Chapter Fourteen

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Era agonizante el estar sin el otro. Sentirse solo ahora era el infierno que todos temían.
Chishiya gritaba el nombre de la joven por cada rincón de la ciudad, pensando si estaba muerta, secuestrada, o peor aún, con idiotas que no dudarian en acabar con ella.

Y ahí estaba Azumi, pero había algo mal... No estaba en el lugar donde cayó.

—¿Despertaste, bonita? — Aquella voz llegó a ser reconocible para la mujer, la cuál apenas lograba moverse o siquiera hablar.

—¿Qué? — Preguntó en un susurro agonizante—¿Quién carajo eres? —Volvió a cuestionar, pero, está vez en un pequeño grito.

—Vamos... Ahora no me recuerdas, princesa. Si por tu culpa estoy hecho mierda—Su tono al hablar era frívolo y sin vida, lo que claramente despertó un miedo en la joven.

Maldigo Niragi... —Maldició. Su cuerpo logró recargar el mínimo de fuerza.

Trató de levantarse de aquel asiento, dolía mucho, no recordaba que aquella caída haya sido tan grave.

Hijo de puta... — Susurro al pensar lo peor que pudo haber sucedido en su ausencia de conciencia.

Trataba de recordar... De ver si una parte de ella había estado despierta en ese momento, si es que él llegó a hacerle algo.

—Antes no estabas quejandote— Sé burló, su sonrisa ahora era mucho más terrorífica que antes, su rostro deformado levantó terror en ella.

Sentía como su corazón empezaba a latir fuertemente, tal como un infarto soportable para sí misma.

¿Qué piensas hacer al respecto? Ya te jodí, Azumi.—

<Huir>

NI siquiera espero alguna respuesta de su parte, su cuerpo empezó a correr sin siquiera mirar atrás. No se dio cuenta de que la pistola de su bolsillo había caído al montón de basura de la autopista, realmente ya no importaba.

Corrío sin detenerse, la adrenalina fue su salvación esta vez. La respiración agitaba era un llamado de atención para parar, y justo ahí... Estaba él. Detrás suyo.

Lamento decírtelo, te encontré—

El sonido de una bala interrumpio la respuesta de Azumi, sintió como aquel pedazo de metal atravesaba su estómago, sus entrañas, todo.

La sangre no tardó en caer, junto con ella.

—Podías hacer que todo esto fuera más fácil. —. Río aquel hombre con el arma aún en las manos, sonreía al ver tal escena, verla retorciendose por ayuda le encantaba.

—¿Sabes? A unos cuantos metros está tu novio, ¿Será que quiere verte? — Su risa escalofriante no tardó en salir, Azumi tan solo rezaba por no morir sin antes despedirse de su amado, del amor que nunca busco pero siempre necesito a su lado.

El cansancio había entrado a su cuerpo, sus ojos se cerraban por pequeños instantes, no quería morir viendo el rostro del imbécil que le había arruinado la vida.

Había perdido todo.

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Mis ojos se abrían poco a poco, trataba de que mi mirada no se desenfoque. Mi memoria estaba vacía, llegaban vagos recuerdos donde sólo estaba él, Chishiya.

Al ver aquel rostro, no dude en llevar mis manos a aquel suelo lleno de vidrios, y empezar a arrastrarme. Sentía como mi herida no dejaba de arder.

Oía como unos disparos empezaban a salir, justo a unos cuantos metros de mí, quizá era la señal de que ya debía detenerme.

Me desespere al ver como aquel sonido no se detenía.

—¡Niragi ya basta! —Conocía aquel grito, podría jurar mil y un veces que era alice, pero, ¿qué carajos estaba pasando?

Entre suspiros y cortos gemidos de dolor, me tomé unos segundos para pensar en mí próximo movimiento, sintiéndome forzada en seguir arrastrandome.

Nuevamente, aquí estaba, dejando un camino de sangre hasta sentirme segura.

Sabía que moriría, pero, deseaba al menos no ver la cara de ese idiota.

Me detuve al sentir que ya no podía más, aquí había terminado todo. Mi vida había sido corta y solo fui feliz junto a ese hombre que ahora ni siquiera sabía de su paradero, logré sentirme viva en medio de un apocalipsis.

Sintiéndome más que cansada, y con el que creía mi último respiro, cerré mis ojos.

Y por un segundo, dejé de esperar.

—Azumi... —Mis ojos se abrieron como platos al oír aquella voz. La voz de Chishiya había despertado la poca esperanza que me quedaba.

No evite mirarlo con dolor, y súplica. Veía su mirada, y aquella mancha de sangre que cubría su playera blanca.

De esa manera, Chishiya se acercó a mí de manera torpe y veloz, cayendo al suelo apenas vio la sangre caer de mi.

¿Qué te hizo? —Pronunció en un susurro lleno de miedo, miedo de que muera, o de la respuesta que podía darle.

Fui su pedazo de carne —. No pude soltar nada más, creía que aquellas palabras eran más que suficientes para explicar todo lo que hizo en contra mía.

Las lágrimas de ambos no tardaron en salir.

Lo amaba, lo amaba tanto que el saber que moriría en cualquier momento me rompía el alma en pedazo irreparables, lo abandonaría de nuevo.

Lo único que hicimos era mirarnos, era nuestro lenguaje, ambos lamentabamos tanto el no estar con el otro, el abandonarnos. La culpabilidad era tanta.

Sabía que quería matar a Niragi, y lo confirme al ver como volvía a aquel espacio del que había escapado.

Pero, al parecer el destino quería separarnos nuevamente.

Un grito ahogado salió de mis labios al notar que su cuerpo había sido disparado, y fui testigo de ello.
Lo último que vi de él antes de caer fueron sus ojos, esos lindos ojos que me enamoraron con tan solo verlos. Mis lágrimas no tardaron en salir, todo se hizo gris para mí.

Desearía tanto que esto no estuviera pasando, una terrible fantasía que esperaba tanto que llegara a su final.

Lo peor de esto era saber que este era el fin de ambos. El fin de nuestro amor.

Supongo que debíamos haberlo esperado, pero, ¿Si el destino nos odiaba tanto juntos, por qué me regreso a su camino? Jamás lo sabre, nuestro amor era imposible por más que doliera aceptarlo.

Todo empeoró al ver cómo sus ojos se plasmaron en mi, su mirada de perdón rompió mi corazón.

Alice logró verme, vio como mi cuerpo agonizante gritaba por su amado. Y ahora él estaba llevándome hacia su cuerpo recostado, sabía que debía despedirme.

Entonces, el momento más doloroso llegó.

—Te amo... Y te amaré en esta y mil vidas más, te buscare carajo, lo haré y no me importa morir de nuevo—Susurro en mil y un intentos de no fracasar en sus palabras.

Sentía que miles de agujas se clavaron en mi alma, alma que le pertenecía a él, mi corazón se había roto.

—¡No te vayas, Shuntaro!—Grite como pude, repetí aquellas palabras una y otra vez. El seguía aquí, pero me dolía saber que dentro de poco dejaría de ser así.

Estaba cansada y sabía que él igual. Era hora de decir adiós, y esperar que algún día, volviera a toparme con aquellos ojos.
Y ahora, tenía que cargar con este dolor hasta morir.

—Recuerdame en tu otra vida.—

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