Capitulo 19. Formación

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Han pasado casi dos años desde que estoy en Francia preparando me para el día en el que me convierta en Duquesa y tome mi lugar dentro de la élite de la sociedad. Cada día que pasó dentro de las instalaciones de la universidad es como si abriera una puerta que muestra más puertas, no hay donde parar y siento que mientras más aprendo menos conozco.

En este tiempo he conocido a los miembros de la organización de distintas naciones, me sorprender la influencia que tienen sobre cualquier soberano del mundo. Mi lugar es en el sector salud, en poco tiempo seré la responsable de las estrategias de salud para todo el mundo, mientras Terry es unos días será el autor de las principales decisiones de dos grandes potencias mundiales, los Estados Unidos De América e Inglaterra.

Ser parte de los líderes nos aterraba en un inicio pero conforme fuimos comprendiendo la historia de la humanidad pudimos ver la gran necesidad de que personas preparadas lleven al mundo por un sendero sustentable, igualitario y democrático.

Aunque aún hay mucho por recorrer, el hecho de ser la primera mujer dentro de la organización es una gran victoria. Tendré que abrir más caminos para las futuras mujeres que tomarán mi lugar y el de algún hombre.

Parte de toda la responsabilidad y preparación académica tiene sus ventajas. He viajado a muchas partes del mundo y conocido toda clase de culturas y personas. Me he asombrado por todas las nuevas experiencias y también me he decepcionado de ver cómo viven algunas sociedades, pero estoy segura de que haré un gran cambio.

El Duque de Grandchester tenía toda las razón al decir que no buscaba cualquier mujer para casarse con Terry, no es que sea una mujer narcisista, pero acepto que a este punto de mi vida, no hay nadie como yo, se me ha permitido prepararme más que a cualquier mujer. Tengo derechos que ninguna otra tiene y eso sí mencionar la cantidad de privilegios que se me han otorgado. Si Terry llegará a perderme cometería un gran error. Se que soy más que una mujer de gran belleza y elegancia, soy más que un conjunto de talentos y dotes artísticos, soy más que mi función reproductiva.

Hay más hombres en la organización con la misma preparación de Terry, pero como dije antes, yo soy la primera mujer, no hay nadie como yo. Yo soy la llave de las mujeres para ser abrir la puerta a las grandes oportunidades, su voces saldrán de mi boca y un día saldrá de las suyas, no volverán a ser ignoradas nunca más. De eso me encargaré yo.

- No te cansas de escribir, te lastimarás más tu mano.

Anthony, mi querido hermano quien se encontraba recargado en la puerta del estudio, mordiendo una manzana verde, realmente verde. Me observaba con cierto reproche en sus gestos, le molestaba que haya cambiado mucho durante estos años, sé que no he sido tan juguetona como antes, pero de aceptar que he crecido y ahora tengo más responsabilidades. Además debo admitir que mis gustos cambiaron mucho pero en esencia creo que sigo siendo las misma Candy.

- Y tú no te cansas de molestarme desde que llegaste.

- Me preocupo por ti.

- Estoy bien, esto no es nada. Hay peores trabajos y mal pagados en el mundo. ¿Tienes idea de la esclavitud disfrazada que hay hasta el día de hoy? No lo creo, de ser así le brindarías mejores condiciones de trabajo a tus empleados.

- Ahora me regañas, eres muy cruel conmigo.

- Solo digo la verdad Anthony pero con gusto podría ayudarte. Tengo varias propuestas que podrían funcionar.

- Vine aquí para llevarte a casa.

Anthony dio las últimas mordidas a su manzana y se retiró del estudio sin antes no darme una mirada de desaprobación. Podría decirse que en todo este tiempo ha sido la persona con la que más he intercambio correspondencia, había llegado a recibir hasta seis cartas por día de su parte. Siempre preocupado por mí, al pendiente de cualquier cosa que me pudiera pasar e inquieto por saber más de mí. Incluso su llegada ocurrió antes de que recibiera su carta anticipando su visita.

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