Despertar juntos

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Abre los ojos lentamente, intentando estirarse mientras inhalaba profundamente, siendo bloqueado por un brazo que cruzaba por encima de su pecho.

Se frota ligeramente los ojos, para después girar la vista hacia un costado, siguiendo el rastro de piel morena desde el brazo hasta el rostro del hombre a su lado.

Una sonrisa se dibuja en sus labios, que no puede evitar acariciar con sus dedos mientras rememora lo sucedido la noche anterior.

Se habían besado. Había sido su primer beso, y estaba seguro de que no hubiera podido ser mejor de lo que fue.

Se gira lentamente hacia Horacio, evitando despertarlo, apreciando su rostro dormido. Se ve tan tranquilo, con una pequeña sonrisa en los labios, que siente miedo incluso de respirar y romper esa paz.

Aún se siente extraño al pensar que ahora tiene una pareja. Durante tantos años se negó a sí mismo tener esos sentimientos, o quizá simplemente nadie fue capaz de despertarlos de la manera en la que Horacio lo hizo.

Todas las personas que alguna vez se le habían declarado eran completamente diferentes a Horacio. Todas lo hacían con timidez, todas le tenían miedo.

Pero Horacio no fue así. Él nunca le tuvo miedo, y la confianza con la que le trató desde un inicio lo hizo sentirse cercano al instante, aunque jamás lo admitiría frente a nadie más.

Sin embargo, ahora no tiene miedo de admitirlo. Ahora tiene ganas de salir al mundo y gritar que Horacio Pérez es su pareja, de presumirlo, porque está seguro de que cualquiera querría a alguien como él.

Cuando por fin sus pensamientos regresan al presente, se da cuenta de que Horacio se ha despertado, y lo mira con un cariño con el que nunca nadie lo había mirado antes.

— Buen día — le murmura, continuando la broma del día anterior sobre el "buena noche".

— Tenía miedo de que hubiera sido un sueño — confiesa — pero estoy seguro de que en mi sueño jamás dirías "buen día" — ríe.

— También es correcto decir "buen día" — ríe junto con él.

Sus ojos no paran de hacer contacto, y sus rostros se han acercado sin que pudieran darse cuenta, como un par de imanes, por naturaleza.

— Buen día — murmura Horacio contra sus labios, dirigiendo su vista hacia éstos, y acercándose lo suficientemente despacio para que Volkov pueda apartarse si así lo desea. Aún teme que lo haga.

Sin embargo, no se aparta, y sus labios se unen una vez más. Sus corazones laten desbocados, aunque no tanto como la noche anterior.

Se preguntan si en algún momento sus cuerpos dejarían de reaccionar tan intensamente con cada beso, y esperan que la respuesta sea negativa.

Porque planean besarse muchas veces más. Porque ahora pueden. Ahora son novios.

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Volkacio DrabblesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora