocía que ahora Levi tuviera que ayudarla en algunas actividades que bien podía hacer sola. Toda su vida le habían dicho que era hermosa, pero ahora con la falta de sus dos dedos... ¿Levi pensará que es horrible?
— ¿Bella, estás despierta? —la voz de Hanji la saca de su trance, alza la mirada hacia la puerta. Después de tres horas estar viendo su mano y tener mil pensamientos se da cuenta que es de madrugada y se supone que debe estar dormida por estricta orden de su capitán— ¿Bella?
— Sí, lo estoy.
— Levi se encuentra muy mal, no me deja entrar a la habitación y eres la única persona que puede ayudarle.
Eso es suficiente para que la castaña ya esté abriendo su puerta y corriendo hacia el pasillo de los dormitorios de los hombres no sin antes agradecer a su compañera por el aviso. — ¿Capitán? —pregunta a través de la puerta— No estoy pidiendo permiso, voy a entrar —avisa abriendo la puerta de golpe.
La habitación está alumbrada por una vela que ha sido consumida por la llama, pronto se apagará dejándole a obscuras.
— No entres aquí —la voz es rasposa y débil, como si su garganta se hubiera cerrado por alguna enfermedad. Proviene del baño, la puerta está abierta y hay una débil luz que proviene de otra vela apunto de extinguirse, por ambas linternas se da cuenta que lleva rato sintiéndose mal.
— No haré caso, entraré.
Cuando da un paso entrando al baño, se da cuenta del por qué le dijo que no entrara, un sonrojo sube por el rostro de Bella al ver el pecho desnudo del capitán.
Isabella jamás había presenciado la desnudez de un hombre, y que grato que Levi fuera la primera vez que sus ojos ven ello, su pecho sube y baja con un poco de dificultad, las gotas de agua bajan lentamente hasta perderse donde no puede ver más, los músculos definidos de su tórax se asoman y sus clavículas definidas parecen que le cantan.
— Sé controlar la fiebre, tú me enseñaste —jadea en el proceso.
— ¿Qué sucedió? —se arrodilla para no seguir viendo más allá de su abdomen, quedando a la altura de su cara y obligándose a concentrándose en sus ojos. Toca una de sus mejillas dándose cuenta que efectivamente estaba controlando la temperatura de su cuerpo gracias al agua tibia— ¿Qué flor has vomitado ahora?
