Capitulo 11. Travesía

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La temporada de Vals de Candy dio comienzo pocos días después del estreno. Con una mochila ligera, la cámara que Stear diseño y la insignia de la familia Ardley partimos a todos los destinos programados por Terry. En cada función asistimos Albert y yo solo que en lugar de ser parte del público trabajamos siendo parte de los escenógrafos y ayudando a los teloneros. Nunca imagine la cantidad de personas que trabajan detrás de escena, la creatividad de todos para adaptarse a las dimensiones de los diferentes teatros y auditorios en donde se presentaban. Los retos eran las funciones al aire libre, la cantidad de telas que acomodábamos para cubrir lo que sería la caja escénica impresionaba a todo aquel que se atreviera a instalarlas.

Aunque estábamos todo el tiempo con la compañía te teatro casi nunca estaba con Terry, no me molesta, bueno, solo lo extraño un poco, pero entiendo que como Director de su obra debe estar al pendiente de todos los asuntos relacionados, aun en sus tiempos "libres" se dedicaba a pulir ciertas escenas, hablar con los actores y a escribir. Albert sugirió que en esos momentos donde nosotros no teníamos mayor compromiso era el momento de salir a las ciudades y pueblos a conocer las maravillas de la naturaleza.

El primer destino al que fuimos fue la Ciudad de Nueva York. Era como estar en Europa, claramente se notaba la gran diferencia, los establecimientos, la moda en las mujeres, el movimiento de las personas, con la diferencia de que en Europa era todo más señorial, aquí era todo nuevo, por así decirlo. Cada que visitábamos un restaurante o alguna tienda bastaba con enseñar la insignia de la familia para poder entrar y tomar lo que necesitábamos. Mi lugar favorito de ese increíble lugar fue una cafetería, las delicias de los dulces habían cautivado mi sentido del gusto, casi toda la semana que estuvimos ahí pase a probar cada pastelillo y chocolate que se me atravesaba.

El ultimo día que estuvimos en Nueva York, Fuimos a un pequeño bosque con un lago en el centro, se veía a personas trabajando en aquel lugar. En el lugar nos alcanzó al fin Terry, con unos deliciosos helados como forma de disculpa por solo dedicarnos esa tarde a nosotros. Los tres caminamos por ese pequeño espacio en medio de la ciudad, hasta que Albert se acercó a un grupo de hombres que sostenían planos en una enorme mesa. Aquellos hombres saludaron a Albert, emocionados le mostraron aquel plano, hasta que fueron interrumpidos para indicarnos que Terry y yo nos acercáramos a escuchar.

- Candy, Terry, les presento al arquitecto Andrew Jackson Downing y al paisajista Frederick Law Olmsted. Señores ella es Candy White Ardley y él es Terrence Graham.

Aquellos hombres aseguraron reconocer a Terry como el productor de la obra que Albert les recomendó e insistió que vieran en la última función que se dio. Se nos mostraron los primeros planos de lo que sería una espacie de parque, habían acudido al lugar para tomar medidas del lugar, investigar la fauna, flora, las características del suelo, las necesidades de las personas, entre otras cosas, para después reunirse con otros colegas. Después de despedirnos de aquellos hombres, Albert nos contó que la familia Ardley estaría financiando aquel proyecto. Albert se había reunido con el gobernador de la ciudad y platicando sobre el lugar y la pasión de ambos por la naturaleza se habló de ese proyecto, que aunque tardaría años en terminarse, tenían la esperanza de que algún día fuera un santuario de los animales que vivían ahí y de los ciudadanos.

El resto de la tarde paseamos en bicicleta en todo el lugar, aunque terminamos sucios por el fango, como no hay caminos construidos, no podíamos evitar caer de las bicicletas. Tomamos algunas fotografías para recordar y reinos más tarde de nosotros mismos. Casi al caer la noche, Albert nos enseñó el canto de unos pajaritos preciosos que se encontraban migrando hacia el norte nuevamente, él podía imitarlos magníficamente, tanto, que algunos se acercaban a nosotros, un poco temerosos al inicio, pero al darles migajas de pan, tomaron confianza en nuestra presencia.

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