Capitulo 13. Tranquilidad

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- Terry.

- Dime.

La voz de Terry me asusto tanto que grite tan fuerte que las aves en sus nidos salieron huyendo. Rápidamente él puso su mano en mi boca, ahogando el resto del grito que aún salía de mí.

- Shh soy yo. Ven vayamos de paseo juntos.

Ambos nos alejamos de la casa, caminamos por unos minutos tomados de la mano hasta que la luz de la casa ya no era percibida y la única luz que iluminaba el mar y nuestros rostros era el de la Luna. Nos abrazamos buscando darnos tranquilidad y confort. Podía escuchar el latir de su corazón, incluso el ruido de la cena siendo digerida por su estómago. Sonreí para mi divertida, comencé a pasar mis dedos por su espalda causándole un ligero cosquilleo, él también sonrió e intentaba huir de mi caricias con sus movimientos hasta que dé mismo modo me provoco a mí el cosquilleo con sus caricias fue así como inicio una guerra por hacernos reír que termino en tiernos besos que fueron intensificándose hasta provocar en mi esas descargas eléctricas de placer. Nos recostamos en la arena sin dejar de besarnos.

Sus manos comenzaron a viajar de mi rostro a mi cintura. Nuestra ropa era muy ligera por el calor, por lo que si no fuera por esa delgada tela, sus caricias me harían perder la cabeza. Esta clase de deseo era adictiva, las caricias subían de intensidad, esta forma de amar me asustaba pero también me emocionaba. Por accidente un rose de mi rodilla en la entrepierna de Terry, le provoco un ronco gemido, sin pensarlo dos veces se colocó sobre mí, por unos segundos nos miramos, busco mi aprobación para continuar, extrañamente no pude dudar.

Alce mi cabeza para besarlo con desesperación, el recargo parte de su peso sobre mí, ese acto me lleno de locura y lujuria todo mi ser. Dejo de besarme en mi boca para dejar un camino de besos por mi cuello al mismo tiempo que levantaba la falda de mi vestido para tener acceso a la suavidad de mis piernas, deje salir pequeños gemidos a su oído.

- Te deseo Candy.

- Y yo a ti Terry.

Dimos una pausa para observarnos, lo cual nos sirvió para percatarnos de un par de risas que se aproximaban. Terry molesto se movió junto a mí, hice lo mismo, dirigimos nuestra atención hacia la dirección de donde venían esas risas. Albert y Karen se acercaban hacia nosotros sin darse cuenta de que los veíamos juguetones. Aunque Albert fuera un poco mayor para Karen, se veían muy bien juntos, se podía ver como encajaban y se entendían perfectamente. Al notar que los veíamos Karen se sonrojo soltando la mano de Albert quien solo podía vernos un poco molesto.

- Terry hablamos de esto y quedamos en algo.

- Albert, solo conversamos.

- Están solos.

- Albert ¿Será prudente presentar a Karen a la Tía Abuela? yo creo que el día de la boda seria perfecto, claro que antes le escribiríamos una carta para tenerla al tanto y no sorprenderla.

- Candy.

Albert entre molesto y nervioso me amenazó con regresarme con la Tía Abuela si no me comportaba, a lo que solo guiñar mi ojo mientras sacaba la lengua. Los cuatro regresamos hacia la casa cada quien con su pareja.

- Creo que mi príncipe de la colina encontró a su princesa.

- ¿Qué?

Albert y Terry reaccionaron a la par, solo pude correr lo más rápido hacia la casa para evitar algún castigo por parte de alguno de ellos.

A la mañana siguiente me percate que dormí más de lo normal, nuestro despertador eran las gritos de Susana, pero hoy o no los escuche o hoy pudo despertar mejor. Me vestí y salí a buscarla para ver cómo había reaccionado. En el comedor se encontraban todos incluyendo a Susana y a su madre.

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