Capítulo 12

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♕12- Se robaron tu receta

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12- Se robaron tu receta.

—Es hora de que aclaremos muchas cosas —soltó mi jefe.

—¿Qué?

No subimos en el coche. Yo con pánico, él con mucha tranquilidad.

Keller tocó un botón, haciendo que un tabique oscuro se interpusiera entre Raymundo y nosotros.

—¿Por qué hiciste eso? —preguntó.

—¿Hacer qué? ¿Avanzar? Lo hice para avanzar.

Humedeció sus labios. Abrió la cajita y sacó una medialuna. Su paciencia me ponía cada vez mas nerviosa, pero no estaba dispuesta a demostrárselo.

—¿Gustas? —preguntó.

Negué con la cabeza.

—Me encanta el chocolate, pero no, gracias.

En otro momento habría aceptado, pero el remolino de pánico que había en mi estómago no me iba a permitir apreciar una buena medialuna.

Keller chasqueó la lengua.

—Más para mí.

Se llevó la medialuna a la boca y empezó a masticar. Seguí cada movimiento de sus labios. No podría decir si estaba enojada con él o con la medialuna. Supongo que tiene mas sentido decir que estaba enojada con Keller.

Su lengua se paseó por su labio inferior, y odié no ser yo quien le quitara la huella de chocolate de su boca.

No, no quise pensar eso. Rayos.

Keller tomó una servilleta y limpió sus labios por completo. El silencio era cada vez más profundo, y mis nervios estaban más intensos.

—Creo que deberías poner una denuncia —murmuró.

—¿Po-por qué? —pregunté.

Mi garganta se secó, y el especio en su auto empezaba a sentirse diminuto. Quería abrir la puerta y huir de esa conversación, pero eso le confirmaría lo que posiblemente estaba pensando. Además, necesitaba saber de qué hablaba con exactitud, qué había descubierto.

—Se robaron tu receta.

Me sentí más pequeña en mi asiento. Su confesión me hizo entender que Keller me había descubierto. Las medialunas que "Lala" le llevó estaban rellenas de chocolate, y también las que yo le preparé. ¿Y si sabía que yo era Lala?

—No se robaron mi receta —confesé.

Cerró la cajita.

—¿No? —su mirada estaba fijada en mí.

—No —tragué saliva—. Yo trabajé en ese local.

—¿De verdad?

Como alguien que conoce el lenguaje corporal, decidí no darle señales de nerviosismo a Keller. Si sabía algo, la revelación de otra información pondría en dudas sus pensamientos.

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