Capitulo 24. Guerra

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Siempre trate de ser una buena madre, jamás permití que mis hijos amaran más a su niñeras que a mí y mucho menos que las niñeras conocieran y amaran más a mis hijos que yo a ellos.

Siempre trate de que mi esposo se sintiera cómodo y tranquilo conmigo de modo que lo que pasará en su cabeza y lo que sintiera su corazón pudiera verlo y ayudarlo.

No siempre fue fácil ser esposa y madre a la vez que intentaba hacer mi trabajo de la mejor manera.

Logramos hacernos tiempo para ir a visitar a la señorita Pony, mi corazón sintió alivio de que pudo conocer a mis cuatro traviesos. Le parecía gracioso que mi niños se parecieran a su padre, con el mismo cabello negreo y los mismos ojos, pero que mis niñas fueran una copias casi exactas de mi cuando tenía su edad, los cabellos dorados rosados, las mismas pecas y una energía impresionante.

Aunque Eleonor apenas si estaba aprendiendo a caminar, su hermana Harriet se las ingeniaba para incluirla en sus travesuras. Mis niños se habían vuelto un poco más tranquilos pero con el mismo genio que su padre.

Pude hablar con la señorita Pony de tantas cosas, no quería que hasta el tema más superficial pasara desapercibido, el médico que la trataba nos informaba constantemente sobre su estado y al parecer ya no aguantaría más. Permanecí a su lado toda la noche que pasó en agonía y diciendo en voz alta todas las oraciones que ella me dedicaba cuando estaba enferma.

- Te preocupe y te quite el sueño muchas veces. Siempre te preocupas te por mí. Me diste todo lo que tenías, velaste mis sueños y mi felicidad. Te dolió entregarme más de una vez a personas desconocidas, te dolió soltarme, pero ahora puedes estar tranquila de que estoy y estaré bien. Cuídate de mi familia así como tú nos cuidaste a todos. Te amo Mamá.

Sostuve sus manos frías y las llene de besos al igual que su cara, acaricie sus cabellos blancos, le hablaba al oído y le repetí sin cesar cuanto le agradezco por salvarme la vida, criarme y amarme. Nunca le podría pagar todo lo que hizo por mí. Junto con la llegada del amanecer desapareció en un suspiro una de las alarmas más nobles y puras que he conocido.

Una parte de mi rompió y dolió tanto que sentía que el aire me faltaba. En su funeral cantamos las canciones que ella nos cantaba junto a la hermana María, llenamos de rosas Dulce Candy toda su sepultura. Mientras todo sucedía los sentimientos de mis duelos pasados regresaban y me atormentaban el alma.

El señor Cornell trabajo nuevamente conmigo y poco a poco el recuerdo de mi madre fallecida se volvió feliz y lleno de paz. Pude hacer las paces con Anthony gracias a eso. Casi no había tenido contacto con mis hijos pero basto con cuidarlos una semana para que ya no quisiera separarse de ellos.

Al finalizar mi duelo comenzó el de Terry, la salud del Duque de Grandchester se había deteriorado con la edad. Al igual que mi madre, el falleció en compañía de sus hijos. Pero solamente Terry pudo estar ahí hasta su último aliento. al salir de la oscura habitación de su padre. Los sirvientes del palacio se inclinaron ante él.

- Lord Terrence Graham Duque de Grandchester.

Creo que esto es algo extraño, muchos desean ocupar el título principal de la familia sin pensar que para eso alguien tiene que morir. Terry no deseaba ninguna de las dos cosas, a pesar de las diferencias con su padre nunca le deseo su muerte y mucho menos para ocupar su título. Duelo duro mucho más que el mío, tan solo con llamarlo Duque la herida que se formó en su corazón se laceraba más y más.

Los años transcurrieron tan rápido y tan lento, sentía que no me duraron mis niños chiquitos pero al mismo tiempo rogaba a la vida que ya crecieran para que dejarán de ser tan traviesos pero las travesuras y ocurrencias crecían junto con ellos. Organizar un festejo con todos la familia daba terror, mis hijos con sus primos era un caos asegurado.

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