CAPITULO 20

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Su calor, aroma y su tan resplandeciente esencia tan característica invadía su cuerpo. Rebecca estuvo completamente a disposición de Leon hace unas horas, se volvieron un solo ser por un par de horas dónde la intimidad de la Dra. salió a relucir como nunca antes lo había hecho.

Al despertar, la sábana blanca de la cama la cubría suavemente mientras el brazo de Leon rodeaba completamente su estrecha y delicada cintura. Abrió levemente sus ojos, dió un pequeño sobresalto y posteriormente miró hacía atrás. Buscaba irremediablemente que fuera Leon el hombre con el que había intimado la noche anterior.

Por su parte el agente seguía dormido, muy tranquilo en su respiración, se encontraba muy exhausto por la cantidad de energía que tuvo que utilizar la noche anterior.

Rebecca se quedó observandolo un rato antes de quitarse la mano de Leon de su cintura e intentar levantarse de la cama.-¿Pero qué...?-Se detuvo en un instante, estaba completamente desnuda y el pudor no tardó en hacerse presente en la habitación, pero le encantaba de cierta manera haberse entregado al agente.

Desenvolvió la sábana con sutileza y se cubrió rápidamente, aquel movimiento despertó a Leon.

—Oh... Ya estás despierta-Exclamo con los ojos semi abiertos—¿Qué hora es? Tengo una junta a las 10.

Rebecca camino en dirección a su teléfono y miró la hora—9:22

—Bien... ¡Qué!

No tardó demasiado para que Leon se incorporara de la cama sin ningún tipo de vergüenza. Rebecca lo había visto sin ropa la noche anterior, pero le fue muy complejo volver a verlo como hace unas horas.

Leon lo notó pero tenía prisa y decidió no decir nada, mientras se bañaba y alistaba para irse, la Dra. Se acomodó al borde de la cama, con las piernas muy juntas y sus manos encima de las mismas, estaba completamente tensa porque había tenido sexo después de mucho, mucho tiempo y ahora Leon y su persona parecían entrar en un estado intimidad que resultaría en una relación amorosa inminente.

El como actuar de ahora en adelante la aterraba y resultaba ser un terreno inhóspito para su persona. Cuando Leon se vistió completamente su atracción hacia él no dejó de hacerse presente.

El agente se dió vuelta y la vio al borde de la cama, ella le miraba como si estuviera examinando el hombre con el que había intimado, sin embargo, al instante de verla ella miró a otro lado mientras se ruborizaba y movía sus dedos de las manos de forma nerviosa.

—Me tengo que ir Rebecca, voy tarde... me hubiera gustado invitarte el desayuno.

—No te preocupes Leon, entiendo... eh—En ese momento su balbuceó provocó que él enfocará aún más su atención—¿Nos veremos al rato?

Leon asintió en respuesta—Yo te llamaré.

Rebecca sonrió aunque se sintiera ligeramente incómoda por el hecho de no llevar ropa.

—Le-Leon...—Musito nerviosa.

—¿Si? ¿Qué ocurre?

Ambos se miraron, estaban pendientes uno del otro, ella podía sentir en los ojos de Leon el deseo que él sentía hacia ella, todo era recíproco y causaba que la Dra. Se sintiera tan reconfortada.

—Perdona si me pregunta es algo obvia Leon, pero necesito estar segura que vas en serio en esto, y que no solo fue simple y sencillamente por acostarte conmigo.

El agente levantó sus cejas de inmediato, le sorprendió tal comentario, pero era todo oídos y respondería ante cualquier aseveración que ella dijera.

—¿Ahora podría decirse que... somos pareja no? o mejor dicho, ¿Me amas verdad?

En ese momento Leon bajó sus hombros, hizo una ligera mueca en su boca acto seguido se dirigió hasta donde ella se encontraba. La mujer se hecho ligeramente hacía atrás, pero cuando la cercanía entre los dos ya no existía, sencillamente se dejó llevar.

Las manos del agente se depositaron en sus estrechos y desnudos hombros, el tacto causo una escalofrío en ella pero al mismo tiempo, una estimulación que solo él podía provocar en su cuerpo.

Se quedaron así por unos instantes, ninguno decía nada hasta que Leon se colocó en cuclillas estando a la altura de Rebecca, a partir de ahí, la sinfonía de miradas comenzó.

—No creí que fuera necesario decirlo, soy más partidario de que las acciones valen más que mil palabras pero, en esta caso... Si Rebecca, te amo y quiero estar contigo ¿Eso resuelve tu duda?

Ella asintió de inmediato, lo besó suavemente en los labios y se despidió de él.

—Yo igual. Te veo más tarde.

(...)

Cerca del medio día se dirigió a la cafetería cerca de la torre donde ahora trabajaba, había agendado su encuentro con Albert y esperaba que esto fuera rápido. El profesor seguramente insistirá, sin embargo, ella pondrá punto y final a su dudosa amistad.

Bajó de su auto convencida en que nada malo podría ocurrir, su relación con Leon estaba floreciendo y esperaba que Albert lo entendiera.

Respiró profundamente antes de entrar a la cafetería, la silueta de Albert vista previamente puso al flor de piel sus nervios, pero no podía dar vuelta atrás, ya que si lo hacía, esto nunca acabará. No pasó demasiado para que el profesor la viera entrar, se levantó de inmediato esbozando un larga sonrisa.

—Rebecca, me alegra que hayas venido... temía que al final te arrepintieras.

—Pues no lo hice—Exclamo sentándose—Debia lidiar con esto tarde o temprano, y es mejor que sea aquí y ahora, evitemos más malentendidos.

—Ya somos dos Rebecca—Seguidamente el profesor se sentó, pidió un poco de agua a la camarera y posó toda su atención en la Dra.—¿Dime cómo has estado?

—No vine a hablar sobre mí vida íntima Albert—El hombre borro ligeramente su sonrisa al escuchar tal frialdad—Lo que escucharás sonara doloroso y también algo directo, pero vine a cortar cualquier vínculo que alguna vez tuvimos.

Pero el profesor no se inmutó, de hecho su semblante permaneció tranquilo e incluso tuvo tiempo para beber un poco de agua antes de responder.

—¿Estás segura?

La mujer esbozó una expresión de extrañes—¿Qué quieres decir con eso Albert?

—Pues bueno, no me sorprendería que Leon te dijera lo que me dirías en este momento.

—¿Qué? Leon no tiene ninguna injerencia en mi vida hasta el momento, yo sola puedo lidiar con esto.

—Claro que si querida, pero dime... ¿Es lo que quieres? ¿Lo amas? o... Solo te gusta porque te hace sentir mujer.

Repentinamente la mesa se sacudió, los comensales se quedaron petrificados mientras un silencio se formó en el lugar. Rebecca había abofeteado fuertemente a Albert en consecuencia por haber dicho las palabras equivocadas sobre las personas equivocadas, de alguna manera, él profesor había cruzado la línea.

—Mi vida privada no le incumbe a nadie más que a mí.

Sin embargo, el profesor sonrió y no dudo en responder.

—Rebecca Rebecca... Sabía que terminaríamos así, conozco a las mujeres como tú, pero sabes... Me agrada que te hagas la difícil. desafortunadamente Rebecca, a partir de ahora, yo tendré el control y todo harás lo que yo diga.

Cuando estoy contigo | Leon y RebeccaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora