Chiara.
—Es la reina de la pirámide—Exclama molesto el Líder de la mafia inglesa.
Sin pensarlo Caleb le vuela la cabeza, provocando que los otros líderes se indignen.
—¡Lo sabíamos, maldita rata!—Le grita Petrova, líder de la Mafia rusa.
—¡Tú estabas detrás de todo!
—¡Bastardo!
Siseo molesta, golpeando con mi arma la nuca de Petrov por boca suelta. Queda aturdido pero sé que escucha.
—Su Don no tiene nada que ver—Lo miro, encontrándome con la decepción en su rostro, mis chicas lo rodean, a él y a fabio.—Acepten que una mujer los venció, se acabó.
Miro a todos los presentes en la sala, a mi esposo más que todo, pero simplemente me da una dura mirada de reproche.
—Llévenselos.
Siguen mis órdenes dejándome completamente sola en el salón del Club.
—Quería avisarte, pero estabas en escena, no quería...
Levanto una mano para cortar a Fernanda.
—Él lo sabía.
—Imposible—Niega convencida.
—Lo sabía—Reitero con determinación.—No me miró con sorpresa, sólo con... decepción.
Mi voz se apaga al decir la última palabra, pero rápidamente me recompongo y me coloco el abrigo que trae Anna para mí.
—Es hora de irnos, nos esperan en el cuartel—Miro los cadáveres en el piso y me asqueo—Y limpien este desastre.
***
Al llegar a la base de Olimpus.—Una asociación secreta con el gobierno de Estados Unidos y el FBI para destruir convenios criminales.—fuimos recibidas con aplausos y ovaciones, lo que sólo aumentaba mi mal humor.
Lo cierto es que a pesar de mi aparente relajación ante la situación, no había podido pegar un ojo desde hace meses, desde exactamente el día que huí.
Porque no, no estaba en Las Vegas por casualidad, no me casé con con Caleb por coincidencia, no estuve fuera de Italia seis meses por miedo al compromiso.
Era algo mucho más grande.
Todo porque una semana antes de despertar en ese hotel con caleb mi padre había cavado su propia tumba.
La mía y la de mi madre con él.
Salgo de la oficina luego de revisar los documentos para el caso de Sainz.
Cruzo el estacionamiento en busca de mi McLaren cuando soy abordada por dos hombres que con cloroformo se hacen para dormirme.
Despierto esposada a una silla, en un cuarto con poca iluminación, sólo una miserable luz sobre mi cabeza cabeza una mesa a la derecha. No sé cuánto estuve dormida, sólo se que mi cabeza martillea, lo que sea que utilizaron me noqueó al instante.
Maldije para mis adentros por mandar a mis hombres a casa de mi padre.
No pude ni defenderme yo sola.
—Bienvenida al Olimpus, Señorita Lombardi.
Alzo la mirada en busca de esa voz.
Un hombre, alrededor de los cuarenta me da una sonrisa para luego rodearme y quitarme las esposas.
No pierdo tiempo y lo golpeo para esposarlo a él.
Queda un poco en shock al verse en esa situación, pero luego sonríe y asiente hacia las sombras de la habitación en la que nos encontramos.
—Tenías razón, Axel, ella es más que una cara bonita.
—Siempre tengo razón—De la oscuridad emerge un chico un poco mayor que yo, bien parecido y con una sonrisa de suficiente.—Eres la chica que necesitamos para destruir de una vez por todas las grandes mafias.
—No tengo idea de qué hablan, pero no haré nada de lo que dicen—Le quito el arma de la cinturilla al hombre que esposé y le apunto al tal Axel.
—Baja eso, chiara—Se acerca y me la arrebata.—Nos vas a ayudar quieras o no.
Lanza en la mesa el expediente de mi padre, expediente dónde se ve claramente sus acuerdos con la mafia italiana.
—Tú padre no es el hombre respetable que todos piensan, tú lo sabes—Me acusa con el dedo.—Nosotros podemos limpiar todo rastro de sus negocios con la mafia, saldrían intactos.
—Pero tú—Dice el hombre quitándose las esposas.—Tienes que ayudarnos en esta misión.
Axel saca su placa, al igual que su compañero.
—Yo soy Axel James—Se presenta.—El es mi compañero Orlando Vasquez, somos agentes del FBI.
—El Olimpus es una asociación secreta con el gobierno estadounidense y el europeo para detener amenazas en el mundo criminal—Explica Orlando.
Miro la foto de padre nuevamente, aquella en la que sale dándole la mano a Caleb con una sonrisa en su rostro y un brillo en sus ojos.
Pienso en mi madre, y finalmente digo.
—¿Qué tengo que hacer?
El flashback se desvanece cuando entro al comando.
Al principio la misión era enamorar a Caleb, sacarle información sobre la reunión entre grandes líderes que tenía planeada en aproximadamente ocho meses y que el FBI se encargara.
Pero todo se fué a la mierda cuando lo ví luego de tantos años. Seguía enamorada de él como cuando era adolescente. Si bien casarnos no era el plan, pasó y de alguna forma sirvió para los planes de James.
Aunque claro, me enviaron a Venezuela en un tipo de exilio por seis meses para quitarme ese enamoramiento absurdo que me llevó a casarme con él estando ebria. Además de entrenarme claro.
Lo demás... es cuento viejo.
Como castigo, me obligaron a participar en varias misiones, obligándome a matar en el proceso.
Volviéndome fría e inestable.
Y cuando por fin estaba liberando el estrés post traumático me llamó mi padre para recordarme su aniversario.
Fué entonces cuando tuve que regresar a cumplir mi parte del trato.
—Excelente misión, Diavolessa—Felicita Axel.—Lástima las dos bajas de los jefes, pero estoy seguro que fueron necesarias.
Ruedo los ojos, este tipo me harta cada vez que abre la boca.
—Quiero lo prometido—Pido sin rodeos, cuánto antes mejor.
Me da una sonrisa depredadora, la misma de siempre acompañada de su lasciva mirada.
Típico de un hombre como él. Un Don nadie.
—De hecho, ya está listo—Su confesión me hace fruncir el ceño, por lo que continúa.—Cuando supe que estaba lista para salir al show limpié todo el expediente, no hay ni un solo registro de tu padre que lo involucre con la Pirámide, siempre cumplo mi palabra.
Me entrega una carpeta con SS del servidor, es cierto, dice que hace dos horas se limpió en registro. No hay nexos, no hay nada.
Soy libre.
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Pacto Con El Diablo [+18]
RomanceLas Vegas siempre tuvo un magnetismo para atraer a las personas. La música, el baile, los juegos y... Las bodas. Chiara Lombardi, hija del Empresario Carlos Lombardi despierta en una lujosa habitación de hotel, acompañada por nada y nada menos que...