CAPITULO 1

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Era una tarde soleada en Washington, con el típico ajetreo cotidiano y una imperante sensación de normalidad dentro de sus ciudadanos.

Lejos de las grandes avenidas y los sitios concurridos que hacían icónico esta lugar, en un edificio con apariencia un tanto pretensiosa y abarrotada de lujos, Rebecca Chambers yacía sentada justo enfrente de su espejo con las manos encima de su regazo, ligeramente estimulada y ansiosa. Miró sus labios con cautela, hizo lo mismo con sus mejillas ruborizadas y posteriormente con sus ojos verdes que tantos halagos se habían ganado por el genero masculino.

Estaba lista para salir, se había arreglado con elocuencia para no parecer demasiado vulgar o demasiado sofisticada, buscaba un punto intermedio, pero ella no estaba tan acostumbrada a esto. No sentía plena confianza en enseñar aquel escote de corazón que podía pretender algo que no quería ser, no obstante, se había llevado una hora en arreglarse e incluso, pidió el día en el laboratorio para poder llegar a su cita.

—¿Ci-cita?—Replico en voz baja cuando aquella palabra retumbó en cada rincón de su cabeza.

No comprendía cómo había terminado en una posición donde Jill la convenció en salir con alguien. No había sido la mejor de sus decisiones, pero la insistencia de su amiga había llegado a tal punto, que si no aceptaba esta no desistiría, era demasiado testaruda.

Por lo que tras una pequeña disputa mental, recordó brevemente quien era exactamente su cita.
Se trataba de un profesor de química, con un gran expediente en el gobierno, para ser más precisos, en el departamento de investigación, era 4 años mayor y tenía un gato sin pelo en casa. Si con estas credenciales no era capaz de llegar lejos con la Dra. Chambers nadie lo hará, al menos eso pensó ella al tomar su pequeño bolso de mano y salir de su departamento.

Caminar por el pasillo era recurrente, pero ahora el contexto era diferente y su objetivo aún más.
Llegó hasta el estacionamiento insegura sobre ir o no, al final sacó las llaves de su auto y abrió la puerta para entrar, lo encendió y enseguida su teléfono comenzó a sonar.

—Ojala sea él...—Se dijo entre tensión y emoción, pues estaba deseosa que se cancelará su reunión.

Pero su rostro manifiesto decepción cuando vio que se trataba de Jill.

"Ah... ¿Qué querrá? Le dije que no habrá ningún tipo de detalles hasta la noche"

No contestó, lo guardó en el compartiendo del auto con nada de disposición en su mirada. Justo antes de que pusiera toda su atención al frente y arrancará, un hombre tocó su cristal llamando su atención.

Ella se giró pero no bajo la ventana, amagó con su cabeza para saber que deseaba aquel hombre.

—Buenos días, soy agente federal ¿Usted es la Dra. Chambers?

Rebecca sopeso el comentario con cautela, sus ojos se entrecerraron indecisa sobre si bajar o no el cristal. Al final lo hizo-Si.

—¿Puede acompañarme? Serán solo unos minutos.

Lógicamente pensó en negarse, tenía una cita a la que llegar y una amiga que le exigirá detalles por la noche, no había demasiados argumentos para acompañar a un extraño, por más que se presentará de esa forma.

—¿Por qué razón? ¿Hice algo ilegal?

Aquel hombre se mostró inmutable ante las 2 preguntas que expresó la mujer, su aspecto fino y robusto era apremiante a los ojos de Rebecca, tampoco parecía ser alguien fingiendo ser un agente del gobierno, sino su aspecto era tal cual.

—No tengo la autoridad para darle tal información, solo le pido 5 minutos.

Con aspereza en su garganta, ella bajó del auto y acompañó aquel hombre hasta el BMW negro que permanecía en la esquina del estacionamiento. A primera vista notó los cristales polarizados, blindados y un segundo agente con apariencia bastante seria aún costado.

Cuando estoy contigo | Leon y RebeccaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora