—¡Rose, la cena está lista!— La voz de mi madrastra llega a mis oídos mientras termino de enviar una de mis tareas escolares por correo.
—¡Bajo en un minuto!— Le grito de vuelta sin esperar una respuesta de su parte, puesto que nunca escucha cuando le respondo.
Tomo mi agenda escolar para repasar rápidamente mis pendientes, pues mis deberes académicos son interminables y las fechas de entrega cada vez se muestran más próximas.
Cierro mis cuadernos y bajo la pantalla de mi laptop para después dirigirme al nivel inferior de la casa, debido a que mis padres ya deben estar esperándome para recibir el último alimento del día.
Mi olfato capta el olor a spaghetti carbonara proveniente desde la cocina hasta el comedor, provocando que el rugir de mi estómago se haga presente para despertar mi voraz apetito.
Al llegar a la amplia mesa, observo a mi padre concentrado en la pantalla de su celular para responder mensajes de su trabajo.
Tomo asiento en mi lugar usual: frente a mi padre. Giro mi visión hacia el área de la cocina tras escuchar ruidos provenientes de allá, pero la puerta cerrada me impide poder apreciar la imagen de mi madrastra.
Al cabo de un minuto, Celine sale de su cocina con platos que coloca sobre los manteles de cada uno de nosotros. Una deliciosa ensalada decora las bandejas circulares mientras que la pasta preparada descansa sobre un recipiente profundo al centro de la mesa.
—¿Estamos celebrando un evento importante el día de hoy?— La curiosidad invade mi mente debido a que esta clase de platillos son inusuales en una noche como ésta.
No estamos festejando el cumpleaños de nadie, ni tampoco un aniversario. No he ganado ningún reconocimiento escolar, ni alguna competencia deportiva.
Celine me sonríe dulcemente, portando labios rojos que dan lugar a sus perfectos y blancos dientes.
—¿Acaso no puedo preparar una cena especial para nosotros sin la necesidad de celebrar una fecha importante?— Me responde con otra pregunta, un tono de inocencia en su voz.
La observo con sospecha puesto que no termino de creer sus palabras, pero evito insistir en el tema para, en su lugar, comenzar a devorar el alimento frente a mí.
Mi padre hace el móvil a un lado para brindarnos toda su atención mientras recibimos los alimentos, creando una conversación trivial para compartir una linda armonía que caracteriza a mi familia.
—¿Cómo vas con tus tareas?— Me pregunta mi progenitor, llevando el tenedor con pasta hacia sus labios.
—Aún me falta terminar un trabajo en equipo—. Le informo a pesar de haber destinado toda mi tarde a estar encerrada en mi habitación escribiendo ensayos y elaborando presentaciones que deberé exponer los próximos días.
—Deberías descansar un poco este fin de semana—. Sugiere, pues sabe que mi mundo se concentra mayormente en mis estudios.
Aunque quisiera, simplemente no puedo tomarme la escuela a la ligera.
Desde pequeña me inculcaron la disciplina, la responsabilidad y el compromiso. Así que, el ser cumplida con mis actividades escolares, estudiar para exámenes y adelantar proyectos elaborados, corre por mis venas y es una característica propia que no puedo cambiar.
El ser tan dedicada como yo es una bendición y una maldición al mismo tiempo, pues siempre alcanzo las mejores calificaciones pero, ¿a qué costo? Mi estrés y ansiedad se mantienen en mi cabeza todo el tiempo por el miedo al fracaso académico.
—De hecho, mis vacaciones de primavera inician este fin de semana—. Les informo a mis padres, aliviada porque finalmente podré descansar y dormir más de cinco horas.
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Eterna Tentación
General FictionEn la vida son numerosas las sensaciones imposibles de evitar. Por más que huyas de ellas, siempre lograrán atraparte para a su estilo y conveniencia amoldarte. Placer, deseo, satisfacción y lujuria son solo algunas de las emociones que todos buscam...