Capítulo 21

141 12 4
                                    

La luz de las antorchas iluminaba parcialmente el rostro de Caspian, se había quedado sin palabras mientras observaba a su esposa. Los platinados cabellos de Clarissa parecían tener más brillo del habitual, sus pálidas mejillas se habían teñido de un tenue color rosado. Muchas habían sido las veces en que se había quedado ensimismado con su belleza, pero aquella ocasión era diferente, pues el brillo en aquellos ojos celestes que tanto amaba había adquirido un nuevo significado.

Un hijo. El fruto de su amor crecía dentro de su vientre.

Colocó una temblorosa mano sobre la fría armadura que lo cubría mientras volvía la mirada hacía la de su esposa, quien lo observaba con los ojos llenos de lágrimas.

—Mi querida... —murmuró llevando su mano libre al rostro de porcelana de Clarissa—. Este es el regalo más grande que has podido darme.

Las palabras que la reina pudo haber pronunciado quedaron silenciadas por una fuerte explosión que hizo que aquél salón subterráneo temblara. Micael perdió el equilibrio y cayó al suelo con un golpe sordo, intercambió miradas con sus compañeros antes de que Lucy lo ayudara a ponerse de pie. Una nueva explosión, esta vez más cercana logró hacer que grandes pedazos de piedra comenzaran a desprenderse del techo.

—Nos están atacando —murmuró Clarissa tomando con fuerza la fina espada que reposaba en el cinturón de su armadura.

—Vamos —dijo Lucy sacando su varita con rapidez, comenzó a guiarlos por una serie de pasillos que los ayudarían a salir cerca del río que conectaba Narnia con Archenland, y esperaba que en el país vecino pudieran ponerlos a salvo.

Conforme avanzaban por el pasillo las explosiones detrás de ellos parecían más cercanas, Lucy había comenzado a poner barreras mágicas para darles un poco más de tiempo, pues a pesar de que avanzaban rápido la condición física en la que se encontraban Caspian y Micael no era la ideal para efectuar una huida. La pequeña reina esperaba que sus hermanos y sus amigos llegasen rápido a socorrerlos, pues era consciente de que su poca experiencia con la magia no podría hacerle frente a dos magos experimentados. Y no sabía si estaban solos.

—¡Por aquí! —gritó Clarissa desde el frente, cuando Lucy volteó hacia ellos notó el halo de luz volviéndose cada vez más grande conforme se acercaban a una puerta improvisada con una gran roca circular.

—¡Bombarda! —gritó apuntando su varita hacia la roca. Cuando esta explotó no tardó en lanzar un hechizo de protección para evitar que los pedazos los golpearan.

El viento golpeó su rostro cuando salieron al pequeño bosque que envolvía el río de Archenland, la noche había llegado y la luz de la luna era a penas perceptible por las nubes que cubrían el cielo, avanzaron en silencio, pues a Lucy le parecía demasiado arriesgado lanzar un lumos para alumbrar su camino, el sonido del agua corriendo por el río les decía en que dirección debían moverse.

Detrás de ellos se escucharon varias ramas romperse, Lucy no tardó en ponerse en guardia para proteger a sus acompañantes.

Sentía como sus piernas temblaban, pues jamás había estado en aquella situación siempre había tenido a sus hermanos o a sus amigos para protegerla. Podía sentir como pequeñas gotas de sudor frío comenzaban a perlar su frente mientras agudizaba su oído y forzaba su vista en la oscuridad.

Si fueras más valiente de lo que ya eres te convertirías en una leona, le había dicho Aslan una vez. Y con eso en mente levantó su varita con determinación.

—Lucy... —aquella voz melodiosa logró erizar sus cabellos de la nuca—, ven aquí, querida. Es cuestión de tiempo para que te encuentre, no lo hagas más difícil.

Harry Potter: La Última Batalla.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora