I.- Los Hijos de Batman

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Bruce Wayne ha sido conocido como Batman durante mucho tiempo, aunque solo por sus conocidos ya que ha mantenido su identidad en secreto no queriendo arriesgar su propia vida o más importante la de sus hijos; nadie pensaría que el caballero de la noche tuviera un corazón pero desde el momento que comenzó a adoptar a chicos su corazón se ablandó pero nunca pensó en tener hijos biológicos hasta que llegaron dos.

Batman se encontraba frente a Thalia, mujer de cabello castaño rojizo de ojos verdes, aquella mujer de la que creyó enamorarse hasta que descubrió que era una asesina e hija de uno de los hombres más peligrosos que se había enfrentado.

— ¿Qué quieres, Thalia? — le preguntó Bruce frunciendo el ceño mientras retiraba su máscara.

— Quería hacerte una pequeña visita, pasamos tan buenos ratos juntos. —dijo la mujer de manera inocente.

— Al grano.

— Mi padre está muerto y la persona que lo asesino esta detrás de nosotros.

— ¿Nosotros?

Thalia retrocedió y en las sombras se podían ver dos figuras, un niño y un joven.

— Tus hijos.

Bruce se acercó ligeramente sorprendido.

— No te impresiones tanto, padre. Yo imaginé que serías más alto. — dijo el menor saliendo de las sombras, un chico de doce años cabello azabache de ojos verdes, un gran parecido a su padre.

— Damian. — se quejó el mayor con un suspiro mientras se dejaba ver, es un joven de veinte años castaño obscuro de ojos whiskey con motas verdes.

Bruce quedó impresionado al ver al mayor, era la copia de su madre, no se parecía nada a él o a Thalia, era una imagen que jamás pensó ver de nuevo pero ahora al parecer su hijo se parecía a su abuela.

— Ellos son Mieczyslaw y Damian. — presentó la mujer.

— Puedes llamarme Mitch. — dijo el mayor con una ligera sonrisa.

— Vamos, es el nombre que te dio tu abuelo.

Mitch puso los ojos en blanco y miró a la otra con odio.

— Ese hombre no fue nada para mí y esa es la razón por la cual lo odio.

Damian solo suspiró mientras miraba a su hermano mayor. Bruce solo miraba con curiosidad todo, podía ver que su hijo mayor odiaba a su madre y familia, era interesante porque Damian no parecía igual sino que él le daba lo mismo.

— El punto aquí es que ellos estarán a salvo contigo. — cortó Thalia la discusión con su hijo, no llegaría a nada.

— Solo lárgate. —dijo Mitch sabiendo que su padre no diría nada.

— Volveré.

Damian solo la miró y asintió con la cabeza.

— No lo hagas.

La mujer se fue con una mirada de tristeza.

— Como la odio.

— No ganas nada odiándola. — le dijo Damian restándole importancia.

— Espero que nunca entiendas porque lo hago. — le dijo Mitch con una sonrisa mientras revolvía su cabello.

El menor solo sonrió de manera ligera, no le gustaban las muestras de afecto pero las de su hermano eran otra cosa.

— Vamos.

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Bruce llegó a la mansión junto con sus hijos, se reuniría con los demás en la sala principal donde ya los estaban esperando.

— Compórtate. — le dijo Mitch al menor antes de entrar a la sala.

Bruce no pudo evitar sonreír al ver el puchero en el menor y como el mayor solo sonreía mientras lo empujaba levemente.

Ahí se encontraban tres chicos esperándolos junto con un hombre mayor.

— ¿Quiénes son estos chicos, Bruce? — preguntó uno de ellos con una sonrisa divertida.

— Sus hijos. — dijo Damian recibiendo un zape del su hermano.

— Se sutil, te dije que te comportaras, les va a dar un ataque además ninguno sabía que había tenido una aventura con Thalia y menos dos veces.

— Y tu me dices que debo de ser sutil.

— Básicamente es eso. Son mis hijos y de Thalia y ahora se quedarán con nosotros. — dijo Bruce con diversión aunque su rostro mostraba seriedad.

— De acuerdo, ahora son nuestros hermanos. Me llamo Richard pero díganme Dick. — se presentó un chico de veintidós años de cabello azabache de ojos azules.

— Pequeños bribones, ha pasado tiempo. — los saludó Jason, chico de veintiún años de cabello castaño oscuro de ojos verdes.

— ¡Jason! — exclamó Mitch abrazando al mayor con fuerza.

— Sigue siendo un idiota, solo es un año más grande que Mitch. — se quejó Damian con una ligera sonrisa mientras Jason revolvía su cabello.

— ¿Se conocen? — preguntó Bruce con curiosidad.

— Vivió con nosotros un tiempo además de que fue la niñera de Damian desde que nació. — se burló Mitch recibiendo un empujón del otro.

— Solo tenía que cuidarlos, eran el futuro del clan además de que mi cerebro seguía un poco frito en ese momento. — explicó Jason con tranquilidad.

— Es bueno saber que las cosas no son tensas. Soy Tim. — se presentó un chico de diecisiete años de cabello azabache de ojos avellana.

— Es un gusto conocerlos, me llamo Mieczyslaw pero díganme Mitch y el pequeño demonio es Damian.

— Tu nombre es bastante peculiar.

— Es un asco.

Los demás rieron junto con el chico, Damian solo sonrió levemente, le gustaba ver a su hermano mayor feliz, con su madre no era tan feliz y pasaba un infierno ahí.

— Por lo menos se llevan bien. — comentó Alfred mientras que Bruce sonreía, sus hijos se llevarían bien y se tendrían a ellos mismos.

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Dick, Jason y Mitch entraban a una montaña, lo que parecía una clase de guarida, los menores se habían quedado en la mansión.

— ¿Quieren que sea parte de este grupo? Son como una mini liga de la justica. — los otros lo miraron — ¿Qué? No vivo en una cueva, sé acerca de todos los héroes que existen además no es como si ustedes se mantuvieran en el anonimato.

Los mayores rieron. Habían pasado ya dos meses desde que los hermanos Wayne llegaron a la mansión y se habían adaptado bastante bien aunque a Damian le costaba más y sin Mitch a su lado podía descontrolarse por más bien que se llevará con los demás.

— Serás un buen miembro del equipo, tus habilidades son muy buenas y el manejo de armas que tienes es prácticamente excelente. — le dijo Dick con una sonrisa.

Al entrar varias cosas salieron volando hacía ellos incluida una pelota de baseball, la cual tomó Mitch con una mano alzando una ceja al ver como los chicos de ahí se habían quedado como piedras al verlos.

— ¿Así es todos los días? Si es así las cosas podrían ser mucho más peligrosas aquí que allá fuera. 

El Legado de un HéroeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora