Apenas tocó el mediodía, pidió que le enviaran su almuerzo a la oficina, se le antojaba una hamburguesa con doble carne, queso cheddar y papas fritas. ¿Papas fritas? ¿Qué hacía Gabriel De Angelis comiendo "chatarra"? ¿Hamburguesas? Laura, también se vió sorprendida ante su petición pero sin contradecir absolutamente nada, un comentario desafortunado podría costarle caro a cualquiera.
- ¡Señor! Su almuerzo. ¿Desea algo más?
- No, gracias. Solo procura no pasarme llamadas por hoy, solo emergencias.
- Muy bien. Con permiso.
En cuanto abrió el envoltorio de su comida, el aroma de su hamburguesa lo hizo pensar nuevamente en Isabella, aquella noche en la que compartieron aquel menú rápido en el bar de la Clínica. Era la segunda vez en dos semanas que se atrevió a probar ese platillo para él "atrevido", cuidaba su salud y sobre todo su cuerpo, aunque últimamente no tenía tiempo para usar el gym en su propia mansión. También, recordó que no le había llamado, ni siquiera enviado un mensaje. ¡Que despistado! Decidió escribirle.
- Isabella ¿Cómo has estado? ¿Y Grace? Por la tarde iré a la Clínica, en cuanto termine mi trabajo, estoy atareado.
- ¡Gabriel! ¡Que alegría! Estamos bien. Te eché de menos.
- ¿En verdad me extrañaste?
- Claro que sí.
- Me agrada saberlo.
- ¿Acaso tú no?
- ... Sí. Te veo luego.
- Ok. Adiós.
Lamentaba parecer un poco seco en su modo de responder, pero no podía excederse, no hasta estar seguro de sus sentimientos.
Otra jornada más, pesada, en medio de papeles, carpetas y plumas. ¡Que estrés! Realmente estaba agobiado. Se dirigió al baño, al mirarse al espejo vió unas enormes ojeras en su semblante, el azul de sus ojos sumergido en medio de aquellos círculos oscuros. Desde su paso de compañía a la señora Grace hasta aquí fue incapaz de dormir en su cama como el universo manda. Solo era cuestión de tiempo, pronto todo estaría en orden nuevamente, o al menos eso era lo que anhelaba. ¡Carajo! Se estaba haciendo tarde, aún no abandonaba la oficina, debía pasar por la Clínica a mirar cómo seguía Grace y como si fuera poco, Enzo lo esperaba en la mansión. ¡Vaya día! ¡Mierda de día! ¡Demasiado largo para un simple mortal como yo!
Llamó a Andrea por interno.
- Dile a Robinson que me espere abajo.
Tomó su maletín. Ésta vez pasó por alto el ascensor, las escaleras eran una mejor opción para hacer un poco de ejercicio, bajar diez pisos no era tan mala idea, lo necesitaba. Al bajar el último piso tomo una bocanada de aire satisfecho y fue en busca de su automóvil.
- ¡Robinson!
- ¿A dónde vamos señor?
- Vamos a la clínica. Ya quiero que éste día acabe, ha sido demasiado largo. Aún tengo pendientes.
- Puedo notarlo. Se ve cansado.
- Lo estoy. Pienso en acortar los tiempos que paso en la oficina. Ya casi no tengo lugar para mí. Soy un multimillonario poderoso, no puedo estar actuando como un esclavo de mí mismo.
- Lo he notado, señor.
- ¿Porque no me lo has dicho? Una observación.
- Lo siento, no debo pasarme con usted.
- Eres un hombre de mi absoluta confianza, lo sabes muy bien puedes decirme lo que quieras. No voy a cortar tu cabeza, no te preocupes.
- Lo respeto, entiéndame.

ESTÁS LEYENDO
GABRIEL ¿Ángel o demonio?
RomanceEl empresario multimillonario más joven de la ciudad, se destaca por su poder, fama y atributos físicos a los cuales nadie ha podido resistir. Sus malas costumbres pondrán en juego su figura pública. Cuando el amor toque su puerta sentirá como todo...