Eterna Tentación

13.1 Amarlo Fue Rojo

Nota: El presente relato contiene un escenario que en ningún momento estoy intentanto romantizar. Los eventos que se desarrollan son un tanto enfermizos y abusivos. Así que, no lo veamos somo algo cute, pues no lo es y estoy consciente de ello (pero aún así procedí a escribirlo, jejeje). Espero les guste porque es de mis favoritos, jaja. Bye.

***

El ártico aire que corre por la habitación golpea mi cuerpo expuesto para provocar que mi silueta se estremezca con gran intensidad, al igual que mi pecho herido.

Mis labios secos se agrietan con cada respiración que mi boca libera, suplicando por una gota de agua que deliberadamente han prohibido brindarme desde hace días.

Ignoro cuánto tiempo llevo aquí adentro. Tampoco sé quiénes son las personas que me han mantenido cautiva pero, lo único que mantiene viva mi esperanza para seguir adelante es la imagen de mis padres y hermano en casa, buscándome por cada rincón de la ciudad hasta encontrarme.

Una lágrima corre por mi helada mejilla al sentir mi corazón sufrir por el aislamiento al que me han sometido por lo que parecen años.

Nunca pensé que terminaría en esta posición.

Los recuerdos alegres que alguna vez presencié ahora se sienten lejanos, tan distantes que conforme pasan los días, éstos se tornan más borrosos, desapareciendo de mi memoria para hacerme olvidar cómo fue sonreír en el pasado.

Mis muñecas atadas detrás de mi espalda y mis tobillos amarrados con una áspera cuerda impiden que pueda realizar cualquier tipo de movimiento, manteniéndome inmóvil en la frígida superficie sobre la cual me encuentro sentada.

Ya no recuerdo los colores que alguna vez se pintaron frente a mis ojos. El verde de los árboles, el amarillo del sol en verano, el naranja del cielo al atardecer, y el color rojizo de mi largo cabello que deslumbraba mi persona, se han esfumado para desaparecer por completo.

Ahora, lo único que se apodera de mi visión es el color negro del temor, la ansiedad y el nerviosismo.

Desde que llegué a este lugar desconocido mis ojos han sido cubiertos con una tela que han atado en un fuerte nudo detrás de mi cabeza, impidiendo que mi vista logre apreciar cualquier detalle que pudiese ocasionar una acción de escape de mi parte y un problema para ellos.

La angustia en mi garganta se ha mantenido presente por tanto tiempo que ya no recuerdo lo que se siente mostrarse en un estado de tranquilidad y paz.

La felicidad ha sido succionada de mi persona como si de un dementor de Harry Potter se tratase, llevándose mis ilusiones para dejarme abandonada en este sitio oculto.

Mi sentido de alerta comienza a emitir una alarma hacia mi sistema nervioso tras escuchar pasos distantes acercándose a la habitación donde me encuentro, indicándome que alguien se aproximará a mi zona en cualquier minuto.

Mi cuerpo se tensa al instante, pues escenarios desastrosos corren por mi mente para imaginar los posibles castigos que deberé soportar una vez más.

Reprimo el llanto que busca salir de mi débil mirada tras recordar que, la última vez que me observé frente al espejo, fue el último día en que vi a mis padres en casa.

Fue durante una mañana de verano cuando me encontraba entusiasmada por regresar a clases debido a que, junto con mis mejores amigos, reinábamos prácticamente toda la escuela.

El alumnado completo buscaba formar parte de nuestro círculo íntimo, así como sentarse con nosotros a la hora del almuerzo, pero eran pocos los afortunados que recibían una invitación para unirse a nuestro grupo.