CAPITULO 18

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Para Rebecca no fue fácil despejar su mente despues de salir del restaurante. Estaba molesta y decepcionada, con una expresión de pocos amigos que contrastaba con lo increíblemente bella que se veía esa noche.

Esperó de manera impaciente el taxi por aplicación, no llevaba auto pues tenía la idea que Leon la llevaría a casa al terminar la velada. Todo pudo haber salido peor y así fue, a lo pocos minutos, una pequeña llovizna comenzó a caer, empapando ligeramente su vestido y humedesiendo sus tacones sin tregua alguna.

Su ojo comenzó temblor sutilmente, mientras sostenía con firmeza el diminuto bolso de mano que llevaba.

—Leon... más te vale que no aparezcas mañana en mi puerta.

Se sentó atrás, quiso secarse pero no llevaba nada para hacerlo.

Volvió a mirar su teléfono, sin señal alguna de Leon. Por otra parte tenía las bandeja de notificaciones llena de mensajes, en los que se destacaba su madre, Albert y Jill, está última siendo bastante explícita respecto a lo que pensaba que estaban haciendo a estás alturas de la noche.

”Ey Rebecca! No olvides usar protección"

Si Jill se entera que Leon la dejó plantada, seguramente irá a matarlo, no obstante era la primera vez que Rebecca se sentía tan afligida por alguien, su corazón se había abierto para Leon y este último simple y sencillamente nunca entró en él.

Al llegar a su departamento tomó una toalla y comenzó a secar su cabello con recelo. Sentía despecho y creía firmemente que si lloraba por Leon sería una señal de debilidad, una cuestión que se había auto convencido años atrás.

(...)

HOSPITAL GENERAL, 12:37 A.M.

—Ya le dije que estoy bien señorita. Ahora ¿Puedo irme a casa?

—Lo siento señor Kennedy, pero no podemos darle de alta hasta que las pruebas nos digan que no hay nada grave.

—Pero si me siento bien, mejor que nun!!!!

Tan rápido como lo dijo, la costura de bala que el agente tenía en su costillas se estiró, provocando un dolor punzante y muy crudo.

—Lo vé, recibió 3 impactos de bala y aún cree que podrá dormir como si nada.

Pero Leon era terco y por su mente pasaba la estrepitosa imagen de Rebecca esperándole en el restaurante.

—No no, us-usted no entiende Dra. tenía una cita... mi chica, ella... también es doctora, debe saber que no podré ir—De pronto Leon miró a su al rededor ligeramente confundido—¿Qué-que horas?

La Dra. le miró con cautela tras haber examinado el diagnóstico. La mujer era especialista en traumatismos y dado los daños en el lugar en que fue la disputa, le sorprende el estado de salud tan indiferente del hombre que tenía enfrente.

—Es media noche, ahora intenté dormir. Esperaré los resultados antes de darle alta.

—¡Espere no!—Leon se levantó de la camilla y la tomó por la muñeca antes de que ella se fuera—No se vaya, pe-peridí mi teléfono en el tiroteo, no hay manera de recuperarlo, pero... puede llamar a este número.

Le entregó una pequeña nota a la Dra. acto seguido dijo con dificultad debido a la anestesia—Digale que estoy bien, no le de detalles de lo que pasó, yo-yo se los diré... ella es lo único que tengo. Confío en que la llamará.

Al terminar, Leon se dejó caer en la camilla acompañado de un gesto de dolor e incertidumbre. Hunnigan había enviado un par de guardias para resguardarlo a pesar de haberse negado al instante. Para Leon, asumir el papel de alguien vulnerable nunca fue lo suyo.

Cuando estoy contigo | Leon y RebeccaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora