18.3 Alumna Estrella

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Tomo apuntes a partir de la lección que el Profesor Anderson está impartiendo, pues mencionó que el contenido de hoy vendrá en la prueba de la próxima semana.

El Maestro se coloca en la zona frontal del aula mientras que su grave voz explica el tema, atrapando la atención de todos en su clase.

Como de costumbre, su camisa negra abraza su atlético torso, traspasando la silueta de los abdominales que guarda debajo.

Nunca me cansaré de apreciar su imagen, pues es de las más hermosas que he presenciado en mi vida.

Estoy segura que extrañaré al Maestro una vez que me gradúe, debido a que, dudo que vuelva a contar con docentes que compartan su mismo atractivo.

—¿Quién tiene la respuesta de la pregunta siete? — El pelinegro nos cuestiona.

De inmediato, alzo la mano para responder a su interrogante, mostrándome participativa.

Pero, mi corazón es aplastado hasta tornarlo plano al momento en que Anderson aterriza su mirada sobre mí, solo para después ignorarme por completo y darle la palabra a mi enemiga, Nadia.

Un apretón se marca en mi pecho debido a que últimamente, el Profesor se ha comportado distinto conmigo.

Desde aquellos besos que compartimos en el área de enfermería, su actitud llena de dulzura y atención se ha convertido en una fría y apática hacia mi persona.

—Cargo a maquinaria y equipo por trescientos mil y, abono a banco por la misma cantidad—. La rubia enuncia el asiento contable.

Media sonrisa se pinta sobre el rostro de Anderson, complacido por su respuesta correcta.

—Perfecto, Nadia—. Concuerda con el resultado, —Espero que todos muestren la misma capacidad que su compañera para el examen del próximo martes.

Un fuego ardiente se forma en mi estómago debido a que Nadia ha conseguido mi puesto de alumna estelar.

El Maestro procede a observar la hora en el reloj que porta en su muñeca, percatándose que la clase ha llegado a su fin.

—Es todo por hoy, chicos—. Nos indica, —Recuerden que mañana se entrega su proyecto en equipo.

Todos guardamos nuestros utensilios escolares en nuestras respectivas mochilas, agotados por el uso de nuestro cerebro en su clase.

Tras observar a los estudiantes salir del salón, me coloco de pie para comenzar a dirigirme hacia Anderson.

Pero, mi plan se torna en uno fallido al instante en que el docente conecta su mirada verdosa con la mía, comprendiendo que me acercaré a él.

Su semblante se muestra lleno de seriedad y distanciamiento, contrastando con el cariño que anteriormente me destinaba.

La rigidez en su cuerpo y la tensión en sus hombros acompañan su expresión de incomodidad, lo cual lo obliga a romper el contacto visual con mis ojos para retirarse del espacio lo más rápido posible.

Acelero mis pasos para alcanzarlo, pero, una vez que salgo del aula de clases, lo observo partir del colegio por la puerta trasera, abandonando el área.

Dejo mis hombros caer, en decepción hacia Anderson, pues no se ha atrevido a entablar una conversación conmigo desde que compartimos un breve momento romántico.

En pasos lentos, me aproximo a mi casillero, encontrando a Axel en el cubículo continúo puesto que somos vecinos.

Exhalo con profundidad al recargar mi espalda sobre el mueble de metal, sintiéndome derrotada y con el corazón roto.

Eterna TentaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora