CAPITULO 8

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El sonido de la puerta cerrarse y aquel molestó rechinido causado por los engranes de la misma, aturdieron ligeramente sus sentidos, provocando irremediablemente que su par de ojos verde esmeralda permanecieran perfectamente cerrados al ritmo de su respiración, a medida que inclinaba ligeramente su cabeza al pecho de Leon.

Sus manos temblaron cuando el agente se aclaró la garganta y un—¿Rebecca que haces?—Salió de la boca de Albert a unos cuantos metros a la distancia.

Leon se quedó quieto dándole la espalda al profesor, la Dra. percibió la respiración pletórica del rubio situado justo encima de ella y es que la cercanía era demasiada para pasarlo por alto. Por otro lado y desde la perspectiva de visión de Albert, Leon y Rebecca parecían estar compartiendo un momento íntimo de cualquier pareja. Un montón de sensaciones invadió a la mujer, desde tensión y miedo, hasta emoción y premura, la adrenalina estaba presente y el hecho de que el profesor estuviera allí enmarcó aún más aquella atípica escena.

Albert miró lo suficiente para darse cuenta que Rebecca sostenía fuertemente la chaqueta de Leon, mientras este ultimo se encontraba pasmado y desbordado, era evidente que la imagen de ambos daba a muchas connotaciones y desde luego, ninguna era prometedora para una posible relación la Dra. su tensión se fue a la borda cuando los dos se incorporaron, y es que Rebecca no asimilaba lo sucedido, después de que Leon se puso de pie, ella no soltó en ningún momento incluso aun cuando pudo sostenerse por si misma. Estaba claro que la escena tendría consecuencias pero no le importo en lo absoluto.

—Re-Rebecca... ya puedes soltarme.

En ese instante abrió los ojos, temblando por la tensión y el sin fin de emociones que emergían en par en par.  Albert dejó caer el ramo de flores hasta sus rodillas con un rostro desfigurado por la molestia e incredulidad. Tras soltarlo, Rebecca coloco sus manos por detrás bajando sutilmente su cabeza mientras Leon se daba vuelta e intentaba aclarar el asunto.

—¿A... acaso interrumpí algo?—Espeto Albert con rigidez en la garganta.

La Dra. pareció ocultar su vergüenza y dejar que el agente Kennedy comandara la situación.

—No, para nada...—Se detuvo en seco cuando pareció olvidarse de su nombre.

—Albert—Indico el profesor sumamente irritado—Me llamo Albert.. 

Leon asintió cauteloso—En realidad ayudaba a Rebecca con unas sustancias y...

—¿Ayudar?—Alzo ligeramente la voz el profesor sacudiendo fuertemente el ramo de flores—¿Qué clase de ayuda es esa? ¡Si te colocaste encima de mi chica! ...—Entonces hizo una pausa rápida recuperando la compostura—Quiero decir, Rebe... Rebecca por que no nos aclaras un poco lo sucedido... n-no no creo ninguna palabra de lo que dice.

No lo dijo, pero lo pensaba, Albert había asumido que Leon intento seducir a la doctora y llegando al punto en que se termino propasando de ella misma justo en el instante en que entro.

Él dio un paso al frente con molestia y Rebecca levanto su mirada al unísono. Leon avanzo hacia el profesor y dijo—No paso nada entre ella y yo, y si no me crees, hay cámaras grabando todo... tampoco gano nada mintiéndote.

Estaba mas que claro que ninguno de los dos se llevaría bien de ahora en adelante, había recelo y una disputa interna que no manifestaban, aquella escena daba para muchas interrogantes de su parte. Al cabo de unos segundos Albert pasó a ver a Rebecca aun en silencio. El hecho de que tuviera los labios pintados y una parte del cuello de Leon manchado por dicho labial, le daba muy mala espina al profesor, pero cuando ella replico lo mismo que dijo Leon, no tuvo mas remedio que confiar en ella.

La mente de Rebecca no paraba discutir consigo misma, indispuesta a responder y decirle a Albert que era libre de salir con quien quisiera. Después se fijo en Leon mientras mil y un imágenes de lo sucedido llegaba a su mente, el contraste de ambos hombres era notorio y su personalidad aun mas, segundos mas tarde noto que él tenia cerca de su cuello una sutil mancha de su labial, que seguramente había obtenido al momento en que cayeron. Él aun no lo había notado, pero Albert si.

Pero su firmeza la hizo tomar su bolso, no estaba dispuesta a seguir contra la pared aparentando fragilidad, por lo que salió del laboratorio dejando a ambos atrás, Albert le siguió el paso con prisa—¿A donde vas? 

—Lejos—Agrego con amargura.

—¿Por qué? teníamos una cita.

—Pues ya no.

—¡Que! No lo entiendo, habías accedido...

—Yo jamás acepte tal cosa Albert—Se detuvo en medio del pasillo, mientras a la distancia Leon los observaba muy pendiente al asunto—Y por favor deja de seguirme como un maniaco, me asustas.

—Pero yo...

—Necesito tiempo para pensar las cosas, lo que sucedió haya dentro entre Leon y yo fue un accidente tal y como lo dijo, haya tu si no nos crees. Ahora... me tomaré el día, iré a ver a mis padres y trataré olvidaré la escena que se armó.

—¿Qué hay de Leon?—Manifestó el profesor con premura—¿Te va a acompañar?

Ella negó de inmediato, posteriormente se fijó en el agente que ya se había situado a un par de metros de los dos. Con una mirada llena de interés y un semblante culposo, ella no tuvo mas remedio que dejar las cosas claras aunque fueran todo lo contrario. Con todo el peso de su voz y el vacío que su corazón sufriría, dijo—Albert... Leon y yo no somos nada, a penas lo conozco, así que deja atrás esos celos y dame un poco de espacio.

Así fue que tras darse vuelta, su rostro se tensiono, la comisura de sus labios comenzó a temblar a la vez que una descarga de un vacío desconocido la sobrellevó, no deseaba ver a Leon a su espalda, no quería ver su reacción, aunque ella estaba convencida de que él no sintió absolutamente nada por lo que dijo, y esa es precisamente la razón de porque en dicho instante se sentía tan desangelada.

(...)

En casa de sus padres no pudo evitar tener la mirada ligeramente perdida, su atención estaba ausente al igual que sus ganas por estar allí, deseaba llegar a su departamento y recortarse en cama hasta perder el conocimiento, olvidarse de tan irrisorio día era su objetivo.

Al otro lado de la ciudad, Leon se encontraba en un bar bebiendo. Ya era tarde pero eso no importó para que el alcohol sesgara sus pensamientos, estaba convencido que no conduciría, caminaría o tomaría un taxi. Su cabeza daba vueltas y una impávida mirada le reinaba.

Se molestó al momento en que Albert pareció insistir con Rebecca, no había nada entre ambos pero le causaba cierta amargura y tensión. No sé mentiría otra vez, existía algún tipo de atracción hacia la Dra. la justificación más básica que encontraba era que sencillamente era linda e inteligente, además de muy intuitiva, no esperaba que eso fuera suficiente. En contraste con otras mujeres en su vida como Ada o Claire, Rebecca parecía despertar aquel sentimiento sobreprotector y genuino.

Los celos no fue un concepto que Leon alguna vez haya experimentado, cuando Albert los vio se aseguró de que estuviera muy clara su cercanía a la Dra. creyó de algún modo que había invadido su espacio personal pero ella no dijo nada, tampoco pareció evitar hacer contacto, todo era mutuo y sincero.

Mientras tanto en casa de sus padres, Rebecca cortaba una piña a medida que toda su atención se posaba en el suelo. Pero en su interior pensaba en Leon, y en lo glamoroso que era sentir dicha adrenalina con solo recordar su piel tocando la suya.

Recordó la pavorosa escena dónde lo sujetó firmemente para no caer, lo fácil que fue que su par de rodillas rozaran las suyas y sus fuertes brazos la rodearan. Su interés por el agente del gobierno crecía y crecía a más no poder, le alentaba creer que Leon parecía sentirse cómodo con su compañía, pero no podía emocionarse demasiado, al menos así se lo dijo.

De hecho, tenía la curiosidad de si él genuinamente sentía atracción hacia ella, hasta ese momento había sido sumamente respetuoso y atentó, a pesar de haber dicho en voz muy firme que no había nada entre los dos, por supuesto debía esperar para verlo al día siguiente, allí sacaría las conclusiones definitivas, estaba deseosa de verlo aunque su mente le repetía mantener la calma.

Cuando estoy contigo | Leon y RebeccaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora