Capítulo 8

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—¡Vamos, vamos! Chicos, deben ser más rápidos. Las cosas no pueden entregarse a esta velocidad.

La odio, los odio.

—De la orden 132 me faltan unas papas.

Escucho que gritaron de alguna parte del local.

—De la 42 era sin queso, recién me dicen.

—¿Alguien puede cambiar la bebida? La máquina se está quedando vacía.

—Vamos, vamos. ¡Más rápido!

Mi cabeza estaba por explotar. Los griteríos eran peores a cada que avanzaba el tiempo y lo único que quería hacer, era irme.

Hoy había un descuento en la aplicación de el local y eso lograba no solo llenarlo, sino que también, volvía locas a las personas y empleados.

Por suerte, yo estaba en la parte de atrás limpiando alguna de las cosas que traían. Aunque esto seguramente no duraría mucho más tiempo.

—¡Mac, te necesitamos en cocina!—avisó una de las gerentes—

Di un suspiro y dejando todo en su sitio, tomé un delantal.

—Bien, ¿donde voy?—Pregunté con una leve sonrisa—.

La verdad quedé espantada al ver dado vuelta todo el lugar. Los pisos sucios, la gente alterada, todo lleno de hamburguesas, gaseosas y papas.

—Los pedidos—Logro escuchar a uno de mis compañeros y asiento llegando a esa zona de la línea de comida.

Ese puesto era el de, básicamente, memorizar los pedidos y borrarlos de una pantalla mientras pones a calentar los panes y sacar los emboltorios de sus respectivas hamburguesas. Todo esto tenía que ser antes de que el pedido marque los 25 segundos de haber sido enviado a esa pantalla.

Parecía un trabajo fácil y de hecho era el que más me gustaba pero no cuando se llenaba de pedidos y no dejaban de llegar.

Comencé a hacer todo lo más rápido que mo cabeza podía procesar. Todo seguía siendo un caos pero luego de un momento comenzó a calmarse. La hora pico había pasado.

Sobrevivimos un día más.

—Bien. Ahora debemos limpiar, hay que aprovechar el tiempo que tenemos sin gente.—Comenta la gerente de turno y viene hacia la cocina—Mac, estuviste muy lenta hoy. Mira a cuanto subió tu tiempo.

No, tranquila, no morí de estrés. Si, si gracias. Yo también siento que lo hice bien, igual me falta mejorar un poco.

—Hice lo mejor que pude. —me limité a decir y seguí limpiando mi zona llena de migas o semillas—

—Bueno, hacelo mejor porque no fue suficiente.—Espetó antes de girarse e irse nuevamente a su oficina.

Hice un ademán de tirarle un trapo húmedo pero era motivo de sanción y la verdad necesitaba la plata.

—El destino está de mi lado—Comentó alguien pasando por el pasillo de la cocina.—Miren a la belleza que me vengo a encontrar—vuelve a hablar, ahora, ya sabiendo quien es.—

—¡Kieran!—sonreí abrazandolo con emoción—

Hacía mucho que no podíamos coincidir en horarios y trabajar con él, es sinónimo de trabajar feliz.
Así que sin pensarlo volví a hablar.

—Juro que eres con la única persona que puede terminar bien este día horrible. —Comenté sonriendo— ¿Entras ahora?

Asiente mirándome con una sonrisa en su rostro—No hace falta que lo digas, se que no puedes vivir sin mí.—sube y baja sus cejas a la vez que me tira un beso al aire—Si, entro ahora. Supongo que te vengo a reemplazar.

Los Amigos No Se Miran Así Donde viven las historias. Descúbrelo ahora