Prólogo

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Abro los ojos y lo primero que veo son mis rodillas, vuelvo a sentir la presión en mis muñecas y recuerdo que me han capturado. Me siento como un animal.

¿Que es lo que había hecho? Nada. Pero por alguna razón estuvieron persiguiéndome hasta que por fin pudieron encontrarme en la India. Me dejaron sin escapatoria alguna y me sentí completamente acorralada. Ya perdí la cuenta de los días o quizás semanas que llevo aquí y en lo único que puedo pensar es en mi padres, a quienes dejé completamente aparte de todo este mundo nuevo para mi.

Realmente no sé como fue que conseguí mis poderes, sólo sé que una noche estaba fumándome un cigarrillo en la terraza de mi habitación y un destello en el cielo me cegó por completo, decidí no darle importancia al asunto y simplemente me dormí. Al otro día desperté con esta extraña energía envolviendo mi cuerpo y días después comencé a experimentar sin consciencia algunos de mis poderes.

En un momento podía estar en dos lugares a la vez sin que nadie pudiese notarlo y a mi madre le sorprendía siempre que yo pudiese adivinar lo que Rita, nuestra ama de llaves , había preparado para el desayuno, almuerzo y cena. Comencé a oír conversaciones desde largas distancias y para mi sólo era un juego, hasta que comencé a comprender que estos extraños poderes que había obtenido fueron resultado de la primera luz, como muchos lo llaman y que tarde o temprano traerían consecuencias. No quise asustar a mis padres ya que era más que suficiente lo que oían en la televisión sobre Kingdom y sabían bien que cualquier persona u objeto relacionado con la radianita era peligroso.

Comenzaron a pasar los días y comencé a sentirme observada, la sensación fue tan fuerte que ni siquiera quería pararme e ir al baño, con el tiempo comencé a descubrir pequeñas cámaras escondidas por mi hogar incluso hasta en los jardines de mi casa. Con el paso de los años comencé a recibir cartas anónimas con el sello de Kingdom y me asusté porque sabía que no tenía escapatoria de ellos, ya sabían de mí y ni siquiera sabía cómo. Preferí irme de mi hogar y les dije a mis padres que me iría de viaje por el mundo, al tener una situación económica bastante sustentable a ellos no les pareció extraño y de hecho me prometieron ayudarme económicamente con "mi viaje".

Estuve un año así, huyendo de ellos, escondiéndome,  cambiándome el color de  mi cabello, con las esperanza de que si fuera a topármelos, no me reconocieran. Y cuando estaba sintiéndome tranquila, segura de que ya no me iban a encontrar, me acorralaron y me encerraron. No me han hecho nada más que preguntas, a las cuales no le he dado respuestas y siento que ya están agotados.

Traté de acomodarme en el suelo para que mis piernas no se durmieran, de todas formas el hambre que estaba comenzando a sentir hizo que me olvidara de la incómoda postura que tenía sobre el suelo.

La puerta se abrió y soplé mi rojizo cabello teñido hacia un lado para poder ver bien a quien estaba por entrar por la gran puerta metálica. Era esa chica asiática de cabello negro, aún no me dice su nombre, pero ella siempre supo el mío. Por alguna razón me sentí un poco decepcionada de que no era él quien entraba por aquella puerta, durante estos días nunca lo volví a ver.

—Hola Mariah— saludó y yo no respondí.— Creo que ya deberías de tener hambre, te traje esto, es tu favorito.— dejó la bandeja en el piso y me desató las manos, miré la bandeja y efectivamente, en el plato se encontraba mi comida favorita.

—Gracias— le dije en un tono neutro. Se quedó ahí, observándome y supe que quizás volvería a bombardearme con preguntas que no respondería. Suspiró y comenzó a hablar.

—Nos hemos rendido con nuestras preguntas — anunció — Queremos liberarte, pero a cambio queremos que te nos unas— dijo finalmente. Era algo que yo intuía desde el comienzo de todo, y la idea me aterraba bastante, yo no sé si realmente son criminales o si están salvando nuestro mundo.

— No seré parte de su equipo, no quiero ser una criminal— respondí, ella río.

—No somos criminales ,cariño— dijo sin ningún ápice negativo.

—¿No?— pregunté irónicamente — ¿Tenerme aquí en contra de mi voluntad no los convierte en eso?

— Queremos salvar el mundo.— dijo ignorando lo que acababa de decir.

—¿De que?— pregunté.

—¿No nos das respuestas y aún así quieres que te las demos a ti?— preguntó con una ceja alzada. Luego de un breve silencio siguió hablando.— De todas formas, debido a los protocolos que tenemos , no puedo revelarte nada, si te unes a nosotros la situación sería distinta.— explicó. No respondí y comencé a comer.— Seré sincera contigo respecto a esto, realmente te necesitamos, necesitamos tus habilidades.— levanté la vista de mi plato y la observé.— A cambio, puedes pedirnos lo que tu quieras— finalizó.

—¿Y que podría necesitar de ustedes?— pregunté con ironía.— Te aseguro que económicamente ustedes no pueden proporcionarme nada, tengo una familia que me ama, tengo o tenía una vida en la que no me quejo por nada, vida que dejé atrás por huir de ustedes ¿Porqué crees que yo necesitaría algo de ustedes?— dije todo esto con el ceño fruncido, ella suspiró y respondió.

— Es cierto, no podríamos darte nada material que te llenase, pero podríamos ayudarte a explorar tus poderes y a que comprendas la magnitud que tienen, aunque no lo creas tus habilidades son bastante útiles,  no sólo para nosotros. Y de hecho es probable que ni si quiera sepas como usarlos, nosotros podríamos orientarte en eso. Y si lo piensas bien, para ti es mucho más conveniente que nosotros te hayamos encontrado primero que los agentes de Kindom, quienes no sé si sabes, pero no son amigables con los radiantes.— respondió. Nos quedamos en silencio unos minutos, rápidamente me di cuenta que tenía razón y aunque me gustaría negarme sería estúpido, como dije antes cualquier persona u objeto relacionado con la radianita es peligroso, más aún las personas como yo que no saben manejar sus poderes. Y también es cierto que de haberme encontrado la gente de Kindom antes que ellos, mi historia sería bastante distinta. La miré a los ojos y finalmente cedí.

— Está bien, me uno a ustedes— me levanté del suelo con la ayuda de mis manos y extendí mi mano hacia ella, ella la tomó como si estuviésemos cerrando  un trato.

—Bienvenida al protocolo Valorant, Mariah Covey— dijo con una sonrisa satisfactoria.

Amour (Chamber y tú) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora