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Ocho de la noche.

Gabriel, Enzo y Sergio salen rumbo a un antro, y Robinson conduce para ellos, se niega a dejarlo solo.

- Tengo unos buenos contactos en el Antro -dijo Gabriel. La pasaremos de puta madre.

- Solo espero no te metas en problemas otra vez. Stai attento a quello che fai!

- Non preoccuparti e divertiti.

- Non cambi più.

- Non voglio farlo. Non per ora. Non devo spiegazioni a nessuno.


Sergio los escuchaba hablar sin entender demasiado la conversación.


- Che ¿De qué me perdí? No me dejen afuera.

- En el idioma que le hable no lo comprende.

- Es demasiado rebelde, no te gastes. Siempre se va a salir con la suya. Y ésta vez, pienso acompañarlo, mi vida necesita un 'touch' para seguir a pleno con nuestro trabajo. Así que me voy a dar un permitido. Y vos Enzo deberías hacer lo mismo.

- ¡Oh! Les acompaño a donde quieran pero no voy a seguir sus pasos.

- No seas bosta hermano, dale. ¡Afloja!

- ¿Bosta? ¿Qué es ser bosta?

- Nada, olvídate y disfrutemos.

- Déjenme, hago una llama y un par de chicas nos estarán esperando.

- Dio, Gabriele!

- Tranquilo, solo será un rato de diversión. ¡Salud! -vaciando su vaso de whisky en un complaciente fondo blanco.


Apenas pasó una hora para luego marcharse del lugar rumbo a un departamento cercano; allí los esperaba la buena música tenue, luces, tragos y tres jovencitas de no más de veinte. Eran muy bellas, por lo cual ninguno de los tres pudo resistirse, ni siquiera Enzo.

Las muchachas abrazaron a Gabriel, lo conocían desde hace algún tiempo.


- Mis niñas, les traje compañía, sean muy complacientes con ellos. Y tú Anna, ven conmigo, subamos -llevándosela a una habitación.


Sus bajos instintos y deseos sexuales con las jovencitas seguía en vilo. Nada importaba, solo el disfrute, el gozo y el placer.

Fue una noche tranquila, puertas adentro, sin escándalos de por medio ni nada que afectara su reputación. La noche perfecta de amigos en la que todos eran cómplices de una aventura compartida.

El reloj marcó casi la medianoche. Era hora de partir. La mañana siguiente tenían una pila de trabajo por realizar. Abandonaron en silencio aquel departamento. Subieron al vehículo y se marcharon. Pero la charla de camino no se hizo esperar.


- Te las tenías bien guardadas a esas pendejas, Gabriel. Ahora lo entiendo todo. Y sabés algo, la pasé como los dioses Alejandra. ¿Y vos? Te comiste a ese bomboncito seguro.

- Sabes bien que sí, yo no ando con rodeos. Necesitaba un desahogo furioso. Anna quedó con las piernas temblando.

- No es para menos, sos una bestia.

- Y vos Enzo ¿Qué hiciste?

- Nada.


Gabriel y Sergio miraron a Enzo con absoluta cara de incredulidad.


- ¿Cómo que no hiciste nada? Esa pendeja estaba divina también. Hubiéramos hecho un buen equipo entre los seis.

- Eso no es lo mío, solo mujeres.

- Deberías probar Gabriel. Nunca digas 'nunca'.

- ¡Degenerados! -refutó Enzo con una sonrisa forzada.


Al llegar a la mansión, Sergio subió de inmediato a su recámara. Gabriel y Enzo fueron a la cocina por algo de comer, puesto que no habían cenado.


- ¿Qué sucede Enzo? ¿No te gustó la salida?

- Sí, me gustó mucho. Bastante.

- ¿Entonces si te la cogiste?

- No. No me la cogí. Pero me pareció una chica interesante, inteligente, con ganas de crecer y de realizarse profesional y personalmente. A pesar de su corta edad resultó ser mucho más de lo que aparentaba.

- ¿Te gusta Daniela?

- No lo sé. Es una chica muy bonita. Educada.

- Te gustó. No lo niegues. Me parece perfecto. Y... ¿En qué quedaron?

- Pues, somos amigos. Me dió su número. Quizá sigamos hablando.

- Bueno, por algo se empieza. Deberías darte una oportunidad.

- Gabriel, ella es demasiado joven, y yo... Tengo tu edad.

- Dicen que para el amor no hay edad, y mucho menos si dos personas se gustan. Además ya no es menor de edad. Aparenta unos años más incluso.

- Solo el tiempo lo dirá. Ella merece respeto. No alguien que solo juegue con sus sentimientos y la tire como a un juguete usado.

- Me sorprendes mucho amigo. Y eso es algo que admiro de tí, aunque no puedo copiarlo.

- Algún día entrarás en razón y te darás cuenta cuando alguien de verdad toque tu corazón, allí sabrás que nada más importa.

- Gracias por tus consejos, Enzo. Eres mi mejor amigo, y sé que piensas que no te escucho. Pero llevo en mí cada palabra tuya. Eres el hermano que nunca tuve y le doy gracias a la vida por ponerte en mi camino.

- ¿Qué harás con Isabella?

- Nada. Ella no quiere verme. De nada me sirven mis millones si no puedo comprar su amor.

- Entonces, te gusta y sientes cosas por ella.

- No voy a negarlo, si. Todo eso. Y su forma de ignorame me hace quererla aún más. Poco la veo por aquí, se esconde, me evita, ya me dí cuenta.

- Gabriel, Gabriel. Piensalo bien, aclara tus sentimientos. Debes reconocer que es lo que quieres e ir por ello. Pero debes dejar de lado todo ésto de andar con una y otra. No voy a mentir, que ésta salida con, ya sabes, ellas, me dió la oportunidad de conocer un ser muy especial.

- Caiste como los mejores en una sola noche.

- Una sola noche, una sola chica. Debió ser una señal. Una larga conversación, música, una limonada y un momento muy agradable.

- Te vas a enamorar. Y ese es mi miedo. Porque yo, no sé como hacerlo.

- El tiempo también enseña, y en el instante preciso sabrás cómo hacerlo. Vamos a dormir. Mi querido Gabriel, un gran desafío nos espera juntos. Buona notte!

- Buonanotte Enzo!


Las palabras de su mejor amigo le resonaban como campanadas en su mente. Terminó su manzana, bebió jugo de naranja y se fue a la cama.

GABRIEL ¿Ángel o demonio?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora