Eres mía

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Said terminaba  de desayunar cuando escucho un gemido en la estancia, retiro la silla y dejando la servilleta a un lado de la  mesa salió a inspeccionar, al ver a su esposa con las manos en la cabeza el cabello un poco alborotado cayéndole en unos semi rizos hasta la cintura, le dieron muchas ganas de reír pero se contuvo al detallar mas a la mujer que tenia ante sus ojos, llevaba su camisa del día anterior le quedaba grande le cubría hasta las rodillas y en  las mangas le sobraban aun más la tela  

- Buenos días princesa   

Amanda levanto la cabeza y miro de mala gana antes de contestar

- ¿Qué demonios tienen de buenos? Hummm

- Ya te traigo un par de analgésicos, ¿si no querías despertar de ese modo no debiste haberte bebido todo Londres anoche?

Amanda farfullo algo q said no entendió antes de  desplomarse  en el sofá más cercano

- Tomate esto

Tendiéndole un vaso con agua y un par de analgésicos que ella  acepto sin chistar los bebió y volvió a colocar su cabeza en el esponjoso sofá sin ni siquiera mirarlo

- Deberías...

- ¿Donde están mis cosas?

Le interrumpió ella

- Descansa, ¿necesitas que te lleve en brazos a la habitación?

Conocía la respuesta a su propia pregunta, pero le gustaban las pullas con Amanda

- ¿A donde me has traído? ¿Estamos en tu país?

-  No, pequeña estamos en Mónaco exactamente en monte carlo, ¿has estado antes aquí?

- Si

- Bien pero no creo que a esta altura, ni mucho menos en este edificio

Amanda resoplo  y se encogió de hombros en señal de no importarle, soltó un suspiro  y decidió ir a "su habitación" a descansar... y así lo hizo por unas 4 horas más, hasta que su cuerpo le exigía líquidos o algo de comida, abrió los ojos y miro alrededor de nuevo el sol estaba menos fuerte, se levanto y se dirigió hacia el ventanal quedo de piedra al ver que estaba atardeciendo, no había dormido tanto en muchos días, para ella era una gran novedad, contemplo el atardecer un momento, para luego dirigirse a la planta inferior donde se encontró con la enorme estancia la cual atravesó hasta detenerse en  unas puertas dobles de cristal las cuales abrió para salir a la enorme terraza cuya piscina parecía flotar en las nubes 

- ¡Joder!

Exclamo contemplando la belleza del lugar, camino hasta el borde del  la terraza, estaban a una altura impresionante se podía ver todo Mónaco desde allí, era una vista sin precedentes

-¡Increíble!

-¿Os gusta?

La voz de said la saco de su ensoñación

- Es un lugar muy impresionante, deberá de costar una fortuna estar alojado aquí

- Hum algo así, aunque nosotros no debemos de preocuparnos por ello, pues yo soy el dueño absoluto del edificio

- ¡HO que fascinante!

El sarcasmo de Amanda no conocía límites

- De mas esta decirte que esta todo a tu entera disposición

- Que lindo... aunque lo único que necesito en estos momentos es mi desaparecida maleta ¿sabes a donde pudo ir?

- Quizás al casino

El rostro de la venganzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora