Ciudadanos de 100: momentos humildes.

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- Que bello es despertar a tu lado, güerito.

- Buenos días para tí también, Memo. - sonrió acariciando la mejilla de éste.

- Amaneciste más chulo que todos los días, Leo. ¿Que quiere de desayunar, mi rey?, Podría hacerte un huevito a la mexicana con harto tomate.

- ¿Y de postre?

- Pues yo. - respondió Memo, quién comenzó a colocarse encima del argentino, mientras reían por la pendejada que acababa de decir el mexicano.

- ¿Y si comienzo por el postre? - mordió su labio inferior.

- Pues estaría perfecto, porque después se enfría.

Lionel tomó el rostro del rizado para atraerlo a él y besarlo, ahora que oficialmente eran novios estaban más hormonales que nunca.

- ¡Echenles agua! - gritó Andrés quién estaba dentro de la habitación.

- ¡Andrés!, ¿Cuando entraste?

- También duermo aquí, baboso. Pero ya me largo para no ser testigo de su mañanero, buenos días, Leo.

- Buenos días... Que vergüenza. - Leo cubrió su rostro, el cuál estaba totalmente rojo.

- No hicimos nada...No aún.

- Bueno, ¿En qué estábamos?

- Iralo, eres bien travieso. - dijo cubriéndose con la cobija y Lionel solamente rió, definitivamente ambos tendrían una gran sonrisa después del mañanero.

Las cosas serían dadas con calma, pero para un par de enamorados necesitados uno del otro no existía tal resistencia de dejarse llevar por la calentura. De un momento a otro ya estaban como Dios los trajo al mundo.

Era inevitable que Lionel soltara suaves gemidos cuando las grandes manos de Guillermo paseaban por su cuerpo, el mexicano deseaba tomarlo y sus desesperados besos hacían que Leo se diera cuenta de ello.

- ... Espérate, chaparro, no vamos a poder seguir haciendo a lo que se conoce como rellenar el tamal.

- ¿Porqué?, ¿Te sientes incómodo o qué sucede, Memo?

- No, lo que pasa es que.. pues sin globito no hay fiesta, ya tenemos la fiesta, pero no hay globito, güero.

Chale, y apenas se daba cuenta ya cuando tenía al chamaco bien encendido quemando leña.

- ¿Tú crees que ocurra algo solo porque no lo usamos ésta vez? - preguntó Leo mientras besaba impaciente el cuello de Guillermo.

- Quién sabe, pero tengo rete hartas ganas de estar contigo, mi Leo.

- Y yo contigo.

- Pues tenemos a Diosito de protección. Así que como dice el dicho, "Dios conmigo, quién contra mi"

- Entonces estamos salvados. - Leo rió al igual que Guillermo, quién atacó nuevamente los labios del argentino para proseguir con lo que tenían en mente.

"Que sea lo que Dios quiera" - dijo Guillermo sin antes persignarse y proseguir con su labor.

Las uñas de Leo se clavaron en la espalda del rizado, al sentir sus suaves movimientos, los cuales se fueron intensificando cada vez más. Su plan era ser silenciosos, pero esa madre les salió mal, Lionel le suplicó que siguiera a ese ritmo, pues estaba cerca de terminar junto a su amado.

Guillermo empujó dentro de él una última vez, pegó su frente a la de Leo y cerró fuertemente sus ojos, sintiendo como su cuerpo regresaba a su estado normal, luego de haberle expresado todo el amor al güero.

Y ahí estaba su noviecito muy satisfecho, Guillermo le dió un beso de piquito para después tumbarse a lado de Leo y abrazarlo, mientras éste hacia a un lado los rizos que estorbaban en su rostro sudado y sonreía.

- Creo que deberías de tomar un baño. - dijo Guillermo riéndose.

- Al igual que tú. - le respondió Leo, ambos trataban de recuperarse de tal ajetreo, pues había estado intenso el asunto, que barbaridad - Oye, mi amor.

- ¿Qué pasa?

- ¿Crees que nos hayan escuchado allá abajo? - preguntó avergonzado, ahora acariciaba el pecho descubierto del mexicano.

- Tal vez, pero no me importa, quiero que todos sepan cuánto te amo, mi chulo. - lo miró y le sonrió.

- También te amo tanto, mi perita en dulce.

Guillermo no se esperó ese lindo apodo por parte de Lionel, lo tomó por sorpresa, pero al final de todo le gustó que lo llamara así.

El mexicano lo besó de nuevo, pero se detuvo a tiempo para no comenzar otra ronda y preparar el agua para el argentino.

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- Ay chaparro, me da mucha pena, pero desde hace un mes que está la crisis del agua y pues ahora nos tocó el corte en la colonia, así que va a tocar bañarse a cubetazos.

Al baboso del Memorras se le olvidó que les tocaba corte en la colonia y con la fiesta de ayer, el tinaco se vacío y pues valió verdura, así que tocó a la antigüita.

- No tiene porqué darte pena, Memo. Además, mira el lado positivo.

- ¿Pues cuál?, Si no hay agua, Leo.

- No, pero podemos bañarnos juntos para así ahorrar más.

Tenía razón, después de todo ¿De eso se trataba el corte, no?, De ser ciudadanos de 100.

Mientras Leo enjabonaba a Memo, éste tomaba el bote de Helados Sultana para dejar caer el agua sobre su cabello mientras lo tallaba para que no quedará rastro de jabón.

Unos de los momentos más humildes y románticos que ésta pareja tuvo.







































Oye mi Amor || mechoa | ship FIFA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora