—Remus, por favor, ya dije que lo siento. —Sirius estaba en su habitación terminando de empacar las pocas cosas que se llevaría a Grimmauld Place durante su mes de suspensión, y de paso, disculpándose—. Vamos, Rem. No lo hice para perjudicarte...
—Pero aun así lo hiciste —dijo el castaño dando vueltas en su dormitorio, con el ojigris detrás de él, evitando no verlo. Sus heridas no fueron tan graves como las de Alex y James por lo que él no tuvo que quedarse en la enfermería—. Además, no solamente a mí me perjudicaste ¡también a James y Alex! —se detuvo y, ahora sí, encaró a Sirius—. ¿Sabes lo que te hará Lily en cuanto te vea? ¡Su mejor amigo y su prima estuvieron en peligro! ¡Fueron atacados por un hombre lobo! ¡LOS ATAQUE!
—Pero no lo hiciste a propósito —aclaró Sirius—. Cuando te transformas olvidas quién eres y quiénes te rodean. Estas bajo el dominio del instinto de lobo. Así que, no fue tu culpa
—Eso no me hace sentir mejor. Lo peor de todo esto es que no eres consciente de tu payasada. Sirius, tus celos por Snape fueron demasiado lejos esta vez...
—¿Yo? ¿Celoso de Quejicus? Buena esa, amigo...
—¡Claro que lo estas! Estas celoso de que Alex prefiera estar con él que contigo. Si en verdad ella lo ama...
—¡Nadie en su sano juicio amaría a ese grasiento...!
—¡Cierra la boca y escúchame! —Sirius miró atónito a Remus y este aprovechó el silencio—. Gracias a tu estúpido carácter de «galán de Hogwarts» no quieres aceptar que estas enamorado de Alex, al igual que no quieres admitir que ella, probablemente, este enamorada de Snape y por eso estas celoso de él: Snape tiene más probabilidades de conquistar a Alex que tú. Esa visión que tuviste en la Torre de Astronomía, es solamente tu subconsciente mostrándote que, por fin, quieres a alguien más allá de una "conquista más" y te duele que está vez no será tuya. —Remus tomó su mochila, se la colgó y caminó hacia la puerta. Antes de salir se volvió hacia su amigo y le dijo—. Aprovecha este tiempo de suspensión para poner en orden tus pensamientos y sentimientos —y se fue a sus clases.
Sirius se quedó mirando la puerta del dormitorio sin palabras. De nuevo veía porque Remus fue nombrado prefecto y era el sentido común del grupo: era el más maduro y sabio de los cuatro y por eso siempre era el de los consejos y guía para todos. Se sentó en su cama y meditó las palabras de su prefecto amigo. Puede que tuviera razón (como siempre), podría ser que sí sintiera algo por Jones y por eso le enfurecía el verla tan feliz con Quejicus. Pero, aun así, no era normal que una chica (o más bien cualquier ser humano) quisiera la compañía de ese grasiento y mucho menos llegar a quererlo. Obvio, las únicas excepciones eran Evans, porque eran vecinos (según dijo una de las chicas chismosas de Gryffindor a sus amigas) y Regulus porque (le dolía reconocerlo) era un hermano para él, más de lo que él mismo podía llegar a ser a pesar de ser hermanos de sangre. ¿Pero Jones? Una chica desconocida que a finales del curso pasado apareció de la nada y de inmediato fue a juntarse con ese fenómeno amante de las artes oscuras. Eso era inverosímil.
Alguien tocó la puerta, Sirius se levantó cuando esta se abrió revelando a su jefa de casa.
—¿Listo para partir, señor Black? —preguntó McGonagall
El mayor Black se percató de la mirada y tono de voz de la profesora dándose cuenta de que la mujer estaba enojada... y decepcionada. No estaba seguro si le dieron la versión real de lo ocurrido o el rumor, pero cualquiera que hubiera sido las dos noticias tenían el mismo efecto: el acto más imprudente y bobo que cometió en su vida.
—Ya casi, profesora —contestó Sirius con la mirada baja, no tenía el valor de enfrentarse a su jefa de casa
—Dese prisa, Black. El hecho de que regrese a casa no es para que se tome un descanso. Tiene suerte de que el profesor Dumbledore supo controlar la situación sino el ministerio se habría involucrado y las cosas hubieran estado peor
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Viaje en el tiempo... ¿al pasado?
FanficLo que empezó como una misión de rescate al Ministerio de Magia, terminó siendo un viaje inesperado. Será muy difícil aparentar ser de una época totalmente diferente a la suya; y más cuando el corazón interviene.