La llamada

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Miró fijamente el número en su móvil, guardado bajo el nombre de "Volkov". Era el único en el historial de llamadas junto con el de Gustabo. No sabía qué hacer. Gustabo no respondía las llamadas, ni era posible encontrar su localizador, mucho menos establecer contacto por radio con él.

En la ciudad no quedaba nadie que fuera de su confianza, nadie que pudiera ayudarlo. Dudó si debía marcar nuevamente al número que Kovacs le había proporcionado, aunque en los intentos anteriores no había recibido respuesta alguna, más que la monótona voz de la contestadora predeterminada diciendo que deje un mensaje. Volkov ni siquiera se había tomado la molestia de grabar un mensaje de contestador.

Había llamado varias veces, esporádicamente, cuando de repente se sentía solo o bebía de más, incluso cuando las situaciones le superaban y no sabía qué hacer. Sabía que no recibiría respuesta, pero él siempre había sido su guía, la luz en su camino, quien lo había mantenido en el lado de la ley, del bien. El simple hecho de llamarlo le proporcionaba una sensación de tranquilidad, aunque también un dolor profundo ante la falta de respuesta. No podía sacárselo de la cabeza, y tampoco quería.

Mientras tanto, en Rusia, en una granja en algún sitio de Súzdal, Viktor Volkov terminaba de regar las flores recién plantadas en el jardín. Su vida estaba en paz, pero aún no se sentía feliz. Había roto ya el móvil desechable que le había proporcionado el CNI para su misión en Marbella y recuperó su antiguo número, a pesar de que dudaba que lo necesitara.

Nadie en Los Santos debía estar preocupado por su paradero, y quizá sólo le facilitaría al CNI localizarlo, pero no tenía el valor de cambiar de número. Lo había pensado, pero algo en su interior gritaba que no.

El móvil comenzó a sonar, y el corazón de Volkov pareció detenerse por un segundo, mientras un escalofrío lo recorría desde la cabeza hasta los pies.

¿Acaso sería el CNI? ¿Estarían yendo a por él?

Presionó el botón de bloqueo, silenciando la llamada mientras leía el número en la pantalla y lo anotaba en un papel, quizá el número era de alguien importante en el CNI y habían olvidado colocarlo en oculto. Sería raro que cometieran un error así, pero era una posibilidad.

Cuando finalmente el llamante colgó, dejó salir todo el aire que había acumulado en su pecho, sintiendo su cuerpo fatigarse de pronto y sus ánimos, hasta ahora levantados por la jardinería, desvanecerse.

La historia se repitió tan solo unos días después. El mismo número, proveniente de Los Santos. El CNI podía cometer un error una vez, pero era imposible que se repitiera ¿Podría ser alguien más? No. ¿Quién lo llamaría desde Los Santos? No le quedaba nadie, ni en esa ciudad ni fuera de ella. Aún así, la curiosidad comenzaba a hacer saltar su vena policial, su alma de detective, así que decidió deslizar el botón verde en la pantalla del móvil y responder la llamada, enojado con cualquier persona que estuviera perturbando su pacífica vida en Súzdal.

— ¡Déjenme en paz, no pienso volver! — la sangre de Horacio se congeló tan pronto escuchó aquella enojada voz con tan marcado acento ruso y el característico siseo en las palabras.

— ...¿V-Volkov? — los ojos del nombrado se abrieron más que nunca, sintiendo sus piernas debilitarse, buscando rápidamente algún sitio dónde caer sentado. Reconocía esa voz. La reconocía perfectamente bien. Era incapaz de olvidarla.

— ¿Horacio? — ¿sería en verdad él o tan solo una mala jugada del destino, o quizá, del CNI?

— Me alegra saber que recuerdas mi voz — rio ligeramente, intentando esconder el nerviosismo en su interior, aunque sentía sus manos temblar mientras intentaba no dejar caer el móvil.

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⏰ Última actualización: Mar 12, 2023 ⏰

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Volkacio DrabblesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora