Capítulo 04.

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Chiara.

Miro nuestras manos entrelazadas por unos segundos, pensando mis movimientos.

Claro que sabía que esto pasaría, pero no significa que no me afecte.

Tira de mí para salir del lugar con miradas curiosas siguiendo nuestros pasos.

Mierda.

Reacciono rápidamente y con mucha sutileza suelto nuestra unión. Claramente me da mirada de reproche que con todo el descaro del mundo evito.

Adelanto el paso, caminando al ala oeste de la masión de mis padres, subo las escaleras mientras escucho sus pasos detrás de mí.

Voy directo a la que era mi antigua habitación, abro la puerta, sujentándola para que ingrese. Doy una mirada al pasillo y finalmente cierro detrás de mí.

Me giro para enfrentarlo pero me pega contra la pared, contándome el paso con su cuerpo y la respiración con su mano aprentando mi garganta.

—¿Qué crees que haces...?—Digo con voz casi inaudible, siempre con la cabeza en alto.

—No vas a volver a escapar de mí.

No me deja responder porque estampa su boca con la mía en un beso salvaje que me hizo jadear de la impresión. Me besaba con hambre, y yo sin saber porqué le respondí de la misma forma.

Rápidamente me tomó de los muslos y envolví mis piernas en sus caderas, dejando su entrepierna contra mi humedad.

Mi vestido era de abertura en ambas piernas, lo que le facilitó el acceso a su mano a mi zona íntima, y el que no llevara bragas hizo abrir sus ojos con impresión. Sus dedos eran fríos al contacto con mi vagina y sentía esa frialdad subir y bajar con movimientos suaves que me hacían mover las caderas en busca de más fricción.

Introdujo un dedo dentro de mi intimidad y sin pudor alguno gemí en su oído, con su pulgar masajeó mi clítoris mientras entraba y salía lentamente, torturándome.

—Caleb...—Pedí.

—Me hiciste esperar mucho—Introdujo otro dedo dentro de mí.—Seis meses, Chiara.

—Tenía cosas que hacer.

—Sh sh... Tus excusas baratas no me sirven.

—Y tus dedos a mí tampoco.

Sonrió descaradamente mientras se inclinaba para decirme en el oído:—Tienes razón, tal vez mí polla sea una mejor opción.

—¿Eh?

Caminó hasta la cama y me lanzó en ella sin cuidado alguno.

—Eres todo un caballero—Digo con sarcasmo.

—En las Vegas no fuí un caballero, y no vi quejas de tu parte—Expone mientras se empieza a desvestir.

—¿Qué crees que haces?—Paso saliva cuando se quita la camisa y veo sus pectorales.

—Creo que es obvio—Dice para bajarse los pantalones junto a su bóxer dejándolo como Dios lo trajo al mundo.—Me voy a follar a mi esposa.

Miro su imponente erección, y trago con fuerza.

—Creo que no...—No puedo terminar porque tira de mis muslos para dejarme en la punta de la cama.

—Ese vestido te queda espectacular, mio amore—Alaba con los ojos ardientes de deseo, mientras paseaba sus dedos por mi mandíbula—Pero sin el te vez mejor.

Lo rompe de un solo tirón arrancándome un jadeo y dejándome desnuda con trozos de tela en mi piel. Su acción hace que me moja más y muerda mi labio inferior llena de morbo.

—Era carísimo—Comento sin preocupación.

—Te compraré todos los que quieras—Volvió a tirar de mí para posicionarse en mi entrada ya húmeda.

—Te creo—Jadeé por la sensación de su miembro jugando con mi pliegues.

—Tienes qué—Me miró a los ojos con adoración.—Porque yo moriría por tí.

Y sin más me penetró de una sola estocada.

Mis ojos se cerraron por sí solos, y un gemido escandaloso salió de mi boca.

—¡Ah, caleb!

—Eso, Amore—Alentó mientras bombeaba dentro de mí.—Gime para mí—Pidió mientras reclamaba mi boca en un beso salvaje.

Sus movimientos se volvieron constantes, demandantes.

Me dejé llevar por las abstinencia, o eso quería creer, cuando lo cierto era que me gustaba, Caleb me encantaba.

Clavé mis uñas en su espalda, lo sentir gruñir en mis labios. Su cara bajó a uno de mis pechos para lamerlos y mordisquearlos a su antojo sin dejar de penetrarme.

Mi centro se apretó por la sensación, él lo notó de inmediato y llevó sus dedos para estimular nuevamente mi clítoris, haciéndome llegar al clímax.

—Eso, Amore. Córrete para mí.

Y eso hice, me dejé ir. Luego de unos movimientos más el me siguió.

Quedamos tumbados uno al lado del otro, mirando al techo.

—No he estado con más nadie en estos seis meses.

Sus palabras me hicieron verlo.

—No me digas que te vas a poner cursi porque estamos casados.

El sonrío con sarcasmo:—No estoy siendo cursi.

—Yo tampoco he estado con nadie, Caleb.

Me miró fijamente mientras sonreía.

—Lo sé, soy difícil de olvidar.

Puse los ojos en blanco y me monté encima de él, quedando en la posición de vaquero.

—¿Segunda ronda?

—Pensé que nunca lo dirías, Amore.

Río con gracia, pero le doy una mirada de altivez.

—Bien, pero igual tenemos que hablar.

—Lo sé.

—Bien—Subo las caderas para colocarlo en mi entrada.

—Bien—Gruñó cuando me dejé caer de golpe.

Comienzo a moverme lentamente, afirmando que esta noche será realmente encantadora.

Es hora de pasar la página.

Pacto Con El Diablo [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora