Atado a ti

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Amanda tenía ya cinco días sin ver a Said, eso dictaba la tradición, ella se encontraba rodeada solo por mujeres que la consentían y le contaban historias de sus vidas y le daban consejo de cómo mantener feliz a un hombre, disfrutaba mucho con sus relatos, también la ilustraron en las palabras que debía de decir ante el rey quien oficiaría la ceremonia, este día la había practicado más que de costumbre pues mañana seria el día de la ceremonia y no quería quedar mal ante las miles de personas que estarían presentes, tomo un sorbo de té, mientras hojeaba una página del libro que le había obsequiado la abuela de Said El Kamasutra inclino un poco el libro para ver una posición que parecía algo anormal de practicar cuando escucho la puerta abrirse ya era muy tarde así que se levanto con el libro en mano y camino en dirección a la puerta de entrada al hacerlo se topo con un pecho duro y caliente soltó un grito a ahogado por la sorpresa

- No te asustes pequeña soy yo

- Dios casi me matas del susto, ¿pero qué haces aquí? Se supone que no puedes verme hasta la boda

- Lo sé, solo vine a preguntar ¿si estás bien?

Amanda lo miro con expresión sincera y le contesto meneando el libro en sus manos

- Estoy bien, gracias por preguntar

Said contemplo el libro en las manos de su esposa y sonrió de manera descarada, Amanda lo noto y escondió el libro en su espalda

- TU abuela

Exclamo en su defensa

- LO imagine, ahora me tengo que ir pequeña, nos veremos mañana, trata de descansar la celebración dura todo el día, necesitas descansar

- Gracias lo haré

- feliz noche princesa

- feliz noche alteza

Besando la mano de sus esposa se despidió de ella cerrando con sigilo la puerta para que no se dieran cuanta del descaro que había cometido al haber visitado a su esposa en la zona privada de las mujeres de palacio

La ceremonia se llevo a cabo, al frente de miles de espectadores no duro demasiado tiempo solo un ritual realizado por un hombre cubierto de pies a cabezas por una túnica negra el cual tomando un cordel con hilos de oro , le ato amabas manos que estaba sujetas las una a las otras y dijo en un tono firme unas palabras en árabe que por supuesto Amanda| no entendió , pero por el rostro de Said dedujo que era algo grave por su expresión ceñuda, después, que hubo concluido el ritual se dieron paso a las celebraciones que durarían tres días, aunque ellos deberían viajar esa misma noche al desierto y allí pasar lo que restaba de noche, el día trascurría entre risas bailes y comidas, las horas trascurrieron de manera rápida hasta caer la noche, Amanda había saludado a tantas personas que las mejillas le dolían, y había apretado tantas manos que si apretaba una ultimas vez se desmallaría.

Estaban toda la familia reunida en el umbral de las puestas de palacio para despedir a los recién casados que partían al desierto

- ¡Ho vamos chicos antes que os vayáis quiero ver un beso entre vosotros!

Amanda miro a Said este le dedico una sonrisa ladeada mientras acercaba sus labios a los suyos, dándole un beso casto en los labios

- ¡A eso llamas besar, uno de verdad Said asad al Manzur!

Amanda miro a la abuela de Said quien tenía una chispa de humor en su rostro, parecía una niña juguetona, acercando los labios a su esposa Said le susurro cerca

- Si no lo hacemos, no nos dejara en paz

- Pues hazlo

Said acerco su monumental cuerpo al de su esposa quien le dedico una mirada que no había visto nunca en ella, le rodeo por la cintura mientras que ella posaba sus manos en pecho firme de su esposo, la atrajo más hacia él y le beso de una forma provocativa, sensual y exquisita, Amanda no solo se dejo hacer, si no que participo en el beso, rodeo el cuello de Said con sus manos las cuales enredo en su cabello, su beso se hizo tan profundo que se habían olvidado hasta del suelo que pisaban, Amanda se separo después de unos segundos, jadeante con la respiración acelerada, Said seguía con los ojos cerrados luego los abrió de golpe al escuchar la vos cantarina de su abuela musitar, en árabe unas frases maravillosas que lo hicieron sonreír, Amanda lo imito aunque no sabía de que se estaba riendo

El rostro de la venganzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora