Capitulo 6

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NARRA AZACEL

Al salir Amón de la sala comencé a pensar en una cosa que antes no me lo había planteado.

Y si Alma no quiere estar conmigo, si ya no me ama, si al final Junier y ella han entablado una relación mayor a la de amigos.
La poco paciencia y cordura que tenia en esos momentos hizo que estallara imaginándola en brazos de otro hombre que no fuera yo.

Acabé destrozando todos los muebles de la sala, tirando los papales al suelo, dejado marcas en las paredes y aun así no fui capaz de calmarme.
Salí del despacho arrasando todo a mi paso, no pensé que es lo que estaba apunto de hacer simplemente paso.

La sangre en mis venas me quemaba, mi pecho estaba casi congelado produciéndome una sensación terriblemente mala, mi cuerpo temblaba casi convulsionando y la cabeza estaba a punto de estallarme.

Algunos guadias se dieron cuenta de mi mi estado y corrieron en mi ayuda, no sabia en que parte del castillo estaba, mis vista estaba borrosa y sentía como se acumulaba todo el dolor y la ira en el pecho.

Las voces de los guardias apenas eran audibles, sentía sus manos sujetar mi cuerpo que parecía estar a punto de desvanecer, entonces algo paso.

Dentro de la mente de Azacel...

-¿Por qué no vuelves a mi lado?- Era ella, no sabia como pero era la que había provocado el estado.
en el que me encontraba.

-Lo intento, por más que lo intento no puedo, lo siento con toda mi alma tenebrae meae (Mi oscuridad)- Podía sentir como sollozaba y no había cosa este mundo que me destrozara mas.

-Dime donde estas por favor Alma, no puedo seguir sin ti te necesito, estoy dispuesto a acabar con todo y todos si hace falta.-

-Lose, pero ahora escucha Azacel no tengo mucho tiempo...- Su dolor era el mio y mantener aquella conexión le estaba afectando demasiado.

-Algo esta pasando, aun no sabemos el que, pero no podemos arriesgarnos a exponernos sin medir las consecuencias.

-Alma solo dime donde estas te lo ruego...-

-No puedo volver, no aún, los siento.-

No pude decir nada más cuando mi pecho se contrajo y el aire en mis pulmones desapareció.

Abrí los ojos lentamente por la gran pesadez en ellos, aun me encontraba un poco mareado pero la sangre en mis manos me indicaba que había perdido el control.
Me levanté del charco de sangre en el que me encontraba observando a las personas a mi alrededor; estaba en la Tierra y aquellas personas habían sido masacradas por mi.

Nunca antes me había desmayado y mucho menos matar sin estar consciente.
Mis piernas aun estaban débiles pero me hice camino entre los restos mutilaron y amontonados de los cadáveres.

Enseguida super donde me encontraba, Alemania.

Quizás una parte de mi estaba consciente y decidí irme a este lugar.
Me encontraban en un campo de cultivos, las personas a mi alrededor trabajaban en el, por lo menos antes.

Ande tambaleándome y me dejé caer en unos escalones cercanos a una casa.
Sabía que no la encontraría, que todo sería en vano; y lo peor, que ella estaba con Junier y saber eso solo me destrozaba aún más.

Narra Amón.

No tardamos en salir del infierno, estaba siendo acompañado por cinco demonios y Ceteu, el can de Azacel.

Sin duda era el mejor can de todos, y con él y el anillo podríamos dar con Alma.
Por decisión de todo optamos por pasar desapercibidos al ojo humano ya que así nos ahorrábamos miradas y algún que otro problema.

Azacel me había entregado varias prendas de Alma y en cuanto Ceteu las olió comenzó a seguir un rastro.
También optamos por utilizar nuestros dones y teletransportarnos.

Ceteu nos llevo a un gran bosque, el camino no fue largo y acabamos llegando a una pequeña cabaña de madera; por su aspecto alguien había estado cuidando de ella.

-Entraré yo solo, inspeccionar la zona y a la mínima que encontréis algo comunicarlo.- Yo era el que estaba al cargo y en esos momentos los demonios acataron mis órdenes como si las hubiera dicho el mismo Azacel.

Con el anillo puesto entre en la cabaña, en lo primero que me fijé fue en que el ambiente era muy liguero y bastante fresco, el olor enseguida lo reconocí.

Un Ángel.

Caminé por la cabaña hasta llegar a lo que supuse que era el salón, no me inmuté al ver a un Ángel sentado de espaldas a mi.

-Amón.- La voz a mis espaldas me asustó ya que solo notaba la presencia de alguien y era la del Ángel sentado en aquel sofá.

Cuando me giré y vi a aquella chica, con su pelo algo largo y oscuro, sus ojos del mismo color y sus facciones finas me quede helado.

-Debemos hablar, tienes que entender muchas cosas.- No pude articular palabra, me había quedado embelesado por la belleza que poseía aquella chica, por la calma en su voz y su sonrisa que, por muy raro que pareciese, hacia sentirme bien.

Hice caso a sus palabras y me senté en uno de los sofás paralelos al Ángel, al tenerlo de frente vi que se trataba de Junier y la chica con semejante belleza era Alma.

-Amón tienes que volver con Azacel y detener mi búsqueda.-

-No puedo volver sin ti Alma.- Decir su nombre produjo un extraño dulzor en mi boca.

-Lose, pero el ya sabe que no volveré por ahora.-

-Tienes que entenderlo sin saber el porqué Amón- Habló Junier con sus manos entrelazadas frotando algo entre ellas.

-No soy quien para meterme en vuestros asuntos, pero si Azacel da una orden la cumplo y por mucho que intentéis convencerme no cederé.- Ambos se miraron dejando ver la complicidad que había entre ellos.

-Lose, pero no podrás hacer nada, siento decirte que si nos has encontrado es porque hemos querido, ahora escucha.- Miré de nuevo las manos de Junier y pude apreciar el objeto que sostenía.

Se trataba de un colgante, un rubí pensé por el color de la piedra.

-Amón, yo rompí la conexión con Azacel, al igual que decidí no volver a su lado, algo esta mal con él.- Mi mente pensó cada palabra con determinación.

Nunca había podido ver mas de la relación de ambos pero estaba seguro de que si había decidido aquello es porque sus motivos son mas que contundentes.

-¿Que es lo que ocurre con Azacel?- Alma caminó hasta sentarse a mi lado, veía en su mirada tristeza.

-Azacel bebió mi sangre.-

-No.- Me removí de mi lugar lo mas rápido que pude para andar por el salón.

Todo estaba mal, si que estaba mal.

-Dime que no es verdad por favor Alma dime que no lo hizo.- Alma se levantó del sofá y se acercó a mi.

-Varias veces.- Llevé las manos a mi pelo, no sabia como reaccionar.

-Alma...sabes que quiere decir eso ¿verdad?- Ella asintió y sonrió de lado.

Aun en estas circunstancias era capaz de sonreír y mantener la calma.

-Mantengo mi decisión de no ir con él aunque me este matando cada día más, pero es por su bien.- Algunas lagrimas cayeron por sus mejillas y en ese instante Junier se levantó del sofá.

Ambos se abrazaron, mientras Alma rompía en llanto yo supe que es lo que tenía que hacer.
Me acerqué a ellos y toque el hombro de Alma.

-Quiero ayudarte.- Ella me miró sin pudor por estar llorando y volvió a sonreír.

Por momentos me impresionaba cada vez más.

-Entonces sabes que hacer.- Levantó su mano para estrechar la mía.

-Si, haremos que todo vuelva a ser como antes lo prometo.-

La oscuridad.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora