Capitulo 3

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Abrí los ojos poco a poco dándome cuenta de que me había quedado dormido.
Después de tantos meses había sido capaz de dormir algunas horas sin tener pesadillas.

La luz de farolas que entraba por la ventana iluminaba la habitación, mis ojos volvieron a recorrer cada palmo del lugar. Aún estaba un poco dormido pero la impotencia de nuevo hizo que las lágrimas volvieran.
Apretaba fuertemente la ropa contra mi cuerpo, suplicando en voz alta algo que sabia que no ocurriría.

-Daría mi vida por verte de nuevo, por saber que aún me amas y que me perdonaste aquel día...- Un ruido proveniente de una de las estanterías me alerto haciendo que me levantara de la cama de un salto.

Un libro había caído al suelo, estaba abierto dejando ver las páginas escritas.
Me acerqué hasta él y lo tomé entre mis manos; por curiosidad leí un pequeño fragmento que daba por finalizado el texto de la página.

~Y que es de la humanidad sin el perdón que tanto desean al final del nuevo comienzo.~

Mis manos temblaban y tuve que sentarme en la cama por el mareo que sentí.
No era posible.

¿Ella me había escuchado?

¿Me estaba mandando una señal?

No, no puedo ser cierto.
Todo estaba en mi cabeza, era mi imaginación, la desesperación por saber que estaba siendo escuchado.
Alertado por la situación, cerré el libro y salí de la habitación topándome con el pasillo totalmente a oscuras. No sabía la hora que era pero por el silencio y la oscuridad debía de haberme despertado de madrugada.

Ande con cuidado de no hacer ruido hasta llegar al salón donde encontré a Amón dormido en una posición tan incomoda que no tardaría en romperse el cuello.

Dejé que durmiera un poco mas antes de despertarlo para contarle el suceso de hace unos minutos.
Estaba seguro de que no había sido una casualidad y necesitaba la opinión de alguien más para cerciorarme.

Caminé un poco más hasta la cocina para tomar un poco de agua, me sentía un poco invasor al andar con tanta libertad por la casa.

Recuerdo cuando Alma aún era pequeña, ella solía despertarse muchas noches y al no poder conciliar el sueño de nuevo, jugábamos al escondite a altas horas de la madrugada.
Ella lo llamaba la oveja y el lobo; decía que ella era una pequeña oveja descarriada de su rebaño y yo era el lobo feroz que acechaba en el bosque.

Siempre tuvo una imaginación que llegué a envidiar, podía crear historias o pintar lugares inexistentes.
Siempre estaba encantado de escuchar sus relatos de fantasía, amor y misterio.

Estaba perdiendo en mis pensamientos hasta que una mano cálida me sacó del trance.

-¿No puedes dormir?- Carol estaba delante de mi con una rebanada de pan en sus manos, a la cual le daba pequeños bocados mientras me miraba.

-No.- No estaba por la labor de hablar con ella, quería despertad a Amón y contarle todo.

-Yo tampoco, quizás con un poco de compañía se haga mas amena la noche.- Mis ojos se clavaron en los suyos.

No había duda de la directa insinuación por su parte.
La rabia se estaba haciendo presente, pero hice el esfuerzo de parecer no haberla entendido.

-Lo cierto es que nos vamos ya.- Sus ojos se abrieron dejando ver su nerviosismo por mis respuestas.

Carol acortó distancias entre nosotros sin llegar a pegar su cuerpo contra el mío, no dejaría que llegara a esos extremos; perder el control ahora sería amenazar para alejarla de mi y no estaba dispuesto a renunciar a la única oportunidad de encontrar a Alma.

-Son apenas las cuatro de la mañana, no deberías iros, mi madre se preocupará.- Me importaba poco la preocupación que pudiera tener Isabel si nos íbamos.

Era peor quedarme y acabar arrancándole la cabeza a Carol.

-Hablaré con ella mañana por la mañana, no quiero molestar más.- Intenté pasar por su lado sin cruzar miradas pero su cuerpo choco con el mío y no tardó en lanzarse para besarme.

Fui lo suficientemente rápido para apartarla y taparle la boca mientras la sujetaba del cuello sin hacer mucha fuerza.

-Juro por tu hermana que si te atreves a hacer lo mismo dos veces me encargo de que aprendas por las malas a honrar su memoria y a captar lo que es un no.- Sus cuerpo temblaba bajo mi mano.

No había tenido en cuenta el tono de voz que había usado, era notorio el miedo en su cuerpo.
Pensé en que después de irme saldría corriendo para contárselo a Isabel y no dejaría que se metiera en el medio.

Eso solo traería problemas y no podría volver a hablar con su familia.

-Si después de irme vas corriendo como tal inmadura que eres a tu madre, y le cuentas lo mas mínimo de esto que acaba de pasar, desearas morir antes de yo te encuentre.- Nunca hubiera sido capaz de hablarle así Carol.

Pero la poco cordura que estaba teniendo al intentarse besarme me produjo asco y remordimiento por saber que no respetaba a su hermana.
Conoce los sentimientos de ambos y aún así acaba de ser capaz de intentarlo.

-Azacel suéltala.- Amón habló a mis espaldas acercándose despacio a nosotros.

-Creo que le queda claro, suéltala.- La voz que estaba utilizando era neutral pero notaba su preocupación.

-Nos vamos, ahora.- Solté a Carol y salimos de la cocina no sin antes dedicarle una mirada advirtiéndole de que lo que le dije era verdad.

Antes de salir de la casa entre en el cuarto de Alma para coger unas prendas de ropa y la caja que Isabel me había dado.

Bajamos la calle en silencio hasta llegar al coche. Ambos subimos y arranqué para irme cuanto antes de allí; estaba cargado de ira y necesitaba despejarte.

Al salir del pueblo Amón no tardó en preguntar.

-¿Que es lo que acaba de pasar?- Apreté fuerte el volante al igual que los dientes para no perder los nervios.

-Ha intentando besarme.-

-No es mala chica pero...-

-¡¡Pero es una desquiciada, la hubiera matada ahí mismo sino fuera porque es su hermana!!- Pisé el acelerador alcanzando los ciento ochenta kilómetros.

No tendríamos ningún accidente, las capacidades que posemos los demonios hacen que nuestros sentidos sean mayores.

-Pero has estado con mas mujeres Azacel, no puedes ser tan hipócrita actuando así.- Frené en seco haciendo que casi saliéramos disparados por la luna del coche sino fuera por los cinturones.

No tenia nada que decir al respecto, era cierto y jamás podré estar tranquilo al haberla traicionado de una manera tan ruin.

-Conduce tu.- No quería pasarme el camino al departamento corriendo como si estuvieras en una de las tantas competiciones a las que asisto cada noche.

Bajamos del coche para cambiar de asiento sin decir nada.

Permanecimos en silencio el resto del viaje, algo que agradezco ya que las pocas ganas de hablar del teman con Amón eran notorias.
Llegamos a la entrada del departamento, Amón me dijo que saldría ya que quería ir a algún antro de mala muerte.

No me lo dijo pero sabía que estaba buscando a alguna con la que pasar el rato.
Yo en cambio subí al departamento para pensar en si había una posibilidad de que Alma me estuviera mandado un mensaje e intentar saber donde se encontraba.

La oscuridad.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora