Chapter one

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El destino me guiaba sin que lo supiera hacia un café acogedor en una esquina. Al entrar, el suave tintineo de la campana anunció mi llegada, pero mi atención se centró en el aroma a tabaco, proveniente de un hombre sentado en una mesa junto a una desconocida.

Un escalofrío recorrió mi espalda al verlo, a pesar de que juraría no conocerlo de nada. Sus ojos y su cabello grisáceo no me eran conocidos, ni su voz ronca qué lograba llegar a mis oídos, causando algo en mí.

No obstante, a pesar de tratarte de un desconocido, un nudo de celos apretó mi corazón al observarlos, tan cerca, tan unidos, tan conectados, como si algo dentro de mí quisiera arrancarme los ojos tras presenciar a ambos jóvenes.

—¿Qué carajo me pasa? —Susurre ante mi reacción. La ironía de la situación me golpeó como una ola. El no salir me había vuelto loca quizá.
En algún rincón de mi corazón, aunque la memoria se resistiera, la llama de la añoranza ardía con una intensidad inexplicable.

—¿Desea algo, señorita? —Escuche por parte de la mesera, la cuál me miraba con incomodidad al verme parada durante segundos frente a ella.

—Sí. Un café negro, por favor.
La mesera asintió con una sonrisa y se retiro, supongo que para preparar mi pedido. Mientras espero, mis pensamientos vagan, pero, mi mirada seguía en aquella mesa, buscando respuestas, buscando su mirada de regreso. Nunca la obtuve.

Ahí fue cuando lo vi, un beso en su mejilla.

Mierda. Una sensación de celos se encendió en mi pecho, y ni siquiera sabía porqué. Estaba enloqueciendo.

Como forma reconfortante, me recibió el aroma del café recién hecho, llegando a mis manos, y por fin, permitiendo marcharme.

Camine durante horas sin saber un destino claro. Daba círculos en las calles, quería creer que quizá necesitaba dar un paseo, pero, estaba demasiado cansada para ello.

En medio de mi caminata, me percaté de que estaba en el cruce de Shibuya, ¿Haciendo qué? Nada, claramente.
No sabía que hacer, odiaba salir, y ahora, sin siquiera saber porqué, estaba perdida en medio de tanta gente.
La multitud bulliciosa formaba un telón de fondo caótico para el momento en que lo vi ¿Por qué se aparece tanto? Entre las corrientes de gente, nuestros ojos se encontraron brevemente, desencadenando una tormenta de emociones en mi pecho, y de manera literal.

Gotas de agua cayeron en mi, no eran pocas, una clara tormenta estaba siendose presente en ese momento. Maldita sea.

La lluvia comenzó a caer de manera más fuerte, pero ninguno de los dos buscó refugio. Era como si el universo mismo nos hubiera puesto en este cruce de caminos, como dos barcos a la deriva en un mar de olvido.

Preferí huir de ahí.

Corrí sin saber a donde, pero elegía estar lejos de él, sentía miedo, enojo, tristeza, todo. Odiaba sentir y no sabía la razón. Pero, supongo que no tenía tiempo para averiguarla.
Evité su mirada, pero sentí sus ojos buscándome entre la multitud. Una extraña urgencia me impulsó a alejarme aún más, como si el simple hecho de permanecer cerca de él desencadenara un torbellino de emociones asqueantes.
Comencé a caminar más rápido, ignorando la lluvia que empapaba mi ropa. Cada paso alejándome de él era un intento desesperado de escapar de una conexión que no entendía.
La distancia creció entre nosotros, pero aún podía sentir su presencia en la lluvia. Entonces, sin previo aviso, mis pies se convirtieron en una melodía apresurada, y corrí. Corrí sin saber exactamente por qué, solo quería perderlo de vista.
—Nunca más salgo de mi casa— El latido acelerado de mi corazón resonaba en mis oídos mientras giraba en una esquina, tratando de escapar de un encuentro que solo sembraba confusión. Me refugié en un callejón, sintiendo el aguacero ocultar las lágrimas que no podía explicar.

Las gotas de lluvia caían con más fuerza mientras me refugiaba en el callejón, intentando recobrar el aliento. Sin embargo, su figura apareció en la entrada, con determinación en sus ojos, como si hubiera decidido no dejarme escapar tan fácilmente.

—Sabía que eras tú.

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