Desde nuestro regreso a Chicago el ambiente se ha puesto más frio, el otoño estaba reflejando mi sentir y al parecer el de todos. No habíamos ido aún a la mansión de las rosas ya que Albert deseaba esperar al investigador para saber quiénes eran los dos chicos que vimos en la fiesta en los Ángeles mientras tanto nos hospedábamos en la mansión de los Ardley, mi mayor entretenimiento era probarme la ropa del gran armario de mi habitación incluyendo al escandaloso vestido naranja, había decidido usar para la boda de Archie y Annie el vestido que Anthony, Stear y Archi habían modificado para mí en el baile al que me invitaron hace mucho tiempo. Una de las mujeres del servicio había logrado exitosamente adaptarlo nuevamente a mi cuerpo sin cambiar su diseño.
Karen y Terry se encontraban ya en Washington D. C. para preparar el cierre de la temporada de Vals de Candy, pronto me reuniría con él, toda la familia Ardley asistiría al igual que los Leagan, Britter, O'Brian, y otras familias importantes que darían una donación especial para causas relacionadas con los más necesitados. El señor Cornell se encuentra hospedado con nosotros pero casi no he cruzado palabra con él, dejó de llamarme Candy para nuevamente dirigirse a mi como señorita Ardley.
Mientras contemplaba como la cocinera orneaba el pan para la cena de hoy las voces y cuchicheos de algunas niñas hijas de las personas que trabajaban en la casa me sacaron del trance en el que me tenía aprisionada la masa del baguette en el horno mientras se inflaba por el calor. "Llegaron hombres armados en los automóviles" "Traen consigo las mismas carpetas de la otra vez" Tratando de ser lo más discreta que podía me dirigí al despacho de Albert con la intención de escuchar por la puerta pero mi plan se vio frustrado al darme cuenta de que escoltas armados custodiaban la puerta, pero eso no me detendría.
En cuanto me acerque aquellos hombres me impidieron avanzar colocándose frente a mí. La información que se estuviera manejando ahí dentro era mi derecho saberlo.
- ¡Dejadme entrar Albert! ¡De cualquier forma me lo dirás tarde o temprano!
Mis peticiones a gritos no surgían efecto alguno. Poco tiempo después Albert en compañía de George y otros hombres salieron del despacho. Vi la mirada de rabia en Albert como si se contuviera para llorar, incluso George que se caracterizaba por su serenidad y tranquilidad estaba muy molesto. Detuve los pasos de Albert tomándolo del brazo pidiéndole una explicación con la suplica de mis ojos.
- Toma tus cosas que necesites para la boda, nos vamos.
El personal de servicio reacciono más rápido que yo y en menos de un minuto trajeron todo lo que había empacado días antes. Albert y yo subimos al automóvil, por increíble que pareciera George no conducía esta vez, evitaba mirada con cualquiera y solo se sumía en sus pensamientos observando por la ventana. El chofer condujo lo más rápido que le permitía el automóvil hasta llegar a la mansión de las rosas, ya había oscurecido llegaríamos a tiempo para cenar pero con los ánimos supongo que eso no ocurrirá.
Entramos a la casa, Albert y George caminaban tan rápido que los seguía casi corriendo, el personal de la mansión salió para averiguar quién había interrumpido de manera tan brusca la tranquilidad de la casa. Al percatarse de que éramos nosotros se disculparon por no tener nada listo a nuestra llegada.
- Llamen a Archie y a Elroy ahora mismo a mi despecho. Que nadie nos moleste, es una orden.
Todo el personal sin titubear se agilizo en la orden que Albert había dado. George me condijo hacia el despacho junto a Albert y los hombres armados, esa situación me asustaba demasiado. Al poco rato entró Archie sudando y colorado de la cara, su respiración era agitada por lo que daba a entender que el pobre había venido corriendo lo más rápido que pudo. Ni siquiera pudimos alegrarnos de vernos o saludarnos ya que Albert le indico que se sentara en silencio absoluto. Archie trato de buscar respuestas a sus preguntas pero tristemente no sabía más que él. Esperamos unos minutos más hasta que entro enojada la Tía Abuela quien ingreso manifestando la falta de respeto de nosotros por llegar de esa forma, la manera inadecuada en la que nos hemos comportado puesto que se había enterado de todo por el periódico. hasta que la Tía Abuela se percató de la forma en la que Albert la miraba.
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Aceptar
FanficNunca conocí mi origen, desconozco la persona que soy, no sabría decir a donde me llevan las decisiones que tomo, se que debo seguir y de alguna forma encontrar la felicidad. Al parecer la felicidad no puede ser una persona, o un lugar al que pueda...