Los Secretos de Borderland

Chapter Twelve

"Primer y último beso"

Chishiya pov's

Los pensamientos viajaban por mi mente. Sabía que algo estaba yendo mal.
Ella solía ser alguien astuta, lo admito. Pero también demasiado bondadosa con el mundo, lo cuál odiaba.

—¿Por qué me besaría? — Me cuestione Internamente. Ella no haría semejante cosa si no hubiera un propósito detrás, la conocía demasiado bien, su mirada vacia delataba algo que no lograba descifrar.

—¡Carajo!

Ahí fue cuando un pequeño foco encendió mi mente, tanto así que casi de inmediato lleve mi mano a uno de mis bolsillos. Sentí el papel arrugado, lo saqué con cuidado al igual que al abrirlo.
Llegó la sensación de mi cuerpo enfriarse al leer el pequeño párrafo que contenía la hoja.

Carajo.

Sabía que no había tiempo para pensar en qué hacer ahora.

—Trébol —

Ni siquiera espere para corroborar mi respuesta, tan solo corrí hacia la puerta y salí de la habitación.

Busque a Azumi con la mirada, analizaba cada rincón del lugar y no logré verla, ¿A dónde se había metido?

Camine hacia uno de los pasillos cercanos. Estaba lleno de miedo y preocupación, mis ojos estaban abiertos cual platos, se mantenían escaneando cada pequeño espacio del lugar, sabía que sin ella estaría perdido.

—Gané— Escuche preguntar a alguien detrás mío. No evite girarme con desesperación al oír aquellas palabras de burla.

Me quedé en silencio al notar que aquel imbécil era Matsushita. Su voz áspera lo reveló desde el primer instante.

Note que ni siquiera se había percatado de mi presencia. Lo usaría a mi favor.

Fue casi al instante cuando una risa muy peculiar salió disparada de sus labios, su voz ahora era macabra y más que siniestra.

—Sabía que eras la Jota de corazones. —Dije al entrar a la habitación, se quedó en silencio al verme parado frente a él. Su rostro de sorpresa lo decía todo.

—¿Qué? — Preguntó confundido. Gran idiota, quería verme la cara.

—Vi como te aliabas con Banda... El asesino.

Note su silencio hacia mis palabras, estaba decidido a usarlo a mi favor para continuar hablando.

—Por mucho que Banda te hubiera conmovido con lo que dijo, nadie aceptaría rápido a un extraño.

Y así fue como el resto de puertas se abrieron, vi como se giraba con sorpresa hacia ellas, viendo como sus enemigos salían sin un solo rasguño.

—No son muchos los que se acercan a alguien como yo. — Explicó Banda con un tono de tranquilidad, que claramente dejó un terror notorio en Matsushita. —A menos que seas un enfermo, loco o psicópata.

Escuche como Matsushita trataba de decir algo, pero lo único que salió de sus labios fue:

—Tú...

—Decidí ponerte a prueba. Creíste que podrías controlarme. — Sus pasos comenzaron a acercarse a él, cada pisada levantaba una nueva alerta en el cuerpo de su adversario. —Creías que eras superior a los demás.

—¡No soy la jota de corazones! Es banda. —Trataba de defenderse con argumentos vacíos. Se veía patético.

—No... ¡Es ese tipo! —Grito señalandome, veía como su mano temblaba con temor. —¡Mato a su novia!

Eso me dejó helado, no, no, y no. Azumi no podía estar muerta. Me quedé en silencio, no podía soltar una sola palabra.

—No lo creo...

Oí una voz, y llegue a escuchar como alguien bajaba los escalones lentamente. Los pequeños pasos me confundieron aún más.

—Pues que yo vea, sigo viva.

Sonreí al verla parada frente a mi. Era como una escena de alguna película de acción, sentía su adrenalina, y sus ganas de golpear a Matsushita.

—Trataste de manipularme, querías que muriera para que lograras una coartada. Si sobrevivían debías tener a alguien más a quien culpar.

Estaba molesta, logré ver como cerraba su puño con fuerza. De alguna manera eso me dejaba algún tipo de satisfacción.

—¿Qué? —Trataba de notarse confundido, pero en cambio, dejaba ver su clara culpabilidad.

—Es todo suyo, ella y yo nos vamos. —Sonreí al caminar por su lado sin interés alguno. Mire por unos segundos a Azumi, analice su rostro de satisfacción por lo Ocurrido. Tomé su brazo y ahora, volvimos a ser solo ella y yo.

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—No puedo creer que por un momento pensé que habías muerto. —Susurro el chico. Estaban en una camioneta abandonada, buscaban alimentos pero se perdieron en sus propias palabras.

—Sabía que él usaría mi muerte como coartada, no soy tan tonta.

—Entiendo.

—Desde luego que no entiendes.

—Ven acá. —Murmuró, cruzando sus brazos alrededor de la cintura para de la chica.

—Acá estoy —Sonrió.

Él río mientras acomodaba los mechones de cabello de la chica. Sentía la necesidad de tomar su rostro y besarla, pero, no, no era capaz.

—Gracias a ti creo en las almas gemelas.

—¿A sí, Shuntaro?

—Claro que sí. —Aseguró entrecerrando los ojos.

—Sabes que acá nos tenemos que separar— Susurro. Muy pocas veces habían pensado en el momento que dirían adiós. Y el pensar en esto, les rompía el corazón. Destrozó su alma en pedazos.

Shuntaro se detuvo a observarla una vez más, la última vez.

—Te quiero. —Musito—Y prometo volver.

—¿Dijiste te quiero?

—Lo dije. Pero presta atención a todo lo que acabo de decir.

—Bien. Mantente vivo. —Sonrió con dulzura mientras una lagrima cayó por su mejilla. Aquel hombre también quería llorar, pero, no podía mostrar aquella debilidad en ese momento.

—Te deje las medicinas en tu mochila. Cuídate. Espero verte de nuevo.

Chishiya había dado la vuelta, sentía su corazón romperse al despedirse de su amada. Había luchado tanto por mantenerla viva, que le rompía el corazón pensar que la abandonaría nuevamente.

A unos cuantos pasos de distancia, podían sentir la tensión entre ellos, el deseo de despedirse de una manera grata y especial. Fue tanto aquel anhelo que ambos jóvenes se acercaron al otro en cuestión de segundos, en una velocidad casi inexplicable, considerando el estado de salud de la mujer.

Cerraron su distancia entre ambos, acercando sus cuerpos. Eran uno solo.
Habían unido sus labios en un beso, esta vez uno lento, y lleno de amor. Se derritieron el uno por el otro. Eran su debilidad. Azumi se dejó meser entre sus caricias, aquellas caricias que la hacían sentirse en un lugar seguro, en un lugar mejor.

Quizá fue la tristeza que poseía a ambos, o el ardiente amor que sentían, pero, aquel beso quedaría marcado en ellos toda su vida.

O al menos, lo que les queda de ella.