CAPITULO 11

452 39 3
                                    

La imagen de su figura tendida en la cama sobre la fresca sábana le hacía estremecer, cada vello de su cuerpo se erizaba y provocaba un sin fin palpitaciones enfundadas de una extrema exitacion.

Cerraba sus ojos y se dejaba manipular por las ásperas manos de Leon, aquellas que eran un tanto torpes y toscas al tacto, pero que impulsaban una ardua necesidad de que lo hiciera, que lo intentará, que sus manos recorrieran cada extremo de su cintura que, hasta ese momento, ningún otro hombre había tocado jamás. Para Rebecca dicha acción era una manifestación de que abría toda su voluntad hacía una persona en específico, e igualmente permitía dar luz verde a toda su intimidad.

Su aroma y su esencia tan cerca de la suya la hizo sonreír de manera involuntaria. Su calor la reconfortaba en una noche fría al igual que sus cálidos besos, que iniciaban en su suave cuello y terminaban mucho más abajo de la zona de su ombligo.

Su corazón quería salir expulsado por la estimulante sensación que la invadió, todo manifestación de afecto culminó cuando estaba por entregarse completamente a Leon, entonces el claxon del auto la hizo volver a la realidad.

Remojó sus labios para después poner toda su atención en él, este último revisaba el asiento trasero de su auto ajena a la razón de porque lo hacía. Había estado soñando despierta e incluso pudo llegar más lejos si su imaginación hubiera tenido más tiempo.

Leon se había quitado el saco en ese momento, Rebecca repentinamente notó que ella misma lo llevaba puesto encima ya tiempo atrás. Al sentir la tela de una prenda que le pertenecía al agente, no dudó en cubrirse lo más que pudo con ella. Pero no dudo en preguntarse en ese punto ¿Qué estaban haciendo? ¿Por qué Leon parecía buscar algo en su auto? y ¿Por qué está fina necesidad de tener intimidad? era evidente que había perdido la noción de la situación minutos antes.

Leon se dio vuelta con una botella de licor a la mitad. Él estaba sobrio, entonces la invitado a subir al auto, ella accedió pero no sé quitó el saco del agente en el proceso, lo conservó en todo momento, quería mandarle el claro mensaje de su interés por él.

Condujo un pequeño trayecto hasta llegar al departamento de Rebecca, tras detenerse en una esquina, Leon abrió la botella y bebió por unos segundos mientras ella observaba impaciente la situación. Ella estaba altamente estimulada por el calor de la situación, porque estaban relativamente nerviosos y porque esa aura de intimidad había reinado desde que se subió a su auto.

Leon le ofreció amablemente la botella para que también bebiera un poco, Rebecca no bebía en lo absoluto, pero rechazar tal invitación no estaba dentro de sus opciones, por lo que dio un fuerte trago al licor. Tosió fuertemente ante la intensa y amarga sensación que corrió por su garganta.

—Tranquila... ahora sé que el alcohol no es lo tuyo.

Le regresó la botella a Leon en medio de un intercambio profundo de miradas. El clima del auto estaba encendido pero poco podía hacer ante el cálido ambiente que ambos impulsaban dentro. El teléfono de Rebecca comenzó a sonar un par de veces, eran sus padres. Seguramente querían saber porque su hija no llegó a cenar, pero ella ahora estaba más pendiente en dar ese paso.

A diferencia de Leon, Rebecca estaba indispuesta a comenzar con la seducción que tantas veces Jill le contaba. La agente Valentine no era promiscua, pero para la Dra. aquello era todo lo contrario. Se aseguró de provocar a Leon de la manera más sutil posible, había visto en la televisión como hacerlo pero le aterraba llevarlo acabo, sobretodo porque no quería parecer una fácil.

De cualquier forma sus intentos fueron en vano, movió sus rodillas al lado de Leon muy pegadas a las suyas, la blancura de sus piernas salieron a relucir casi de inmediato y tomaba cierto contraste con su vestido, si aquello no era suficiente para estimular a Leon, nada lo haría.

Cuando estoy contigo | Leon y RebeccaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora