5.2 Mi Dulce Profesor

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Presiono el botón de la impresora para iniciar a obtener las copias de los archivos que una de las maestras de subdirección me encargó.

Las tareas que los docentes me asignan son bastante sencillas, pero un tanto tediosas. ¿Qué podía esperar de este puesto? Es una universidad, nada divertido ocurre aquí nunca.

Las últimas semanas he servido de secretaria para las distintas coordinaciones que integran esta área. Es mi responsabilidad organizar papeles, llevar oficios a otros departamentos, realizar investigaciones para los maestros, y, en ocasiones respondo llamadas para tomar recados.

Puesto que brindo mi apoyo a numerosos maestros, tiendo a sentirme exhausta por la numerosa cantidad de tareas que me deslindan, pero intento mantener mi energía alta y mi esfuerzo presente porque sé que la recompensa valdrá la pena.

Y, debo agradecerle enormemente al Profesor Bancroft, pues se encargó de informarle a todos en subdirección que estaré asistiéndoles a cambio de créditos extras y ellos apoyaron la idea, de modo que también subirán mis notas como muestra de gratitud por mi ayuda hasta el término del semestre.

Así que, esta iniciativa es un ganar-ganar para todos.

Dicho lo anterior, considero que merezco más que un mísero sesenta de calificación final, y espero que mis maestros también opinen lo mismo y me echen su mano al momento de enviar las notas a dirección.

Bueno, creo que debo aceptar el hecho de que aprobaré mis materias. Tampoco debo ponerme tan estricta.

Mientras espero las copias de la impresora, alzo la mirada para encontrar al Profesor Bancroft entrando a las oficinas donde me encuentro.

Su alta silueta y su atlético físico explican el motivo por el cual la mayoría de las alumnas en esta facultad lo adoran, pues su gran atractivo le roba el aliento a cada persona que aterriza sus ojos sobre él.

Pero, a diferencia del resto, mi aprecio por el Profesor no reside solamente por su lindo rostro y fuertes músculos, sino por el apoyo que me ha mostrado en todo momento, pues eso expresa la excelente calidad de persona que es y el enorme corazón que guarda en sus adentros.

El Profesor Bancroft me sonríe amablemente tras observarme trabajar.

—Buenas tardes, Grace—. Me pasa por el costado para dirigirse a su oficina.

Tras terminar de organizar los papeles impresos y colocarlos en una carpeta de argollas para mostrarlos presentables, regreso con la Maestra Lucía para entregárselos.

—De mi parte, ha sido todo por hoy, Grace—. Me indica mientras escribe un correo en su ordenador, —Puedes continuar ahora con el Profesor Bancroft.

Una corriente de emoción se esparce por mi cuerpo debido a que mis actividades con el Maestro son las más entretenidas, a diferencia de las tareas tediosas que los demás me asignan.

—Gracias—. Salgo de su cubículo para dirigirme a la puerta abierta del espacio de Bancroft.

Toco la puerta tras encontrarlo concentrado en su celular, pareciendo que está leyendo un artículo informativo importante.

—Con permiso, Profesor—. Me invito sola hacia el interior de su oficina, —¿Hay algo en que pueda apoyarlo?— Me ofrezco.

—A decir verdad, tengo varios trabajos para ti—. Dejo mis hombros caer debido a que, por su tono de voz, parece que será algo complejo y laborioso.

Me encuentro tan exhausta que mejor optaría por dormir en el cómodo sillón que adorna su oficina.

—Adelante, toma asiento—. Señala la silla frente a su escritorio, invitándome a incorporarme.

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