La oscuridad de la celda era solo interrumpida por la luz de la luna, un pequeño atisbo que duraba unos segundos y volvía a desaparecer, pues el cielo invernal se alzaba imponente en el cielo narniano. El frío había dejado de doler en la sucia y descuidada piel de los prisioneros, pues habían aprendido que la tortura a los que los exponían era mucho peor que estar en aquella gélida celda.
El negro cabello de Caspian caía de manera descuidada sobre sus ojos, los cuales se encontraban cerrados. El cansancio que inundaba su cuerpo luego de haber sido torturado por lo que le habían parecido horas, sentía que poco a poco perdía la cordura. Habían intentado sonar el místico cuerno, en un intento desesperado por ayuda, una ayuda que jamás llegaría, pues nuevamente ningún sonido había salido de aquella mística reliquia. ¿Ese sería su fin?
Una tos rasposa cortó el silencio en que se encontraban, pues el príncipe Micael había empeorado con el paso de los días, a penas un hilo de voz lograba salir de sus labios. Caspian sentía tanta impotencia al solo mirarlo, aquello que estaba pasándole no era justo, era solo un muchacho, no debía ser mucho más mayor que la reina Lucy.
Una ola de desolación cruzó por su pecho al pensar en aquella chiquilla, y es que Caspian había guardado la esperanza de que la puerta de la celda se abriera en cualquier momento y los cuatro reyes de antaño estuvieran allí para salvarlo.
—El festival de la cosecha está casi listo —la voz de Clarissa resonó por la sala de trono mientras se acercaba a él.
Se había dado la vuelta justo a tiempo para apreciar su figura caminando hacia él. Llevaba puesto un vestido de seda de color violeta, el rubio cabello lo llevaba suelto y caía por su espalda, y la corona de plata, con grabados en una antigua lengua narniana, adornaba su cabeza. Caspian alargó la mano hacia ella, y cuando la tomó el contraste en sus pieles fue evidente, pues la piel pálida de Clarissa parecía tener brillo propio.
Su esposa le sonrió con ternura.
—¿Dónde está su cabeza, mi rey? —preguntó acortando la distancia entre ambos para posar ambas manos sobre el pecho de su esposo.
—Yo solo... recordaba la primera vez que te vi.
Voces en el pasillo que llevaba hacia el calabozo lograron sacarlo de sus pensamientos, con las rodillas temblorosas se acerco a gatas hacia el joven príncipe, cubriendo con su lastimado y debilitado cuerpo el del menor. Lo observó por sobre el hombro y notó que tenía los ojos cerrados y su respiración era apenas perceptible. Una oleada de miedo se instaló en su vientre bajo mientras la puerta de la celda se abría.
—La cena —aquella voz era una desconocida, lo cual captó la atención de Caspian.
Era una chica no mucho mayor que Micael, tenía el rostro sucio y mallugado, las manos temblorosas colocaron la bandeja en el suelo con cuidado, observando a los prisioneros con dolor. Y entonces, de manera casi imperceptible colocó un frasco debajo de un pedazo de pan, y empujó la bandeja hacia ellos.
La mirada de Caspian fue hacia los ojos ámbar que le observaban desde la distancia, y pudo notar la rápida reverencia que la desconocida le hacía antes de ser tomada por el cabello por un mago vestido de negro, y sacada del lugar con violencia.
Caspian se acercó a la bandeja en el suelo, ignorando la comida en este y tomó la botellita entre sus dedos, alzándola para que el único rayo de luz que entraba por la pequeña ventana le revelara el contenido de esta, y aunque tardó un momento descubrió el contenido medicinal en esta. Sin perder tiempo volvió a Micael, acunando su rubia cabeza entre sus brazos.
—Abre la boca, Micael —le decía entre susurros, pues no quería que fueran a descubrir aquello—. Vas a sentirte mejor, lo prometo.
Pero el príncipe se encontraba demasiado débil para entender lo que le decían, sus ojos entreabiertos miraban al vacío mientras volvía a toser. Caspian apretó las mejillas del joven logrando abrir su boca y vertió el contenido del frasco en esta, inclinando un poco su cabeza para que pudiera tragar con facilidad, entonces procedió a romper la botellita de vidrio y esconder los restos más grandes dentro de sus ropas. Micael dejó caer la cabeza sobre las piernas de Caspian, y este pudo notar como se había quedado dormido.
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Harry Potter: La Última Batalla.
AléatoireContinuación de El Misterio de los Herederos ( https://my.w.tt/kFe0HjMvlN ), historia escrita por mí. Sigan la historia de Harry, Ron, Hermione, Peter, Susan, Edmund, Lucy, Ginny, Clemence, Draco y Zoey, el su desesperado intento por salvar un mundo...