Te atraparé bandido, ¿Mi ser amado?

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- Sobres, ¿Qué horas son? - preguntó Javier quien acomodaba el toldo.

- ¿Porqué?, ¿Tienes una cita o qué, Chícharo? - preguntó Lozano.

- Si güey, pero una cita de trabajo. Ya me independice. - dijo orgulloso.

- ¿Te independizaste o hicieron que te independizaras?, ¿Tu jefa te corrió, va? - se burló Henry.

- Bueno, sí, pero era para que no se escuchará tan feito, Henry. Tú vas directo y a la yugular.

- ¿Y en donde es tu entrevista de trabajo?

- Pues aquí cerquita, más o menos, la tenía a las nueve, por eso pregunto que hora son, porque necesito ese trabajo, los recibos de la luz y el agua están re caros y la renta ni se diga.

- Pues correle, pero en fa, porque ya son casi las nueve, bien y llegas raspando según tu habilidad para correr.

- ¡Umta!, Ay los vidrios, ya me voy.

Javier montó su bicicleta y pedaleo lo más rápido que pudo, no le había dado tiempo de vestirse como se debe para una entrevista de trabajo, el iba con lo primero que encontró y ni modo, si querían contratarlo sería por su desempeño, no por la ropa.

Aquella entrevista de trabajo era en un edificio super lujoso a los ojos del Chícharo, todo iba bien, hasta que un "pendejo" se le ocurrió atravesarse por su camino.

- ¡Fíjate, pendejo! - gritó Javier enojado mientras se levantaba del suelo y recogía su bicicleta.

- ¿Disculpa?, ¡Fuiste tú quien me "atropelló" con su bicicletucha esa. - habló el tipo levantándose quién recogió su maletín, el cuál se abrió y dejó caer todas aquellas cientas de hojas - ¡Mira lo que hiciste, naco! - lo miró reprochandole.

Fue ahí cuando los ojos de Javier se iluminaron al ver aquel bello rostro de lo que a su visión parecía una mismísima deidad. Alto, bronceado y guapo.

Ángel de la incertidumbre, ¿será que el amor es como una mariposa que entre
más la sigues más se aleja, pero que cuando te quedas quieta; llega y se posa en tu cabeza? - pensó Javier quedando boquiabierto frente aquel hombre que movía la boca sin parar, despertó de su sueño hasta que éste chasqueó sus dedos simultáneamente frente a él para que reaccionara.

- Tierra llamando al naco, ¿Me escuchas?

- ¿Ah sí, disculpa? - carraspeo - Lo lamento me perdí en tu mirada, digo, me perdí por el chingazo que me dí al chocar contigo. - sobó su cabeza.

Cristiano rodó los ojos y comenzó a recoger las hojas que estaban tiradas, el viento comenzó a soplar y el hombre se vió apurado por ello, Javier lo ayudó a recoger unas cuantas que ya se iban a lo lejos.

Volvió hasta ese punto juntando las hojas para dárselas al hombre y verlo a los ojos una vez más.

- Toma, por suerte soy ágil. - rió.

- Si fueras ágil no hubieras chocado conmigo. - respondió molesto - Ahora por tu culpa ya llegaré tarde. - miró su reloj.

- Se dice "gracias"

Cristiano le sonrío falsamente y le arrebató aquellas hojas de las manos para guardarlas nuevamente en su maletín y después sacudir la tierra de su traje.

- Se más cuidadoso, niño. - dijo el hombre y pasó a lado de él empujando con su brazo.

Javier solamente se destanteo un poco, pero no le importó, en cualquier otra ocasión hubiera terminado en pelea, pero ésta vez terminó enamorado de aquel "estirado" como le decía Guillermo.

Otra noche, otra luna sin tu vida, éste loco, no te olvida, te buscaré bandido.

Javier dejó su bicicleta encadenada en las afueras de aquel edificio, después entró y caminó por varios pasillos, subió algunas escaleras y finalmente subió al ascensor, fue una pesadilla, ya que les teme a los ascensores, después de su recorrido finalmente llegó a la oficina que la señorita le había dicho, ahí estaría el jefe que le haría la entrevista para dicho trabajo.

Tocó la puerta nervioso y entró al escuchar que dijeron: "Adelante, pase"

- ¿Usted es quien va a entrevistarme? - preguntó Javier.

- No, pero tomé asiento. Mi jefe no tarda en llegar, solamente tuvo un contratiempo y quizás esté pasando a la cafetería por algún refrigerio.

- Oh, bueno.. ¿Entonces no llegué tarde?

- Por suerte no. - sonrió aquel tipo y siguió acomodando algunas cosas sobre el escritorio del jefe misterioso.

Luego de algunos minutos la puerta se abrió.

- Jefe, buenos días. ¿Qué tal su mañana?

- Pésima, un imbécil me atropelló con su estúpida bicicleta y...

¿¡Tú!? - dijeron al unísono.

- ¿Se conocen? - preguntó el asistente quien notaba la tensión entre aquellos dos.

- Éste es el imbécil. - respondió Cristiano - ¿Qué hace él aquí?, ¿Vienes a tirarme la bicicleta o que?

- ¡Ay por dios! - pegó su mano a su frente - ¡No!, De todas las cosas, ésto si que es raro y vergonzoso.

Cristiano mantenía sus manos sobre su cintura mientras esperaba alguna explicación por parte de Javier.

- ¿Y?, ¿Qué haces aquí?, No voy a darte limosna, así que vete ya.

- Órale, espérate. Si no vengo por limosna, a mí no me gusta estirar la mano nomás, yo vengo por el trabajo.

- ¿Tú? - rió.

- Sí, yo.

- Mírate la facha que traes. Qué falta de respeto.

- Yo vengo aquí por el trabajo, no solamente a estar vestidito de traje como niño bonito, tengo mis manos y me gusta chambear. Le hago de todo, mi rey.

Cristiano le arrebató la solicitud. - Así que... ¿Javier? - lo miró, éste asintió - Aquí dice que estudiaste administración de empresas, ¿Cierto?

- Simón, sé que onda con ésto, ya al grano, ¿Va a contratarme, si o no?

Cristiano miró a su asistente con quién murmuraba sobre los pros y los contra.

- ¡No voy a tolerar sus nacadas!, Sería como desprestigiar a la empresa, ¿Lo entiendes?

- Podemos moldearlo, señor. Será duro, pero se logrará, el muchacho tiene buena finta, es honesto y responsable en lo que cabe, dele una oportunidad y si ve que no funciona, lo corre.

- Bien... Javier, estás contratado, pero estás a prueba y dale gracias a mi asistente Ramos, porque por mí estarías fuera. - dijo Cristiano pegando aquel legajo en el pecho de Javier dándole un leve empujón.

- Gracias, chulo. Verá que no voy a defraudarlo. - sonrió.

- Si, si, cómo sea. Te espero aquí mañana puntual y con gran disposición para trabajar. ¿De acuerdo?

Javier asintió emocionado.

- ¡Ah!, Y mi nombre es Cristiano, no "chulo", ¿Okay? - extendió su mano y con algo de desagrado le dió un leve apretón de manos a Javier, quién sentía que moriría en ese instante.

¿Será éste mi ser amado?, Aún no lo sé, pero gracias ángel de la paciencia, gracias ángel de los solterones, gracias santísima virgen del piso del metro Hidalgo.

Oye mi Amor || mechoa | ship FIFA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora