♕14- Las personas creen saber lo que quieren hasta que les demuestras que no tienen la razón.
Habían pasado tres días desde que Cinthya me dijo que estaba decepcionada de mí. Estuve en cama durante esos días, no por el resfriado, sino por lo mal que me sentaron esas palabras.
Tal vez estaba tardado mucho en ese plan, pero me estaba esforzando. No es que me gustara pasar tiempo con Keller, pero es lo que debía hacer. Era su secretaria.
¿A quién engaño? No me molestaba estar cerca de él. No tanto.
Es cierto que todavía Keller no había firmado los documentos, quizás las chicas me veían como alguien que perdió su toque en la planeación, pero ellas no estaban tan involucradas como yo. Yo sabía lo que estaba haciendo.
Mientras siguiera adelante, sin soltar la toalla, había esperanzas de que obtuviera la firma en esos documentos. Estaba tardando mucho, pero la meta era obtener la firma.
Me sentía presionada. No quería fallar, no quería perder la reputación que con tanto esfuerzo construí.
Quería apresurar las cosas, pero necesitaba que Keller se moviera en la posición que yo quería. Ese era el punto clave.
Estuve alejada de las chicas durante esos tres días, y aunque me dolía, sabía que lo mejor era mantener las distancias. Las palabras no me ayudarían, los hechos sí. Necesitaba tener lo necesario para presentarme ante ellas, necesitaba demostrarles que no estaba tan lejos del camino como ellas creían.
No hay nada de Sage en ti.
Cinthya estaba equivocada, y estaba dispuesta a demostrárselo.
Ella podía pensar y decir lo que quisiera, yo sabía lo que estaba haciendo. Sus palabras me hicieron dudar por unas horas, pero ella no estaba conmigo mientras yo me obligaba a levantarme cuando caía. Ella no estaba ahí cuando me obligué a ser una de las mejores en el centro Chrysler.
Fue mucho el esfuerzo que puse para forjar esta nueva yo como para que Keller, o cualquier otra persona, lo arruine en menos de un mes.
Llegué más temprano de lo normal a la empresa y me dirigí hacia la oficina de Keller.
Pasaron muchas cosas en menos de un mes; sin embrago, lo que quería que sucediera todavía no había sucedido.
El puesto de Kelya estaba vacío, y eso me dio algo de tiempo libre.
Entré en la oficina de Keller y cerré la puerta.
Los documentos que desordené no estaban en el escritorio, tal vez ya los habían enviado o los destruyeron. Era difícil saberlo. Estar tres días fuera de ese lugar me dio una gran desventaja.
Pasados varios minutos, la puerta se abrió, y Keller la atravesó. Le entregué su expreso, y él lo tomó. Inspeccionó mi rostro por unos segundos y luego tomó asiento en su escritorio, sin decir ninguna palabra.
ESTÁS LEYENDO
El plan de Sage
RomanceEs cierto que las palabras no provocan daño físico, pero penetran hasta los más profundo de tu mente, y se adentran en tu corazón. Una vez cada palabra de aversión se acumula en ese órgano tan esencial, la dureza y la oscuridad se apoderan de él, ha...