Harry Potter: La Última Batalla.

Capítulo 11

Todo giraba a su al rededor, era la primera vez que Percy hacia una aparición, y dentro de su mente juraba que sería la última. Pero, tan rápido como llego esa sensación, así se fue. Pronto sus pies pisaron el suelo firme, nunca se sintió tan aliviado como en ese momento. A su lado, Annabeth parecía estar a punto de vomitar.

-Eso fue horroroso -dijo Percy tratando de poner firme a Annabeth.

-Lo hicieron bien -hablo Clemence-. La mayoría...

Annabeth se soltó de Percy y fue corriendo hacia atrás de unas rocas, tapándose la boca y tocando su estómago con fuerza.

-...Vomita la primera vez -terminó Clemence suspirando.

Una vez que Annabeth volvió a su lado todos se giraron a ver la ciudad que se presentaba frente a ellos, dejándolos a todos con la boca abierta.

El primer vistazo que tuvieron de la ciudad los dejo sin aliento. Frente a ellos miles de construcciones de estilo renacentista, estaban bañados de un tono suave de morado y anaranjado. El anochecer se hacía presente, pero eso no le quito la hermosura. Los edificios parecían castillos, casi tan majestuosos como Hogwarts. Había una pequeña división, donde terminaban una serie de casas, todas construidas en la época del renacimiento, eran separadas de una enorme muralla por un parque tupido de hermosos arboles cubiertos de hojas tan verdes, que parecía que el invierno aún no llegaba a ellos. Más cerca de donde ellos se encontraban había un largo puente, donde los autos pasaban a una velocidad moderada, sin ninguna prisa de llegar a ningún lado.

A unos pocos metros del pequeño parque donde se encontraban, una familia estaba de paseo. La madre y la hija con unos hermosos vestidos floreados. El padre con un traje, supusieron que apenas salía del trabajo. Y el niño con ropa deportiva, mientras corría detrás de su hermana para ver quien llegaba primero a la fuente que había al centro del parque, donde muchas luciérnagas danzaban junto al viento.

Edimburgo se alzaba majestuosa ante ellos.

-Bueno, ¿a dónde vamos? -preguntó Annabeth mirando a Hermione

-Vamos al Parque Forestal de Glenmore.

Bajaron la pequeña montaña donde se encontraban y, siguiendo a Clemence, se internaron en los suburbios de Edimburgo.

Comprobaron que la ciudad era tan bella viéndola por dentro como por fuera. El estilo arquitectónico les recordaba un poco a Londres, pero, sin duda era una ciudad tanto hermosa como mágica.

Dos horas después.

Caminaron y caminaron. Admirando la bella ciudad, algunas casas eran altas (lo cual a Harry le recordaba a Grimmauld Place), y otras eran bajas. Por las calles donde pasaron, todas tenían el techo como las torres de Hogwarts. Lo cual las hacía ver más hermosas aún. La calle, tapizada de fina piedra de mármol, estaba iluminada por enormes candelabros puestos con extremo cuidado cada cinco metros de distancia.

-No creo que sea conveniente que usemos magia -murmuró Lucy-. ¿Tomamos un taxi de aquí a el parque?

-¿No crees que cueste mucho? -preguntó Edmund preocupado.

-Estamos a veinte minutos a pie, en un taxi, tardaríamos cinco -dijo Clemence.

-¿Qué es un taxi?

Todos miraron a Draco, Ron y Ginny, mientras ellos se ponían rojos como tomates.

-Ahora lo verán -sonrió Hermione alzando un poco su mano.

Dentro de poco, un vehículo amarillo con cuatro puertas se paró frente a ellos.

-Es como el auto que tenía papá -sonrió Ron.