Capitulo 4

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Pasé la noche entera intentado localizarla, sus poderes superaban a los míos y por alguna razón no quería ser encontrada.

Eso o que me estaba volviendo loco siguiendo un calor en mi pecho.
La noche transcurrió rápido, no era capaz de pensar con claridad y decidí salir a tomar un café.

Por el camino pensé en varios "amigos" que podrían ayudarme en la búsqueda, abarcaríamos mas terreno y podría estar mas tranquilo pensando que quizás ellos pudieran dar con su paradero.

Llegué a una pequeña cafetería en el cruce de dos calles.
Llevaba una sudadera negra algo vieja, mis pantalones negros junto a unas botas algo altas y mi chaqueta de 3/4 en el mismo color.
Mi cara podría decirse que era un cuadro; ojeras marcadas en oscuro, un poco de barba desaliñada y mis pelos negros revueltos pareciendo que tenia un nido de pájaros en lo alto.

Entre con paso calmado sin fijarme mucho en la gente a mi alrededor, los justo para no chocar y encontrar un sitio.
Pedí una taza de café negro y me dispuse a sentarme en unas de las mesas junto a una ventana.

Miraba los coches pasar pensando en todos los lugares posibles donde podría estar, tan concentrado estaba que no me fije en que la camarera había traído mi café y estaba parada con una pequeña libreta entre sus manos.

Mi vista se fijó en el atuendo que llevaba, una mini falda en negra bastante corta, una camiseta con algunos botones desabrochados dejando ver su escote y unos tacones que estilizaban sus piernas.
Ella se mantenía de pie apuntando algo en la hoja de la libreta que arrancó para luego dármela con una sonrisa.
Había apuntado su número de teléfono junto a una nota que decía: "Salgo a las 10, tengo un apartamento cerca de aquí."

No me dio tiempo a levantar la cabeza para mirarla cuando ella se inclino en mi oído para decir algo.

-Me has gustado nada mas entrar espero que estes disponible después.- Levanté mi cabeza y sin pensarlo mucho agarré su muñeca con fuerza.

En ese instante un sudor frío me recorrió el cuerpo. Mi cuerpo se puso en alerta y por instinto busque en todas las direcciones la mirada que me atravesaba.

Hasta que vi aquellos ojos marrones. Esos ojos marrones donde tantas veces me perdí y me transmitían paz cada vez que los miraba.

Me paralicé por completo al ver a Alma detrás de unas de las ventanas de la cafetería.
Estaba tan bella como siempre con su pelo suelto, sus mejillas rosadas y sus labios carnosos.
Se encontraba de pie en mitad de la acera, la gente parecía no verla, pasaban por su lado como si nada.

Pero entonces su mirada cambió a una tan fría que me dio miedo; reaccioné y me incorporé tan rápido como pude pero entonces simplemente desapareció.
Mi corazón latía sin frenesí y tan fuerte que opacaba el resto de sonidos; salí rápido del local y fui al sitio donde la vi.

No podía ser mi imaginación, nunca antes se había manifestado ante mi y podía sentirla; su corazón, su respiración...todo.
Pero algo pasó, ya no podía sentirla, nada, ni siquiera la calor en el pecho.

Mi emociones se mezclaban haciendo que mi cabeza me doliera y ardiera, ya no podía mas.
No puedo seguir con toda esta mierda al cuello; soy el Rey de las Tinieblas, el mismo diablo que gobierna el infierno.

Sino no daba con ella por las buenas la encontraría por las malas.
Mis manos dejaron de temblar y el poder más la ira se instalaron en mi pecho.
No dejaría que se siguiera escondiéndose de mi, ella estaba viva y la encontraría, si tenia que ser el demonio que una vez fui lo sería y no me temblaría el pulso.

Ella es mía y siempre lo será.

Vista del punto de Amón (narra Amón)

No estuvo mal la noche, había despertado con dos preciosas mujeres a cada lado de la cama.
No tenia signos de resaca de la noche anterior y a decir verdad estaba bastante activo.

Me incorporé dejando a las mujeres dormidas tapadas únicamente por una fina sábanas y fui al baño para darme una ducha rápida.
El departamento estaba vacío y eso quería decir que por fin Azacel estaba siguiendo con su vida aunque fuera por encontrar a Alma.

Él nunca me la mostró, ni fotos ni videos, absolutamente nada.
La tenia guardada para si a aquella chica de la que estaba enamorado locamente, no supe al principio entender el porque.

En mis siglos de vida a su lado nunca lo había visto tan afectado por la muerte de alguien. Estaba roto y era notorio el dolor que sentía, incluso había dejado sus quehaceres en el infierno como el rey que es.
Aunque no importaba mucho, en el infierno Azacel es tan respetado como temido, nunca podrían en duda su liderazgo y mucho menos intentarían ocupar su lugar.

Yo siempre fui su mano derecha allí abajo, era uno de los coroneles de sus tropas. También me encargaba de aconsejarlo si él lo requería y era uno de los pocos demonios que tenía misiones en la Tierra.
La primera vez que estuve entre los humanos se sintió como si poseyera el mayor poder del mundo, tan débiles ante mi. Nunca tuve el afán de acabar con ellos, ni el asco que le producían a Azacel.
Mas bien tenia curiosidad por saber mas sobre la humanidad; al principio solo me centré en la misión que me encomendó Azacel, esa era encontrar a un grupo de Ángeles que al igual que yo tenía su propia misión en la Tierra.

Nunca me dijo el verdadero motivo del porque me mandó aquí, quería acabar con esos Ángeles pero, ¿por qué?
Estuve investigando por mi cuenta cual era la misión de aquellos ángeles, Azacel no mandaba a matarlos simplemente; siempre quería ver sufrir a sus enemigos pero sus palabras fueron sencillas.

"Encuéntralos y mátalos."

Cuando los encontré nos encontrábamos en una ciudad de la cual no recuerdo el nombre.
Por los días que pasé allí descubrí que estaban buscando a una chica, no muy mayor; entre unos 10 o 13 años.
Su familia estaba formada por sus padres y una hermana; ella poseí un don muy valioso y si mi misión era acabar con los Ángeles que la vigilaban, la de ellos era acabar con la vida de aquella chica.

Fue fácil, presentarme antes ellos y simplemente matarlos, pan comido. Estaba dispuesto a irme de allí y volver al infierno pero la curiosidad es algo que no pude evitar.

Apenas estaba a unos metros de la casa donde se encontraba la chica, miré por la ventana, ella se encontraba sentada en la cama de espaldas a mi, su pelo era bastante oscuro y largo y llevaba un pijama en gris.
La estuve mirando por lo que pudieron ser quince minutos o mas, nunca llegué a verle la cara.
Me hubiera quedado más tiempo observándola allí sentada mientras leía pero en la escena apareció alguien a quien conocía muy bien.

Azacel.

Me quede perplejo, un ser tan cruel y despiadado como era Azacel estaba haciéndole cosquillas a la pequeña niña.
En su cara se formaba una sonrisa de felicidad que nunca en mis siglos a su lado había visto.
No sabia quien era la pequeña, pero enseguida entendí que para él era tan valiosa que dejó el infierno por ella.

Con los años me enteré de que aquella niña se llamaba Alma, con todo lo que se ahora soy capaz de afirmar que ambos están vinculados de alguna manera y que la ama.

Salí del baño con una toalla en mis caderas; cuando alce la vista en el salón me encontré con Paimon y Agares, dos demonios del ejercito de Azacel.

-Azacel te tiene una misión Amón.- Trague saliva a duras penas y el sudor frío no tardo en llegar.

-Es hora de volver a casa Amón.-

La oscuridad.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora