CAPITULO 24

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Leon condujo camino a su departamento, Rebecca durante el camino se veía sumamente exaltado, en el buen sentido. Había bebido un poco pero aquello bastaba para manifestar un sin fin de miradas al agente.

Tan solo llegaron, ambos hicieron el amor y no sé separaron uno del otro hasta el amanecer. Leon fue el primero en levantarse, no pudo reconciliar el sueño por la cercanía de las
6 de la mañana, no volvió a cerrar los ojos. Se quedó en la cama, ella estaba completamente acurrucada en su hombro, sintiendo muy sutilmente su respiración tan cálida impactando en su piel desnuda y exhausta. Habían fornicado una vez más, pero el deseó y el afecto nunca dejó de estar ahí, la mujer lo disfruto como nunca antes, incluso cuando Leon parecía un cadáver sin movimiento ella parecía un batería inagotable poseída por el deseo.

Leon tocó suavemente la mejilla de la Dra. quedó fascinado, su piel era tan tersa y majestuosa. La mujeres no faltaban en su vida, pero definitivamente Rebecca era especial, él lo sabía, su corazón se lo decía y con cada momento que había intimado con ella lo entendía, estaba convencido que su destino sería a su lado.

Cuando ella abrió los ojos, se encontraba cubierta completamente por la sábana que Leon le había puesto. Estaba desnuda y el pudor aún estaba presente, independientemente de que él ya tenía su corazón y la había hecho suya incontables veces, exhibirse cómo Dios la trajo al mundo aún estaba pendiente por superar.

Él entró a la habitación vestido y listo para irse, Rebecca sonrió pues el sexo la hacía muy feliz y Leon era el hombre perfecto para eso.

-Bueno... despertaste.

-Si, ¿Por qué no me levantaste? Pudimos desayunar juntos.

-Te veías cansada, consideré dejarte dormir un rato más.

El agente dejo su saco abierto al momento en que ella se deshizo de la sábana-Ven aquí.

Leon dudó un poco, pues ya estaba cambiado y ella parecía tener una mirada muy perversa detrás de su bonito rostro, pero al final se acercó.
Ella se puso a su altura y le acomodó sutilmente la corbata, haciendo contacto físico con él de forma en que podía verlo y sentirlo más de cerca.

Rebecca sonrió de oreja a oreja, mordió su labio y deslizó su delgada mano hasta el cinturón del agente. Leon sintió un escalofrío, ella parecía decidida a hacerlo nuevamente.

Pero Leon la detuvo antes de que ni el pudiera negarse-Espera Rebecca, no puedo... tengo una junta y...-Ella exhibió un rostro imposible de rechazar, pero el agente se mantuvo firme antes de que algo en su pantalón explotará-Tu necesitas trabajar en el suero, así que-Él la tomó por los hombros y la alejó un poco de su cinturón, tomó la sábana y la cubrió puesto que verla desnuda era un poco extraño y tentador.

Por otro lado ella se dejó manipular por su manos, se mostró dócil a pesar de estar encantada por la noche anterior.

La mujer cruzó sus brazos al igual que sus piernas, Leon se dió vuelta respirando lentamente. De inmediato supo que él estaba intentando recuperar la compostura la cual había perdido.

-De acuerdo.

-¿De acuerdo?-Replico él.

-Si, será mejor que vayas a trabajar, no sería lo más sensato tener sexo antes del trabajo, además no quiero que te despidan. Yo trabajaré en el suero.

Se incorporó, lo tomó de la mano y lo guío hasta la puerta. Se detuvieron en el marco de la misma, le besó la mejilla y le abrió la puerta exhortándolo a salir.

-Bien... Supongo que, te veo más tarde.

Cuando la puerta se cerró y está última los dividió, ninguno de los 2 dio un paso al frente, se quedaron estáticos, pasmados de cierta manera, Leon amago con entrar nuevamente pero no lo hizo, y se marchó.

(...)

Cerca de la 11 de la noche, la Dra. continuaba trabajando en el antídoto, su trabajo estaba por concluir y el hecho de que el agente no estuviera custodiando su persona la hacía sentir mucho más independiente, después todo no buscaba ser la chica mimada de Leon, sabía que era perfectamente independiente al momento de cuidarse sola.

El último tubo de ensayo había manifestado la misma e inútil reacción al pobre roedor que utilizó, por alguna razón, el suero no podía estabilizarse y mataba las células del huésped en lugar del virus por combatir. Su nuevo fracaso parecía interminable, y decírtelo a Leon la irritaba aún más.

Cerca de las 12:30 supo que debía volver a casa, tomó sus cosas y salió del laboratorio con la única y exclusiva compañía del velador de la instalación.

-Bonita noche-Agrego el velador al ver a la Dra. salir del laboratorio. La mujer correspondió y avanzó hasta el estacionamiento.

La noche era fría además de estar acompañada de pocos autos circulando por la calle. Miró su teléfono, Leon le había enviado un mensaje «Hola linda, ¿Cómo va el trabajo?»

Sonrió, adoraba que él le dijera "linda" era un poco tonto pero le agradaba que el se tomará el tiempo para ese tipo de detalles.

No le contesto, esperaba mejor llamarle una vez llegara a casa. Por lo que se apresuró a su auto y justo antes de abrir la puerta, de la profunda oscuridad emergió una silueta que de inmediato la puso alerta.

Ella no llevaba armas, así que lo único que tenía para defenderse era su inmaculado instinto por sobrevivir.

-Hola Rebecca-Dijo aquella silueta provocando un escalofrío profundo en la mujer.

-¿Albert? Pero... ¿Qué diablos haces aquí?

La Dra. dió un par de pasos hacía atrás al ver cómo él se acercaba con cautela-Estaba pendiente de ti, es de noche y me preocupé que anduvieras por este sitio sola.

Rápidamente Rebecca alzó sus cejas pero no sé inmutó, trago saliva y se dio vuelta para abrir la puerta de su auto -Estoy bien, Leon me dio un arma y se cómo usarla.

Albert soltó una leve risa y agregó -Claro claro, quien mejor que el gran Leon Kennedy para enseñarte a usar un arma, pero... tienes la sangre fría para dispararla al alguien vivo e igual a ti.

En ese momento, ella supo que él estaba a escasos centímetros de su cuello. Podía sentir presencia tan cerca que el escalofrío que la recorrió al reconocer volvió mucho más intenso y terrorífico que antes.

Repentinamente la mujer se giró dándole un rápido empujón al Albert -No me toques.

-No lo hice-Arremetió él al instante.

-Pero eso buscabas y créeme que no es a mi arma a quien deberías temer.

-Así, ¿Entonces a quien? ... ¿A Leon?

Rebecca frunció el ceño pero no se dejó intimidar.

-Escucha Rebecca, no creas que no se en lo que trabajas con Leon, se lo del antídoto y para que es exactamente, y déjame decirte que las personas que están tras el agente Kennedy no tienen buenas intenciones.

-Eso lo sé y...

-Y supongo que-Albert la interrumpió en seco-Él te prometió que te mantendría a salvó en todo momento pero, ¿Y si eso no es suficiente?

-¿Qué quieres decir?

-Nada, solo te diré esto Rebecca ¿Estás dispuesta a seguir con Leon a pesar de mis advertencias.

-Si le haces algo a León te juro que...

-¿Yo? Jamás, sería inaudito que me ensuciara las manos por algo tan banal, solo comento que lo bueno dura poco al igual que el amor.

-¿Me estás amenazando?-Respondió Rebecca de inmediato con una voz directa y dura, a lo que agregó Albert-Para nada Rebe, solo es un comentario, es todo... buena noche.

El profesor dio marcha atrás y permitió a la mujer entrar al auto, está última no encendió el automóvil de forma inmediata, se quedó unos instantes observando cómo Albert la miraba con desprecio y arrogancia, su postura de hombre recto y con modales había desaparecido, si alguna vez ella lo consideró remotamente atractivo, ahora no sería más que una vulgaridad total de su mente.

Al momento en que perdió de vista el auto de la Dra. Albert sacó su teléfono de su bolsillo y dijo con un semblante puramente serio-Hagámoslo, tengo lo que quieren.

Cuando estoy contigo | Leon y RebeccaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora