capítulo 18

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—¡Hubieras visto tu cara!—se escuchaban sus carcajadas luego de eso.

Ah, pero que chico gracioso.

—Idiota.—Respondí con mala cara.

—Claro que no iremos a casa de mis padres, Valkiria. Tampoco soy un loco.—siguió riendo durante unos segundos hasta que por fin su risa se calmó.

Por mi lado, mi expresión de total indignación no tenía sentido.

¿Es que acaso era idiota? Por dios.

No te quejes, que te encanta.

Pf... si, por supuesto.

Ujum...

Bueno ya, eres una conciencia juzgadora.

Lo sé, es divertido.

—Venga, no te enfades era una bromita. Iremos a por helado—volvió a hablar Shawn y esta vez mi cara se iluminó pero al instante se borró por el idiota que reía —Es broma.

Yo es que o lo mato...

O lo besas.

Que molesta eres.

Si y lo disfruto bastante.

—¿Qué tal si dejas de ser tan bromista?, estás hecho un don chistin.—le hablé de mala gana cruzandome de brazos.

Claro que se iba a reír. Si será...

—Bien bien, lo siento. Te estoy llevando a comer—me comenta y antes de que siquiera abra la boca sonrie—Esta vez es verdad, Valkiria.

Ah, más le vale.

La verdad... se debería hacer un monumento a los hombres cuando conducen. Se ven tan... extremadamente perfectos.

Los odio por hacer que los ame.

Es que a veces son tan idiotas pero luego te sonríen y ¡Cabum!, estallas en amor y hormonas.

De pronto me llega un mensaje de mi padre.

No había leído el anterior así que me tocaba abrirlos para saber que necesitaba.

Papa.

No me parece la decisión que estas tomando.

Ese fue el primer mensaje, fruncí mi ceño unos segundos y leí el siguiente.

—Vas a arrepentirte luego.

No contesté.

Sabía de lo que hablaba y prefería ni siquiera pensar en eso. Esta a teniendo por fin una vida que si queria vivir, no quiero que me la arrebaten por una decisión que tomé cuando... cuando estaba en un pozo tan profundo que parecía no tener fondo y la desesperación me comía viva.

—¿Todo está bien?—Pregunta Shawn a mi lado quien por lo que pude percibir ya había frenado el coche—Creí que te pondrías a chillar por lo de la comida.

Por aquello me toco la difícil tarea de quitar los pensamientos de mi mente y concentrarme en el lindo chico a mi lado.

—Eh... s...si, si claro. Todo perfecto.—Aseguré tratando de hasta convencerme a mi misma.—Me hubieras dicho que esto era una cita.

Lo veo abrir sus ojos con sorpresa—¿Qué? No... esto no es una cita. Claro que no. ¿Quién lo dice? Pf... que imaginación la tuya—Habla con rapidez mientras repiquetea sus dedos en el volante.

Me dio una mezcla entre ternura y gracia su reacción.

—¿Y entonces que es?

—Es... eh... —se quedo unos segundos pensando hasta que se digno a elegir la excusa— Una... no espera. Es un... ¡Experimento social!—una vez terminó de decir eso pareció no conformarle por lo que negó y volvió a pensar.—Es una reunión... ¿Tal vez?—Inquirió con una expresión de inocencia.

Los Amigos No Se Miran Así Donde viven las historias. Descúbrelo ahora