"Nos amamos demasiado, tanto que una vida no fue suficiente para ambos"
70 años atrás, una pareja juro amor eterno, quien diría que la vida arrebataria la oportunidad de un final feliz para ambos.
En la actualidad, Chishiya Shuntaro y Azumi Nakamu...
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¿Crees qué Kuina este bien?- Escuche preguntar a Azumi. Llevábamos algunas horas caminando sin rumbo. Después de un momento como el que tuvimos hace unas horas, necesitábamos descansar. Pero su preocupación no lo permitía.
—Claro que sí, es Kuina— Respondí tratando de formar una sonrisa en sus labios. Es decir, también me duele que no esté pero, debía mantenernos vivos, y se que si seguíamos sufriendo, no podríamos continuar. —Azumi, a veces tienes que perder a alguien para seguir avanzando. —
—Mientes, Shuntaro. Ni siquiera tu puedes avanzar sin ella— Dijo rotundamente. Fue tan firme al demostrar esas palabras, que causó mi silencio y claro, que mis pasos se detuvieran.
Mi rostro la miró por largos segundos. En los que olvidé mantenerme alerta al resto del lugar. Podía notar su seriedad, su enojo y preocupación la invadían, sentí sus ganas de molerme a golpes.
—Azumi... —. Susurre su nombre en un tono de frustración, lo que provocó su acercamiento a mí. Podía ver las pequeñas cicatrices de su rostro tan cerca del mío. Jamás había visto aquella cicatriz de su frente, y no era nueva. Créanme.
—Deja de fingir que nada está sucediendo. Chishiya, se que estamos en un maldito fin del mundo, lo sé desde que llegue. Pero, me niego a hacer lo mismo que tú, no voy a pretender que Kuina no se fue. —Respondió con enojo, enojo que despertó el mío.
—No me grites, Azumi. —Advertí sin prestar atención alguna en lo que me había dicho. —Te recuerdo que Kuina se fue acompañada. Nosotros, estamos solos en esto. —La mire por última vez, volviendo al mismo camino, el que no tenía un destino, tan solo tratábamos de descubrir uno.
Cada paso que dábamos se encargaba de subir la magnitud de nuestra inseguridad. Sé que fui un idiota, pero el sentir tan solo jodia más el plan de irme de aquí. Nuestra amistad era increíble, una conexión maravillosa que apenas empiezo a entender. Pero me es difícil vivir con esta.
A veces no termino de entender el como pude haberla traicionado. Ni siquiera sé si ya me ha perdonado. Pero aún así, después de toda esta mierda, la conexión sigue.
Y seguirá en todas nuestras vidas. La miraré y sabre que es ella, correré tan rápido a su lugar y si unos fuegos artificiales no joden todo, lograré invitarla a tomar un café.
Podríamos ser personas normales, no idiotas que buscan sobrevivir en un juego suicida.
Sentía el frío llegar. Aquella brisa que nos hacía estremecer a ambos. Una corriente eléctrica que podría ser una señal de que estábamos llegando al destino que tanto habíamos buscado.
No sé si estuve tan inmerso en mis pensamientos o si el tiempo pasa demasiado rápido pero, apenas lleve mi vista hacia el frente, mis ojos lograron percatarse de quizá, un nuevo juego a unos pocos metros.
