♕15- ¿A quién quieres que asesine?
Desaparecí del radar de Keller después de que me gritó en la oficina. Estuvo llamando, pero no contesté ninguna de sus llamadas. También me envió un mensaje que podría hacer temblar la tierra, pero no tuvo efecto en mí.
Ya no más.
Estar lejos de él me sirvió para pensar en cómo he estado arruinándolo todo y cómo he permitido que un solo hombre haya avanzado tanto en mi contra, turbando mis planes y haciéndome quedar mal frente a mis compañeras de trabajo.
La noche anterior, llamé a Kelya y reuní muchas informaciones de las empresas con las que Keller estaba haciendo negocios. No solo sabía cuándo se llevaría a cabo la reunión, sino también la hora y el lugar.
Kelya era una buena aliada. Y una buena chismosa.
Solo faltaban cuatro días para esas reuniones.
Cuatro días.
La brisa helada de la noche provocó que mi cuerpo se estremeciera y que los vellos de mi piel se erizaran. La oscuridad es interrumpida por las luces de las farolas de la calle y por las luces del que parece ser el gimnasio en el que me citaron.
Estuve ignorando a Keller, pero estaba claro que no podía seguir haciéndolo. Él era mi misión, no podía dejarlo de lado solo porque me gritó en su oficina, delante de Kelya y de Connor. Respondí sus mensajes en la mañana y accedí a verlo en un gimnasio.
—Acaba de llegar nuestra chica —vociferó Connor, con exagerada felicidad.
—Sabía que vendrías —dijo Keller, acercándose a mí.
A la distancia, pude notar tres vehículos negros, y eso provocó que desconfiara de toda la situación. ¿Por qué me citaría en un gimnasio que parecía estar cerrado? ¿Por qué había tantos vehículos? ¿Por qué Connor estaba ahí?
—Lamento...
—Ambos sabemos que no lo lamentas —me interrumpió mi jefe.
Fruncí el ceño.
Es obvio que le iba a soltar puras mentiras, necesitaba hacerle creer que estaba a sus órdenes, que era su fiel secretaria, que no tenía nada en contra suya..., pero ¿desde cuándo Keller era empático? ¿Y por qué no me estaba gritando si lo ignoré durante veinticuatro horas?
—Es cierto, no lo lamento. ¿Sabe por qué? Porque odio cuando me grita sin darme explicaciones. Y como no lamento haberlo ignorado, no quiero rodeos, así que dígame, jefe. ¿Por qué estamos aquí? —pregunté.
Demasiada Sage, pero estaba harta de ser su fiel empleada, estaba harta de aceptar las estupideces que decía y hacía. Estaba harta de que me confundiera tanto.
Pero era una misión. Por el amor de Dios. No podía jugar tanto con mi suerte. Un despido era lo que menos me favorecería.
El fantasma de una sonrisa hizo acto de presencia en los labios de Keller, pero desapareció en cuanto parpadeé.
ESTÁS LEYENDO
El plan de Sage
RomanceEs cierto que las palabras no provocan daño físico, pero penetran hasta los más profundo de tu mente, y se adentran en tu corazón. Una vez cada palabra de aversión se acumula en ese órgano tan esencial, la dureza y la oscuridad se apoderan de él, ha...