Capitulo 3. Pertenencia

39 2 0
                                    


Mañana se cumple una semana desde que llego George para recoger a la señorita Candy. Los días anteriores hablamos de los Leagan, creí que sería un momento traumático en su vida pero me sorprendió la forma en que la señorita Candy pudo perdonarlos en su momento, incluso les agradece ciertos acontecimiento ya que sin estos no hubiera conocido a sus dos grandes amores, el verdadero problema surgió al momento en el que ocurrió la muerte de Anthony. Al  abordar el Duelo patológico y retrasado que la señorita Candy no había podido sobrellevar.

- Haberte desmayado es una reacción común, normal. Una forma de protección de tu cerebro a una situación que no es capaz de procesar y que conlleva a un posible trauma, mencionaste que por eso le tenías miedo a los caballos ¿No?, pero dime ¿Cómo reaccionaste una vez que cobraste conciencia?

- No podía entender que había pasado, primero pensé en que solo estaría en un mal estado, no se me cruzo por la mente que él podría morir y cuando Dorothi me dio la noticia no podía creerlo. Incluso creí que me mentía por órdenes de la Tía Abuela Elroy. Además de que estuve aislada por un tiempo, por voluntad propia hasta que pude regresar aquí.

- ¿Recuerdas los pensamientos que tenías estando aquí?

- Culpa, él estaba conmigo cuando sucedió, antes no lo sabía pero ahora que tengo conocimientos sobre Enfermería pude haber hecho algo. En ese momento y ahora me siento frustrada e impotente. Eliza siempre tuvo razón cuando me culpaba por su muerte y también entiendo el odio de la Tía Abuela Elroy hacia mí. Pude recuperarme gracias a que Albert vino a verme, meses después George vino por mi para llevarme a Inglaterra para estudiar en El Real Colegio San Pablo.

- ¿Por qué aceptaste ir? 

- Fue como si al hacerlo de algún modo tendría a Antony presente en mi vida, al estar cerca de Archi y Stear, al tener el apellido Ardley. Pero nada pudo ser igual y tomo empeoro.

A partir de ese momento los bloqueos de la señorita Candy eran más seguidos y más difíciles de superar, le era complicado profundizar todo lo vivido en aquel colegio hasta que llegamos al viaje a escocia, ahí se encontraba el problema. Terry le había obligado a subirse al caballo y al momento en el que se le pidió que se olvidara de Anthony pauso su duelo, lo cual se desarrolló en la depresión que hoy presenta, más adelante se le presentaron situaciones que lo agravaron de modo que se retrasó a tal punto que fue difícil encontrar el origen. Un duelo crónico termino en uno patológico. Queda tratar esa depresión para poder continuar con la terapia.

Envié mis correspondencias ese mismo día en la tarde cuando fui al pueblo. Tuve mis dudas acerca si debía enviar la carta a Terry, al final la envié como me lo pidió la señorita Candy. Me dirigí al apartado de correo de emergencia o exprés, para notificarle al señor Albert Ardley que se iniciarían con la señorita Candy el tratamiento farmacológico con antidepresivos ISRS, al igual que la orden médica para que fuera enviado el  medicamento lo antes posible.

Cuando seguimos tratando de avanzar en la aceptación del fallecimiento de Anthony, la situación empeoro, sabia de ante mano que retomar las emociones vividas potenciarían la depresión de la señorita Candy. Aunque por fuera parecía ser la misma de siempre las pérdidas acumuladas le estaban cobrando factura, su red de apoyo ha sido muy inestable por lo que huye de su esta, su familia y busca refugio en lo único que se ha mantenido sin muchos cambios. El hecho de que haya acumulado tantos asuntos pendientes con las personas que la rodean le crea remordimiento. El duelo de Stear el punto crucial para que la señorita Candy deseara terminar los lazos con la Familia Ardley, muy en el fondo está convencida que por ella la muerte de Anthony y de Stear ocurrieron.

Los antidepresivos de la señorita Candy llegaron junto con el señor George quien le pedí un poco de paciencia para que se repusiera. Para este punto los pensamientos de salir de la vida de los Ardley se era muy firme acompañado de otro pensamiento en particular un profundo sentimiento de ausencia de sentido sobre su vida. Bandera roja que no deje pasar por alto. Vigilamos a la señorita Candy en los momentos que ella deseaba estar sola, fue ahí cuando me di cuenta de que acumulaba el medicamento en un frasco, sabía perfectamente que planeaba hacer con eso pero únicamente intervendría si ella tomaba la decisión, mi trabajo es ser acompañante en su proceso de sanación, aun así no permitiría que ocurriera una desgracia. Cambie las tabletas blancas por dulces de azúcar y limón y cada vez que le entregaba su dosis correspondiente eran esos dulces, de modo que no se haría ningún daño.

AceptarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora