18.1 Alumna Estrella

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Suspiro con agotamiento al escribir las respuestas de mi examen sobre la cuartilla, deseando terminar la prueba lo antes posible para concluir con mi sufrimiento de una vez por todas.

El salón de clases se encuentra en total silencio, pues todos lucimos enfocados en la hoja de papel sobre nuestros respectivos escritorios.

Leo cada pregunta con sumo cuidado debido a que deseo obtener la calificación más alta. No me puedo dar el lujo de defraudar a mi maestro favorito de todo el colegio tras no alcanzar la nota ideal.

—Profesor—. La voz de una compañera se escucha en el aula.

Continúo respondiendo mi examen, hasta que la risa de la alumna me obliga a alzar la mirada.

Mi visión cae sobre el docente, quien se encuentra inclinado hacia el mesabanco a la par que le explica una de las preguntas a mi enemiga mortal, Nadia.

La rubia le sonríe, fingiendo no comprender solo para llamar la atención del Profesor Anderson.

—¿Todo bien? — El pelinegro cuestiona antes de retirarse de ella.

—Todo es estupendo cuando se trata de usted—. Nadia le indica.

Náuseas llegan a mi garganta tras escuchar a la chica hablar. Cada palabra que enuncia es un ruido desagradable para mis oídos.

Giro mis ojos hacia el costado tras continuar escuchando su irritante voz, solo para después regresar mi mente hacia mi prueba, la cual termino al cabo de unos minutos.

Me coloco de pie para acercarme al Maestro, entregándole la hoja de papel.

—Mi alumna estrella—. Los hoyuelos se marcan en su atractivo rostro al verme aproximarme.

Su atlética silueta se marca debajo de su camisa blanca, revelando los fuertes abdominales que se dibujan en su torso.

Sus bíceps tonificados aprietan la tela de su prenda, la cual cuenta con mangas arremangadas para brindarle un aire de belleza que nunca antes había presenciado en mi vida.

Ojalá todos mis maestros guardaran el mismo carisma que el Profesor Anderson presenta, pues solo así estaría deseosa de asistir a la escuela.

—¿Cómo te sientes? — El pelinegro pregunta al conectar su mirada con la mía, —¿Otro cien para continuar manteniendo tu récord académico impecable?

Sonrío con dulzura, pues ser la mejor de su clase siempre ha sido mi meta mayor.

—Eso espero—. Entrelazo mis manos delante de mi abdomen, mostrándome inocente.

El Profesor asienta, bajando la mirada hacia mi examen antes de regresarla a mí.

—Lo revisaré de una vez—. Me informa.

Nerviosismo comienza a recorrer mis venas al verlo tomar un bolígrafo de tinte rojizo para comenzar a evaluarme.

Alejo mi vista de él para evitar sonrojarme con su apariencia que atrapa mi aliento cada vez que lo observo por más de diez segundos.

—Felicidades—. Regreso a su mirada verdosa tras escuchar su voz, —Otro examen perfecto.

Presiono mis labios al recibir mi prueba de regreso, observando el número cien escrito en la esquina de éste.

—Ojalá todos en esta clase fuesen igual de comprometidos que tú, Mia—. Me dice en voz baja, evitando que el resto de mis compañeros escuchen.

De inmediato, mariposas comienzan a volar en mi estómago, pues el Profesor Anderson ha conquistado mi corazón desde el primer día de clases.

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