Capítulo 22

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"El único con el poder para derrotar el Señor tenebroso se acerca. Nacido de los que lo han desafiado tres veces, vendrá al mundo al concluir el séptimo mes.
Y el Señor tenebroso lo señalará como su igual, pero él tendrá un poder que el Señor tenebroso no conoce.
Y uno de los dos deberá morir a manos del otro, pues ninguno de los dos podrá vivir mientras el otro siga con vida".

La profecía que le habían revelado dos años atrás se reproducía en su cabeza como un mantra mientras acomodaba sus gafas sobre sus ojos. La luz de media tarde se filtraba por las cortinas de terciopelo que cubrían los grandes ventanales en aquella habitación.

Tres días habían pasado desde esa noche en la que el cuerpo sin vida de Voldemort había caído ante él y, aunque lo habían intentado, lograron capturar a sus seguidores con éxito gracias a la intervención de Dumbledore y la profesora McGonagall. En ese momento el séquito de Mortífagos se encontraba prisionero en los calabozos de Cair Paravel. Habían tenido que petrificarlos para evitar que alguno intentase escapar, Sirius había abierto un portal hacia Azkaban para que un grupo de aurores comenzasen a trasladarlos a la prisión mágica.

Sus dedos comenzaron a revolotear ansiosamente sobre la mesita al centro de su habitación. Su profecía se había cumplido. El Señor tenebroso había caído bajo sus manos, el mundo mágico estaba a salvo después de tanto tiempo.

Podía sentir las lágrimas acumulándose en sus ojos y un nudo formándose en su garganta.

Si tan solo sus padres estuviesen ahí para disfrutar el fin de la guerra...

—¿Harry? —la voz de Ron lo sacó de sus cavilaciones y se obligó a parpadear con rapidez para ahuyentar el llanto que se avecinaba—. Edmund me ha enviado a buscarte, solo faltas tú.

Harry carraspeó.

—Estoy listo.

Las cortinas en el gran salón habían sido corridas para dejar que la luz natural entrase creando destellos en las armaduras que adornaban el lugar cuando el sol emergía detrás de las nubes.

—Gracias por acompañarnos, Potter —soltó Draco con sarcasmo mientras jugueteaba con su copa.

Harry se apresuró a tomar su lugar a la derecha de Dumbledore, sus ojos verdes inspeccionaron a sus acompañantes, la seriedad en sus rostros contrastaba con el júbilo que habían sentido hacía tres días. Hermione tenía la mirada perdida frente al pergamino que sostenía con manos temblorosas. Posar la mirada sobre su mejor amiga se sentía como una puñalada en su esternón. ¿En qué momento las cosas se habían complicado tanto?

El sabor de su victoria personal comenzó a agriarse al desviar la mirada al centro de la mesa.

—¿Va a asistir? —preguntó Micael.

—No debe tardar —contestó Dumbledore.

El cuerpo de Edmund se tensó a su lado cuando la iluminación en la sala cambió, el joven rey parecía a punto de desmoronarse, sin embargo, la expresión en su rostro permanecía impasible mientras apoyaba los codos sobre la mesa de roble blanco. Harry pensó que, en ese momento, la corona sobre su cabeza juvenil parecía demasiado grande.

—Los preparativos para la ceremonia han comenzado a llevarse a cabo —comentó Susan con voz apagada al otro lado de la mesa, la mano de Draco no tardó el tomar la de ella por debajo de la mesa y apretarla con fuerza. La joven reina carraspeó antes de continuar—. Sé que la partida de mi hermano ha sido un duro golpe para todos nosotros, y aunque en lo personal me gustaría privacidad, el pueblo Narniano merece despedirse de su rey.

La sala se quedó en silencio absoluto mientras la mirada de los presentes viajaba hacia Caspian.

—Aunque no hemos sido sus gobernantes desde hace miles de años, creo que...

Harry Potter: La Última Batalla.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora