♕18- Estos eran unos de mis zapatos favoritos.
Tal vez Keller fue a confirmar quiénes eran los que nos observaban mientras bailábamos. No lo sé, de lo que sí estaba segura era de que no debió dejarme sola en esa terraza.
Siempre he odiado estar lejos del lugar en el que algo importante puede pasar. Pero estar lejos de él me dio tiempo para hacer algo más, así que caminé hacia uno de los clientes y le pedí su celular prestado.
No sabía por cuánto tiempo Keller estaría lejos de mí, así que debía ser sigilosa y veloz.
La señora de mediana edad no puso pretextos y me prestó el celular. Me coloqué al otro lado del salón, alejándome del sonido de la música y de los murmullos de los comensales.
—¿Cinthya?
—¿Qué quieres? —gruñó.
—¿Sucede algo?
—¿Tu plan está dando resultados?
—No lo sé —suspiré—. Estamos en una... cita.
Cuando Keller me dijo que saldríamos, supuse que nos reuniríamos con más personas. Y el hecho de que nos encontráramos solo nosotros dos me dio razones para creer que eso era una cita.
La palabra se sintió extraña y agradable.
Una cita.
Cinthya resopló.
—Tendrás que hacer algo más, o lo haré yo.
—Cinthya...
—La Dama debe de estar decepcionada de ti. Estás siendo infantil.
—Sé lo que estoy haciendo. No soy una niña, Cinthya —le recordé.
Hubo silencio al otro lado de la línea, solo podía escuchar el sonido de su agitada respiración.
—De ahora en adelante, estás bajo amenaza, Sage. Yo me haré cargo.
—¿Qué?
Colgó.
Ni siquiera me permitió hablarle. Ni siquiera me permitió decirle que no solo yo quería hacerle daño a Keller.
Pero si tengo que hablar de esa breve y extraña conversación, diría que cinco cosas fueron las que me descolocaron:
1- La forma en la que Cinthya estaba actuando.
2- Las ganas que tenía de tomar el control de la situación.
3- ¿Qué quiso decir cuando dijo que haría algo?
4- ¿Bajo amenaza?
5- ¿De verdad Keller y yo estábamos en una cita?
Eliminé el número de Cinthya y le devolví el celular a su dueña.
Decidí no volver a ocultarme en la terraza y me quedé en una esquina del salón. Varios meseros pasaron cerca de mí, y aproveché cada momento para humedecer mi garganta con el vino tinto que ellos ofrecían en sus bandejas doradas.
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El plan de Sage
RomanceEs cierto que las palabras no provocan daño físico, pero penetran hasta los más profundo de tu mente, y se adentran en tu corazón. Una vez cada palabra de aversión se acumula en ese órgano tan esencial, la dureza y la oscuridad se apoderan de él, ha...