Capitulo 1

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Miaaaaau

Miaaaaaaaaau

Y luego de esos dos llamados de desesperación por parte de Mayonesa escuché como parte de mi estantería caía al piso.

Adiós, hermosos libros perfectamente apilados, los veré en el otro mundo.

—¡Mayonesa! Por dios, es que no puedes dejarme dormir ni 5 minutos, ¿verdad?

Bufé con molestia levantándome de la cama (muy a mi pesar, claro está) para recoger las novelas llenas de amor, traición y mucho sex... ejem...; En fin, también tomé las cremas que estaban esparcidas sobre el piso. Todo esto solo por querer atención.

Si, este pequeño animalito del señor era de esas que pedían mimos y comida a las 6 de la mañana.

Bufando fui hacia arriba del armario de mi habitación a buscar la cajita que contenía su alimento y le serví.

—Come lento, mayonesa. Te va a hacer mal— Le dije a la gata que ya estaba devorando su alimento como si no hubiera comido hacía 10 años.

Realmente tenía la tonta idea de volver a dormir pero lamentablemente el destino no tenía los mismos planes. No pude siquiera cerrar los ojos que en mi pantalla del móvil aparecía la imagen de mi padre llamando.

Le corté.

No era con mala intención, pero a esa hora de la mañana prefiero mandar mensajes antes que escuchar una voz pegada a mi oído hablando lo suficientemente fuerte para que mis tímpanos estallen.

Hablé unos minutos con él. Me preguntaba cómo estaba, qué planes tenía hoy y demás.

Seguramente recién se iba a acostar, él siempre trabaja hasta tarde... muy tarde. No es que tenga una obsesión con el trabajo... o bueno capaz si la tiene pero no quiere admitirlo.

Una vez dejamos de hablar apagué el móvil y encendí la tv para poder ver videos de "25 cosas que no sabias hace 5 minutos". ¿Para que lo veía? No lo sé, pero me ayudaba a pasar el rato.

Luego de unos 6 videos termine sabiendo cosas que usaría menos que la matemática pero, claramente, siempre es bueno aprender cuánto le medían los dedos al mono más pequeño del mundo. (momento para apreciar el sarcasmo)

Ya faltaba alrededor de una hora para entrar a la universidad por lo que empecé a alistarme.

Normalmente no me producía mucho, recuerdo haber ido en pijamas varias veces porque no tenía ganas de cambiarme, pero esta vez había una exposicion oral y no podía presentarme con mi pijama de la mujer maravilla. Así que me coloque una remera clásica y arriba una camisa blanca junto a unos pantalones los cuales eran más anchos llegando a los pies. 

Esos pantalones los tenía desde que me había mudado de aquel pueblo remoto a esta gran ciudad. Hacía ya unos 5 años de eso, así que no entendía cómo era que me entraban, aunque había que admitir que si seguía teniendo el mismo tamaño toda mi vida tampoco era que la ropa me iba a quedar chica.

Ya estaba lista, con mi hermoso café en la mano y el bolso colgando de mi brazo. Tomé las llaves de la casa, saludé a Mayonesa y me fui sin mucha más demora. 

Se podría decir que tenía una obsesión con el tiempo, si algo debía pasar en un horario justo y no pasaba, ya mi día se arruinaba.

Minutos después llegué a la universidad, había ido caminando porque me quedaba a unas cuadras. Era un gran campus con edificios para residencias y varias instalaciones con una fachada de arquitectura antigua que a cualquiera podría hipnotizar. Grandes pilares que sostenían parte del techo de los edificios y unas largas escaleras que conducían al interior del establecimiento, todo esto envuelto en un mármol color marfil. Ese color le daba el toque de belleza; cualquier otro color no creo que haya quedado bien. Le daba armonía a la fachada. Simplemente perfecto.

Los Amigos No Se Miran Así Donde viven las historias. Descúbrelo ahora