Capitulo 22

57 7 12
                                    

Despierta.

Mis ojos se abrieron poco a poco, había mucho ruido a mi alrededor y la luz me cegaba en mi intento de observar el lugar donde estaba.

Una vez me acostumbre a la luz, pude identificar que el lugar era... un aeropuerto.

Si, lo suponía.

Papá no se iba a rendir tan fácil y mucho menos teniendo los contactos necesarios para que cualquier cosa que él haga, sea cubierta por esos mismos contactos.

Tanto en dinero como en seguridad, justicia, etc.

No era intocable pero sabia mover las piezas del tablero.

Mi cabeza aún estaba con un dolor de cabeza impresionante, supongo que el líquido que usaron para dormirme era más fuerte de lo que parecía.

Esto ahora seria fácil, una vez que pueda ponerme de pie y ellos dos se distraigan me iré corriendo.

Cuando era pequeña, mi propio padre, fue quien me dio las herramientas para que salga de este tipo de situaciones.

Tal vez sería un poco más difícil porque estaría jugando contra mi maestro y se que no me enseñó todos sus trucos.

—Despertó.—dijo una voz masculina a mi lado.

Mis manos, por lo que pude suponer, estaban atadas.

Pero... ¿la gente no se daba cuenta de que había una chica con las manos atadas rodeada de dos hombres?

Así que cuando mi mente se aclaro por completo, pude ver que mis sentidos me habían fallado un poco.

Estábamos en un aeropuerto.

Había gente.

Pero nosotros estábamos en una sala de espera privada.

La gente no podía vernos porque los vidrios tenían un efecto que no dejaba ver ni para adentro, ni para afuera. Como esas que tienen algunos baños en las casas, que se ven solo siluetas a través del vidrio.

—¿podrian darme un vaso de agua?—Pregunté con amargura.

No recibí ninguna maldita respuesta y eso me empieza a poner de mal humor.

—Entran a mi casa, rompen todo a su paso, me duermen con un maldito químico que me está haciendo doler la cabeza, espantan a mi gata, se dan el gusto de traerme a un aeropuerto para mandarme a otro país y ¿creen que tienen el derecho de no contestar?—Pregunté mirando a uno de los idiotas que estaba frente a mí—Que confundidos están.

Supongo que el tipo frente a mi tiene un gran sentido del humor porque comenzó a reírse.

—Niña, nosotros no somos los amiguitos de tu padre. Estamos haciendo nuestro trabajo y sus órdenes no fueron tratarte bien exactamente.—explicó dejando un cigarro que estaba fumando—solo eres un paquete que se debe transportar a España.

¿¡España!?

Trate de disimular mi sorpresa pero poco duró cuando el tipo a mi lado que hasta ahora no había hablado, se movió.

Los Amigos No Se Miran Así Donde viven las historias. Descúbrelo ahora